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En Seattle, a la edad de cero años, Jimi Hendrix nació el 27 de noviembre de 1942. A los cuatro, sus pulmones prodigaron a través de una armónica la primera desarticulada música. Después eligió un violín para hacer resonar lo que en su interior bullía. Entre los 14 y 15 años hermana con la guitarra¹, con la primera eléctrica, una Danelectro2, fraguó el sueño para emular el sonido de Robert Johnson, ese otro extraordinario, solitario y empobrecido blusero que inauguró el Club de los 27 en 1938.
La vida de Hendrix transcurrió como un electrizante y trastornado solo de guitarra, padres separados, hermanos entregados en adopción, madre ultimada por una cirrosis alcohólica, desaprovechamiento escolar, insustanciales trabajos y un arresto por conducir un auto robado, condición que reemplazó por enrolarse al ejército. Licenciado de la División de Paracaidistas en 1962, resuelve su entrega total a la guitarra³.
Jimi forma grupos y se integra a otros adiestrándose en la pobreza o detrás de otros músicos. De gira con esas trémulas y fugaces bandas, obligado por la subsistencia, surge el Hendrix por hoy todos conocido en Nashville, Tennessee⁴, donde la música es el pan y el vino de los agraviados por la voraz industria musical y por los mismos whiskies. Tras cuatro años de sobrevivencia, en 1966 es dispensado por la fortuna, Linda Richards presentó al resuelto guitarrista con el bajista de The Animals, Chas Chandler. Recién entregado al manejo de músicos, ofrece a Jimi diseminar fragores en el Reino Unido, donde arriba en septiembre para formar con el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell, Jimi Hendrix Experience. El trío debuta en vivo compartiendo escenario con una cremosa trinidad integrada por Jack Bruce, Ginger Baker y un mano lenta que llegó a ser dios, Eric Clapton⁵.
En Inglaterra se disipa la neblina, la púrpura y la londinense. La tríada experta únicamente graba tres discos de estudio, Are You Experienced y Axis: Bold as Love, ambos en 1967 y Electric Ladyland en 1968, en este último, el blues, potencializado por pedales y amplificadores, renace en uno de los suyos, en los dos primeros, la psicodelia y su siamés el rock, trastocan el orden.
Jimi Hendrix tendría grandiosas y salvajes presentaciones ante centenas de miles como en el Atlanta International Pop Festival, otras legendarias como la de los festivales de Monterey o Woodstock, algunas más hoy permanecen escondidas bajo el manto del mito como la de Copenhague donde por primera vez destruye su guitarra⁶ o la ocurrida en nuestro país.
El inverosímil concierto de Jimi en México fue en el impávido bar del Barón Rojo del aeropuerto del Distrito Federal en 1969, los asistentes, un puñado de indiferentes parroquianos, pasaron por alto la incendiaria ejecución de ese extrañísimo guitarrista. La mesera que atendió al músico pirómano tuvo la mejor de las propinas, primero, le ofrendaron "Foxy Lady" y, tras servir varios bourbon straight, viajó a Toronto con el autor de la garganta y la canción⁷.
En 1970, tras 27 años de entrega a la vida, Hendrix vació todo el vino dentro de sí, liberó a sus guitarras del alcohol y, desde el 18 de septiembre, pagó membresía vitalicia al club fundado por Robert Johnson, desde entonces el viento toca la guitarra de espaldas y con los dientes, susurra Mary, mientras una pequeña ala, exaltada, cae lánguidamente sobre una casa roja.