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"Lately, I just can't seem to believe, discard my friends to change the scenery. It meant the world to hold a bruising faith, but now it's just a matter of grace. A summer storm graces all of me, highway warm sing silent poetry . And I could bring you the light and take you home into the night."
-"To Sheila"
Hola Sheila, tu arpegio inicial me sigue conmoviendo de la misma forma desde hace 20 años, the sky's cruel touch, calentamiento global, el futuro antes idealizado, lo que ahora son difusos recuerdos de estar frente a un anaquel y admirar la portada de Adore para rendirle honores a su legado oscuro. Hace tanto tiempo y aún me haces sentir.
Hasta ese momento y a pesar de las rupturas internas, The Smashing Pumpkins me daba a entender en una frase que siempre estarían conmigo: “we must never be apart”, y a pesar de la densa bruma que encierra “Ava Adore” a diferencia de la luminiscencia de la anterior melancolía infinita, cada letra y acorde embonarían perfecto con mi vida en aquel momento cual travesía adolescente en la preparatoria, cuando intentabas ser perfecto para alguien que como tú debía encontrar entre los libros, los ensayos, las ecuaciones y los planes a futuro, alguna pequeña razón para sonreír: amigos, amantes, cartas con tinta morada en hojas de colores dobladas de tal forma que encajaban con un encanto difuso, tímidas miradas, el acuerdo de verse a la salida, un beso torpe bajo la sombra de un árbol, jacarandas muertas en el pavimento: “Angel, you know it's not the end we'll always be good friends, the letters have been sent on”.
Daphne desciende en una espiral de extrañeza, de doloroso rechazo, porque también hay sueños rotos entre clases, niñas que nunca te harán caso, pero que a pesar de eso, un ánimo enfermizo de atención hace que les ayudes con sus análisis sobre textos de Franz Kafka. Piensas que “Once Upon a Time” musicaliza perfectamente tu idilio y la ilusión por caminar más allá de las cuadras que separan a la escuela de tu transporte a casa con ella, a un palacio abandonado con una fuente de agua estancada, paredes a punto de caer cuál último adiós. Finalmente llegará la realidad, “Tear”, el dramatismo de Billy Corgan, James Iha invocando el duelo, D’Arcy cual Magdalena penitente con una mano en su rostro en lamento y otra en tu hombro cuando abatido figuras como todo se desintegra, “where is your heart run to?”.
“Crestfallen” como condición permanente: “who am I to need you when I’m down?”, hace 2 décadas, hace 4 meses, hay cosas que no cambian, solo duelen de diferente forma. Canciones que en su momento figuraron una extraña transformación de la banda, cambiando el filoso grunge por el mood gótico, el teñir de la gracia plena hacia la experimentación, el descubrir que los fans permanecen a pesar de la desgracia. Jonathan Melvoin como la víctima de las siniestras adicciones, Jimmy Chamberlin como daño colateral, la desconcentración y el hastío que llevarían a un final inevitable. Pero a pesar de las discordias la lírica siempre saldría triunfante, y las mismas cajas de ritmos que acompañarían a The Smashing Pumpkins como en sus primeros días volverían a ofrecer maravillas como “Appels + Oranjes” y “The Tale of Dusty and Pistol Pete”.
“For Martha” como dulce y entrañable réquiem para la madre de Billy Corgan, el amargo adiós que nunca esperaste vivir y que te cambió completamente la vida. Décadas seguirán pasando cual 17 segundos, el último track de Adore como ejercicio de compasión, paz, como recordatorio de que el amor es la energía detrás de todo lo creado, para recordar todo lo que es bueno, las heridas y el dolor, la fe, volver a creer en ti, resplandor, elevar una plegaria, 17 segundos es todo lo que necesitas.