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Leave the earth to Satan and his slaves,
leave them to their future in their grave,
make a home where love is there to stay
peace and happiness in every day.
– "Into The Void"
Cuenta la leyenda que la tos que escuchamos al inicio del primer track del tercer disco de Black Sabbath es del mismo Tony Iommi después de una bocanada de humo de mariguana cuya potencia quedó de manifiesto en el preludio de la oda a la hierba titulada “Sweet Leaf”. Carraspeos y fumarolas para inspirar, la tónica en aumento como la obra misma de la agrupación que con Master of Reality construiría un pináculo más en la catedral que guarda su legado.
En un episodio del reality show The Osbournes, Ozzy Osbourne le muestra a su hijo Jack un sintetizador, quizá el mismo que escuchamos al inicio y final de “After Forever”: “Tomábamos ácido y tocábamos esta cosa todo el tiempo buscando nuevos sonidos”, relató el padre a su heredero. Para el año 1971, gran parte del dinero que generaba la banda era despilfarrado en alcohol y drogas, en palabras de Geezer Butler: “Estábamos siempre tan colocados que mientras practicábamos canciones en el estudio a veces se nos olvidaban las ideas en las que estábamos trabajando”.
Con la influencia del jazz como guía específicamente en las percusiones de Bill Ward, siempre en la búsqueda de inspirar temor con sus acordes y lírica, tres semitonos abajo para que la guitarra sonara aún más siniestra y el bajo marcara velocidad con su trepidante paso. 12 horas bastaron a la banda para grabar su álbum homónimo, el segundo disco, Paranoid, tomó seis días. Para Master of Reality Sabbath se tomó su tiempo y entregó la obra después de tres meses de labor.
“Embryo” como preludio instrumental de “Children Of The Grave” y la cadencia que daría, junto con otros temas de la banda como “Symptom of the Universe” del disco Sabotage a la creación de un sub género del metal: el thrash. En sus temas y primeras obras en conjunto se puede apreciar la influencia directa de la banda en el género y sus variantes: el denso tono que daría origen al Doom Metal, el ocultismo en la lírica que inspiraría al Black Metal, la sucia energía que daría inspiración al Stoner.
“Lord of this Word” para emular a aquella gran bestia alada que se cierne sobre nuestras cabezas mientras el mundo colapsa ante el tritono diabólico de una Gibson SG negra. La pesimista y oscura “Solitude” emulando un relato medieval, “Into The Void” como himno a una humanidad enferma y autodestructiva y como último sello de un disco que funcionó como una especie de libro sagrado para bandas como Candlemass, Corrosion of Conformity, Cathedral, Saint Vitus, Sleep, y como un legado inspiracional para más recientes valores como Inter Arma, Pallbearer, Elder, YOB y Windhand. A 45 años de distancia Master of Reality basa su existencia en todo lo que ha inspirado, 34 minutos bastan para marcar a una generación de músicos como un sello escarlata en la frente.