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En su más reciente disco Ordinary Man, mencionó: “¿Qué pensaré al pronunciar mis últimas palabras? ¿Qué pensaré al dar mi último suspiro?" Y él mismo se respondió “No quiero morir como un hombre común y corriente”.
Un día su padre le dijo que haría algo grande o terminaría en la cárcel y es tan cabrón (no hay otra palabra para describirlo) que consiguió las dos cosas. Estuvo preso unos meses por un robo durante su juventud y es conocido como “El padre del heavy metal”.
Por más que le di vueltas, no tenía idea de cómo iniciar este texto. ¿Qué le podrías decir a alguien que contra todo pronóstico está cumpliendo 72 años? Y sí, digo, contra todo pronóstico porque si la vida no es fácil, con el rock and roll menos.
Muchas leyendas se hicieron al morir a temprana edad, algunas, me atrevería a decir, quizá no lo serían si hubieran tenido un destino menos fatal. Pero Ozzy, no Ozzy, él, pareciera ser inmortal, de lo contrario no sería “El príncipe de las tinieblas”.
¿A quién le tenemos que dar gracias por la vida de Osbourne? A dios o al diablo, posiblemente a ambos y a todos los que quizá no conozcamos. Ozzy, es el claro ejemplo de lo que es vivir al máximo y contarla al final de cuentas.
Hay múltiples anécdotas acerca del fundador de Black Sabbath, algunas que al final, se convirtieron en leyendas urbanas (o reales) que siempre acompañarán la figura de Osbourne. Que si mordió un murciélago, lamió orina del piso o inhaló hormigas, que si se rompió el cuello alguna vez, ahora tiene Parkinson, enfisema y ahora le tiene miedo a la covid (lo afirmó recientemente en una entrevista para GQ).
Podrá pasar lo que sea y afortunadamente Ozzy sigue ahí, en la música que creo con su banda, en la que sigue haciendo como solista, en todos los músicos que influyó y que ahora se dedican a ello por haberlo visto en un escenario o por escucharlo en la radio.
En su momento algunas personas dijeron que era “satánico”, incluso, lo acusaron de haber influenciado a un joven con su música a suicidarse; pero para otras, era el hombre de familia que sin miramientos nos dejaba verlo viajar y convivir con su familia.
Si esperabas leer algo sobre su vida, este quizá no sea el texto adecuado, para eso está Wikipedia. Aquí solamente y lo único que haré, es decirle felicidades a un personaje que posiblemente nunca lea esto, pero tú sí y probablemente después, irás a escuchar tu canción favorita del buen Ozzy.
No sabemos a ciencia cierta cómo es que sigue vivo, (él tampoco lo sabe) a mi una cruda ya me está tumbando, no le tuvo miedo a nada, vivió al límite y ahora, ya que lo vemos algo aquejado por la edad y sus secuelas, sigue pensando en hacer rock. A penas sacó nuevo disco y nos debe un tour mundial, esa fortaleza, no la tiene ni Obama.
Ozzy Osbourne es una leyenda viviente y es por eso que prefiero escribir en su cumpleaños y no un epitafio. Él ha vivido como ha querido y lo sigue haciendo, nos ha inspirado, nos ha hecho cantar, brincar y emocionarnos con su voz.
Solo tienes que escuchar el inicio de “Crazy Train” para aflojar la cabeza, dejar de hacer lo que estabas haciendo, levantar lo que sea que estés bebiendo y decir “Gracias por tanto Ozzy, feliz cumpleaños”.
Quizá llegar a los 72 años para la esperanza actual de vida sea poco, pero dada la vida que llevó Osbourne, es un milagro, de dios o del diablo, pero ¿a quién le importa? A él le preocupa ser un hombre ordinario, cuando prácticamente ya nos cambió la vida.