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¿Dónde marcamos la línea entre el viejo y el nuevo clásico? De repente —y nos dimos cuenta cuando nuestros temas favoritos comenzaron a sonar en El Fonógrafo y Universal— entendimos que nuestros recuerdos de juventud, en el espacio indefinido entre los ochenta y los dosmiles, se agruparon bajo sus propias reglas. Cuando las palabras faltan para describir la genealogía de las memorias, entran, por supuesto, las vivencias personales: “Las canciones nos hablan al oído de forma especial en momentos muy particulares, y ese vínculo es el que prevalecerá siempre”.
Con esta cita inicia Canción para mañana, el libro en el que Mauricio Durán, guitarrista y segundo compositor de Los Bunkers —siendo “segundo” una cualidad enumerativa más que de jerarquía, como bien aclara el texto—, reconstruye la historia de su trayectoria musical en el grupo chileno a partir de recuerdos, vivencias, declaraciones, historias de amor y, principalmente, apuntes sobre muchas de las canciones que hoy, en el largo entramado del rock en español, se han erigido por sí mismas como nuevos clásicos.
Canción para mañana se encuentra a medio paso entre una biografía parcial de Los Bunkers y las memorias del mayor de los hermanos Durán. A través de saltos indefinidos en la historia del grupo de Concepción, Mauricio hila los recuerdos de una vida marcada por las guitarras y la música, los cuales alcanzan la despedida de Los Bunkers en el Vive Latino 2014, pero se extienden hasta el encuentro con los riffs salvajes de The Kinks y la maestría compositiva de John, Paul y Ringo, así como, por supuesto, las bandas de covers y los proyectos fallidos. “Seguimos siendo los mismos cinco cabros de Conce que solo querían tener una banda de rock. Nunca quisimos otra cosa. Ni más ni menos que eso”, detalla el autor.
Es aquí donde Canción… trasciende el género de la biografía y entrega el mejor regalo para fans, escritores bloqueados y amantes de la música pop: una indagación exhaustiva, casi excesiva, sobre el proceso creativo detrás de las canciones más importantes del grupo.
Durán rememora algunos de los momentos más trascendentes de su vida (recuerda un viaje de MDMA con Andy Rourke de The Smiths como inspiración para “Bailando Solo”), y los contrasta con apuntes detallados, casi como extraídos de una libreta que habría de cargar en el estudio, sobre el significado de cada acorde, cada La y Re puesto en su lugar, la construcción de cada riff y la intención artística de cada punteo. Información innecesaria y voluminosa para el lector promedio, pero casi un documento de valor historiográfico para, como dicen, el fan de hueso colorado.
Aunque Chile es un país conservador, a lo largo de dos años la canción chilena que más sonaba en las radios trataba sobre un viaje de drogas. Y nadie se dio por enterado”. —Mauricio Durán sobre “Bailando solo”.
Por el contrario, Canción… resulta apenas sugerente para otro tipo de lector, el social, el político, el que entiende la música pop como parte de su contexto. Durán manifiesta que fue el apoyo a las causas sociales lo que lo acercó a la carrera de periodismo y, en un giro no tan inesperado, a dedicarse al rock (valga la anécdota de cómo se gestó “El detenido” y su relación con una madre buscadora para comprender este punto).
Sin embargo, con excepción de un par de comentarios sobre su inspiración en anécdotas de la dictadura, se extraña en Canción… parte del comentario social que le ha dado su carácter incisivo a la música latinoamericana desde finales del siglo pasado. Reflejo del cambio de sensibilidades generacionales, probablemente, pero bien hubiera valido indagar más en aquella intención manifestada por Durán de “mezclar el rock británico con la Nueva Canción Chilena” y el carácter inherentemente político de esta última.
No es lo mismo en el caso de relación de la banda con México, sobre la cual Durán hasta se atreve con un comentario sobre el infame Revolucionario Institucional (PRI), que “en ese tiempo no tenía mucha idea sobre política mexicana, pero sabía que se había quedado en el poder por más de 70 años, lo cual no me causaba ninguna gracia”. Incluso, el autor va más allá, y demuestra el cariño de Los Bunkers por nuestro país con narraciones sobre sus andanzas por las “tardeadas” en el Estado de México, relatos en clave de crónica urbana sobre conciertos apretados, venta de alcohol a menores y, cómo no, un intento de asalto.
Historias que son cercanas para los lectores mexicanos, quienes, empero, se quedan con ganas de conocer anécdotas homólogas del país sudamericano. Sin embargo, el autor sabe compensar esta carencia con un abanico de encuentros con los escribidores de la cultura chilena y de su región: Silvio Rodríguez, Violeta Parra, 31 Minutos, Álvaro Henríquez (Los Tres), Jorge González (Los Prisioneros) y Los Jaivas desfilan en las páginas del libro, y contribuyen a delinear el lugar de Los Bunkers en la vasta enciclopedia del rock latinoamericano.
Desde el impacto de La Ley, una década antes, ningún artista chileno había logrado meterse a un nivel realmente masivo en México. Nosotros no habíamos alcanzado esa popularidad, pero éramos conscientes de que íbamos en esa senda. Por mucho tiempo, en Chile se desconoció la marca que dejó La Ley en México, lo cual es una lástima”. —Mauricio Durán
Canción para mañana completa el cuadro de la historia de Los Bunkers desde donde lo dejó el documental Vida de perros (2006), a través de apasionadas reflexiones sobre guitarras y rock —el británico, esencialmente—, anécdotas dentro y fuera del escenario y apuntes casi extraídos de un diario personal sobre la génesis del repertorio de nuevos clásicos que conforma la obra de Los Bunkers. Con esto último, Mauricio Durán llena páginas y páginas, más de las que ocupan los momentos lúcidos de su vida. Acaso esto no es un accidente, sino una declaración de que, al final del camino, son la música y su vida interna lo que verdaderamente importa.
Canciones que, a final de cuentas, son las que seguirán en las radios de mañana, pues, como remarca el autor, “siempre hablaron de anhelar un mejor modo de vivir en comunidad y sentirnos capaces y merecedores del amor verdadero”.
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