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Lúgubre, profundo y elegante, Nick Cave ha cargado pesadas losas a lo largo de 40 años de carrera. Su adicción al alcohol y la heroína, la irreverencia y rebeldía que marcarían su personalidad desde la juventud, las constantes rupturas amorosas, su construcción y reconstrucción como persona, la huida de Mick Harvey de la banda, la muerte de su hijo Arthur, la reciente partida de su mancuerna Conway Savage del plano terrenal y la caída de sus ídolos —llámense Reed, Cash o Cohen—, han hecho del músico de Warracknabeal un ícono, tanto por su transformación artística como por su facultad de impregnar en letras y melodías una pequeña parte de él.
Siempre cambiante, adaptable a las situaciones, "El Diablo" ha encontrado la fórmula para aplacar a cualquier demonio y hacerle frente a la desgracia con lo que mejor sabe hacer: la música. Desde The Boys Next Door, su evolución a The Birthday Party hasta la formación de Nick Cave & The Bad Seeds y su realidad alterna nombrada Grinderman, el intérprete australiano ha construido una leyenda. Una donde los vampiros son reales, la oscuridad es un fiel aliado y el dolor es retratado como un terrible martirio, pero también como un inevitable sentimiento, donde a pesar de todo, es un necesario inhibidor para que la calma se haga presente.
¿Y es eso lo que buscamos en Nick Cave?, ¿Un hombro en dónde llorar?, ¿Un consolador de nuestras emociones?, ¿Un poeta que siempre tiene las palabras adecuadas ante las adversidades?, Puede que sí, tal vez como fanáticos busquemos entre sus textos, entre sus labios, entre sus pensamientos, alguna salida de nuestra diaria pesadumbre y una luz que llene nuestra alma. Una respuesta para salir del oscuro túnel o de cómo saber caminar entre las tinieblas cuando tu corazón está repleto de grietas por cubrir.
Y aunque las biografías, el celebrado cómic de Reinhard Kleist y su filmografía nos arrojen mucho material del artista, de Nick se sabe mucho y al mismo tiempo no se sabe nada. Sabemos de su intenso romance con PJ Harvey, de su amor con Anita Lane que estuvo con él en su época más cacofónica y rabiosa —y quién también escribió algunas letras para From Her to Eternity—, y de su relación con su compatriota Kylie Minogue, pero en realidad la mayoría de su vida privada siempre ha estado por debajo del agua. En sus propias palabras. “Algunas veces la verdad es necesaria y, otras, lo necesario es crear mitos”. O tal vez, como en ocasiones ha afirmado, simplemente le hacen preguntas bastante estúpidas.
Anécdotas hay muchas, tal vez el doble de las que en realidad se conocen. Desde su paso por la extinta Alemania Oriental, lugar donde concebiría su primera novela, hasta su autoexilio a Brasil donde nacería el irreemplazable The Good Son, el cantante ha encontrado una forma de reencontrarse consigo y con su alma. Pero tal vez eso no es lo que queremos saber de él, tal vez lo único que queremos escuchar son los resultados de esa dolorosa lucha: sus letras, sus discos, sus poemas. Y es que la historia de Nick va más allá del estereotipo del rock & roll y sus aclamados ídolos. No será recordado por pertenecer al "Club de los 27" o por tener los dotes para realizar 3 minutos de un solo en la guitarra. Pero será siempre alabado por ese excelso barítono que posee en sus cuerdas vocales y por su fina ejecución en el piano. Por hablar de muerte y accidentes; amor y desamor; lujuria y venganza; de su percepción del mundo y su visión del sentir humano, canciones que son convertidas en musas y obsequiadas a sus fieles seguidores.
Hablar del legado musical sería absurdo, porque, ¿qué no ha hecho Nick Cave? Ha destruido los escenarios, le ha pisoteado los talones al Diablo y ha tratado de convencerse a sí mismo que no existe aquel Dios vengativo. Ha visitado el cielo y el infierno, y en su manera de predicador, ha hecho a nosotros, su público, ir con él en tan complicado trayecto. Tampoco sería justo decir a qué bandas o proyectos ha influenciado su música, porque a todo aquel que se diga tocar rock & roll, debe tener un poco de Nick en el alma, algunos destellos de su sabiduría. Y aunque pareciera absurdo, el genio de 61 años tiene mucho que dejó atrás los estándares del sonido, pero lo vive con más pasión que muchos otros.
Cave y sus discípulos visitarán la capital mexicana después de cinco años de ausencia y con 16 trabajos de larga duración a cuestas, un show completamente distinto se presenciará el próximo 2 de octubre. Sí, la confirmación de un nuevo disco nos emocionó hace unos días, pero con el músico de Virginia nunca se sabe si una nueva gira vendrá en camino. Hace cinco años fue su primera visita a México después de 35 años de carrera, tal vez en esta ocasión somos muy afortunados y lo tenemos de vuelta en relativamente poco tiempo, pero en realidad nunca se sabe si el vampiro regrese de la ultratumba. Si aún estás dudando en ir a presenciar uno de los mejores actos en vivo de la actualidad, tal vez estés a punto de cometer un grave, muy grave error. Aquel hombre que nunca se quita el traje suele ser bastante impredecible.