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Manejando por la franja de Las Vegas en un Cadillac Fleetwood color rosa, cortando el viento y con las palmeras cubriendo el sol abrasador. Es difícil imaginar esa escena sin Elvis Presley al volante, y es que el auto se ha convertido en una verdadera extensión de El Rey. No se puede hablar del músico sin mencionar a Cadillac, pues además de ser la marca que siempre lo acompañó, también sus automóviles han servido como medida para entender las diferentes etapas de su vida.
Cuando Elvis Presley compró su primer auto a penas despegaba su carrera y tuvo que ir a una agencia de usados. Ahí, se enamoró por completo de un Cadillac rosado con el toldo blanco, y la compra marcaría el inicio de una completa obsesión. Cuenta el cantante que estaba tan fascinado con su automóvil que lo estacionó justo en frente de su cuarto de hotel para poder verlo toda la noche. Pero tal vez fue ese entusiasmo lo que hizo que ignorara el mal estado del auto, el cual se incendió en la carretera unos meses después.
Luego de unas semanas de luto, Elvis compró otro auto y, por supuesto, tenía que ser un Cadillac rosado. Pero ya no era un simple preferencia por el color o una marca, El Rey encontraba en ese auto algo especial, un manifestación de su identidad.
Aunque el innovador diseño en sus modelos era una forma de llamar la atención del mercado, lo que crearon con el Cadillac fue algo mucho más grande. Esa arriesgada imagen le daba a los autos una personalidad que encantó a muchos, incluido el músico más importante de Estados Unidos. La abundancia de cromo, los colores brillantes y las enormes aletas con calaveras de bala, son comparables con los ostentosos atuendos de Elvis Presley. La idea de la pedrería y las solapas en los jumpsuits bien pudo nacer gracias a un Cadillac.
Pero la relación más evidente entre el Cadillac y Elvis Presley surge desde los valores del self made man: un hombre que consigue el éxito a través del trabajo duro y el esfuerzo. Antes de ser El Rey, Presley tuvo que pasar por momentos difíciles debido a la situación económica de su familia. Sin embargo, su humilde origen no fue una adversidad y su empeño lo convirtió en la estrella más importante de su generación. Ese ideal, nacido del sueño de la abundancia, no lo representa nadie mejor que Cadillac. Tal vez por eso, aunque tenía cientos de automóviles, solo uno podía manejar la presencia de Elvis y ese era el Fleetwood rosa.