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La leyenda jamaiquina creció, junto a su amigo Bunny O’Rilley, en una pequeña zona de Saint Ann, tocando la guitarra y jugando al fútbol, el deporte favorito en la isla.
La obsesión de Bob Marley creció gracias a las primeras grandes figuras del fútbol jamaiquino: Lindy Delapenha y Gil Heron, los primeros jugadores en ir a Inglaterra. Sin embargo, el músico atribuía su gusto por el deporte a los genes, su padre era el capitán de un navío inglés.
Marley trascendió gracias a la música, pero el fútbol siempre lo acompañó. Durante sus giras con The Wailers, siempre cargaba con un balón y aprovechaba cualquier descanso para jugar. A final de cuentas, solo necesitaba un par de piedras para las porterías.
Bob Marley jugaba de medio creativo, le gustaba hacer regates, pasar entre los defensas, subir y soltar fuertes cañonazos. Según su compañero Neville Garrick, perdieron incontables balones debido a los potentes disparos de Marley.
A pesar de su estilo brusco de juego, el cantante siempre lograba convencer a todos para un partido, incluso a gente que no sabía jugar o ejecutivos Island Records. Retaba a sus ingenieros durante grabaciones, a periodistas durante entrevistas, y a los artistas que conocía en sus giras. El músico Eddy Grant fue testigo de la ferocidad del "Rey del reggae".
Durante los años 70, en el punto más alto de su carrera. Bob Marley no solo usó su fama para influir en situaciones políticas de su país y predicar la paz, también aprovechó su nombre para conocer a algunas de las grandes estrellas del fútbol, como el seleccionado brasileño Paulo César Cajú y el astro jamaiquino Allan “Skill” Cole, quien incluso fue su tour manager. Aunque nunca los conoció, sus dos ídolos eran Pelé y el argentino Osvaldo Ardiles, de quien siempre pedía que grabaran sus partidos con el Tottenham.
En 1977, mientras jugaba un partido en París, Marley se lastimó el pie debido a una falta y a que no traía zapatos de fútbol. Esa pequeña y famosa herida llevó a un diagnóstico de melanoma.
El resto de la historia es bien conocida, Bob Marley se negó a tratarse y siguió con su vida hasta que en 1981 el cáncer llegó a su cerebro.
Cuando hablamos de Bob Marley lo primero que se nos viene a la mente es música y el movimiento Rastafari. Podemos armar la figura de este artista con los colores, la ropa, las rastas y su icónico tam. Sin embargo, el verdadero Marley no estaría completo sin un balón y unos tachos, sin la vida que le daba el fútbol.