'The Black Album' de Metallica cumple 25 años

25 años de delicada oscuridad.

“Never opened myself this way

life is ours, we live it our way

all these words I don't just say

and nothing else matters”.

Para dimensionar la importancia de The Black Album, figuremos que un día cualquiera un nuevo fan va a comprar este material a su tienda favorita a 25 años de su lanzamiento. Semanalmente vende un promedio de 5,000 copias según Billboard, la banda sigue ganando adeptos y está en espera de maquilar una nueva producción.

Hace 25 años Metallica encontró el resquicio perfecto para sobresalir y conquistar a aquellos que no encontraban en Guns n’ Roses una identidad o en Michael Jackson un estandarte. Elevó el interés sobre el género del metal al aparecer a primera vista en los anaqueles de las tiendas de discos, ardieron en odio los viejos fans por saber a su banda favorita parte del mainstream y sobre sus cenizas los nuevos adeptos comenzaron a hacer headbanging. Un tour de 3 años de promoción, los videos de los respectivos sencillos en rotación constante, hasta la estación más pop tocando sus temas y los jóvenes universitarios de la carrera de derecho con traje y corbata subiendo el volumen de la radio de sus autos camino al campus, avivaron el fuego que permanece hasta la fecha.

Bob Rock, quien antes había trabajado en las consolas con Bon Jovi y Mötley Crüe, fue la pieza clave en la producción de esta extraña evolución que resultaría en el gran éxito comercial que llevaría a The Four Horsemen a la estratósfera. Temas tenues y poco usuales para los fans del thrash como “The Unforgiven” y “Nothing Else Matters”, curiosamente inspiradas por el estilo vocal de Chris Isaak y su tema “Wicked Game”. “Through the Never” porque la velocidad siempre se ha mantenido, pero “Sad But True” para incorporar la voz de la gente en los foros que cada vez se hacían más grandes.

“The God That Failed” como rencor al creador y una catarsis del dolor de James Hetfield por haber perdido a su madre. “Wherever I May Roam” para darle un nuevo protagonismo al viejo sentido de hacer canciones largas y complejas, la grandiosa simplicidad de piezas que aspiran a ser singles. “Había veces que cuando tocábamos canciones tan largas de …And Justice For All notábamos que los fans se aburrían”, mencionó alguna vez Kirk Hammet, la banda buscó enfocarse en la brevedad sin perder la complejidad.

A 25 años de distancia siguen sonando los casettes que se adquirieron por primera vez, girando los viniles, el play del servicio de streaming predilecto desata la delicada furia y nos remite inmediatamente a aquella primera vez que escuchamos “Enter Sandman”, quizá en la tardeada de una discoteca en la Zona Rosa, en los promocionales de cierta compañía refresquera que anunciaba sus 5 conciertos en el Palacio de los Deportes en 1993 o como muestra de un compilado titulado “Lo mejor del rock” que vende un bocinero en el metro. Emulando la forma de la serpiente traslucida que adorna la portada, Metallica encontró la forma de mutar en una bestia cuya mordida nos marcaría para siempre.

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