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La vida de Peter Woodhead, mejor conocido como Peter Hook, cambió en 1976 después de ver ese mítico concierto de los Sex Pistols en el Free Trade Hall de Manchester. Tras presenciar la crudeza con la que Johnny Rotten y compañía exorcizaban a la aún mediocre ciudad del noroeste inglés, Hook y otros 3 inadaptados de Manchester decidieron formar una banda a la que bautizaron inicialmente Warsaw, en honor a “Warszawa”, canción de David Bowie.
Inicialmente, la agrupación tenía una estética y sonido más punk que no se diferenciaba de lo que estaba ocurriendo en Inglaterra, hasta que se juntaron las piezas perfectas con Rob Gretton como manager, el indispensable Martin Hannett en la producción y Tony Wilson como visionario del proyecto y líder del legendario sello Factory Records. El boceto dio forma a Joy Division, el post punk apareció y el resto es historia.
Todo se ha dicho de Joy Division e Ian Curtis, pero poco se ha valorado la presencia y sonido que aportó Peter Hook a la banda. Brindó un sonido único y oscuro que se mezclaba perfectamente con la decadencia lírica de Curtis, la monotonía fantasmal de Stephen Morris y los riffs elementales, pero indispensables, de Bernard Sumner.
Más allá de la genialidad indiscutible de Ian Curtis, el sonido de Peter Hook (embellecido por la original producción de Hannett), fue el alma de Joy Division. ¿Cómo entender piezas tan emblemáticas como “Transmission”, “New Dawn Fades”, “Shadowplay”, “Isolation” o “Atmosphere” sin las altas líneas de bajo que marcaron su estilo y que en un principio fueron involuntariamente creadas por la baja calidad de su equipo? Hook decía que si no tocaba estas altas notas, su bajo no se escucharía con el resto del grupo. Así fue como este 'error' creó el sonido único y característico.
Después de la trágica muerte de Curtis en 1980, la fascinación por la música electrónica alemana de los miembros sobrevivientes, más el talento de Gillian Gilbert, dio forma a New Order, dónde una vez más, el sonido de Hook fue esencial para entender el abominable éxito y originalidad de la agrupación. Piezas como “Dreams Never End”, “Leave Me Alone”, “The Perfect Kiss”, “Vanishing Point” y “Everything´s Gone Green” son sólo algunas de las memorables líneas de bajo que engrandecieron estas joyas de la música inglesa.
La carrera de Hook siguió diversificándose en múltiples proyectos, en parte debido a la caótica relación con los otros miembros de New Order. Participó en Revenge, Monaco y Freebass; estuvo inmiscuido en el invaluable debut de los Stone Roses además de un sin fin de colaboraciones y un par de libros en los que relata la historia musical de Manchester y Joy Division.
Un innovador del bajo, de los pocos que se pueden jactar de tener un sonido propio y original; no es un virtuoso ni un atascado, no lo necesita porque su sonido se basa en la frase de menos es más. Su genialidad está en la simplicidad y en la agresividad de sus notas. Sin Peter Hook, probablemente Joy Division nunca hubiera sido concebido como lo conocemos ahora, New Order hubiera sido un grupo más en la larga lista de los olvidados, el extinto club The Haçienda no hubiera podido ser financiado y la música inglesa no sería la misma.
Peter Hook se presentará el próximo lunes en el Lunario del Auditorio Nacional al lado de su hijo, quien encabeza a The Light, agrupación que acompaña al legendario bajista para deleitarnos con los dos primeros álbumes de New Order (Movement y Power, Corruption & Lies) y seguramente un par de trancazos de Joy Division.