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A 55 años del álbum debut de The Velvet Underground And Nico

A 55 años del álbum debut de The Velvet Underground And Nico

Los excesos como inspiración para crear el disco más influyente con menos copias vendidas de la historia.

La palabra “éxito” es una de las más engañosas que existen. Sin importar lo que dice el diccionario, su definición es confusa e inexacta. Para describirla siempre se cae en contradicciones aunque lo cierto es que la mayoría de los músicos desean obtener reconocimiento al instante y, en ocasiones, a cualquier costo. No todos pueden ser como The Velvet Underground: tres hombres y una mujer malencarados que nunca aspiraron a satisfacer a los demás… aunque al final se convirtieron en el símbolo de más de una generación.

Cuando se piensa en 1967 la mayoría de los recuerdos son acerca del flower power y el movimiento hippie. Fue un año marcado por las vestimentas multicolores como The Beatles y las mujeres con elaborados peinados al estilo ye-yé. Pero antes de que la familia comandada por Charles Manson cometiera los crímenes que acabaron con la era del Paz y Amor hubo un conjunto que ya había abierto los ojos.

La siempre lluviosa Nueva York sirvió de escenario para que cuatro inadaptados y verdaderos outsiders unieran sus esfuerzos. Cada uno contaba con gustos bastante variados pero la suma dio como resultado un estilo único que no se había escuchado hasta entonces. El secreto fue conseguir un “elaborado sonido primitivo” a pesar de la contradicción de ese término.

Un conjunto distinto a los demás en todos los sentidos

Los fundadores del cuarteto fueron Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y el baterista Angus MacLise, quien al poco tiempo fue reemplazado por la veinteañera Moe Tucker. Tener a una mujer en las baquetas no era algo que se veía muy seguido en ese entonces pero si algo era claro es que The Velvet Underground no era como los demás.

Dentro del combo había seguidores del incipiente garage pero también de la música clásica. Mientras que la otra fuente de inspiración fue la literatura maldita de escritores como William S. Burroughs y Allen Ginsberg. La generación beat, marcada por sus excesos y negación a todo lo establecido, fue una parte fundamental en esta historia.

Tanto por su actitud desfachatada como por ser unos junkies declarados los cuatro neoyorquinos lograron captar la atención de Andy Warhol. El artista no dudó en adoptar a este joven conjunto para su espectáculo multimedia Exploding Plastic Inevitable. Las noches de improvisación musical eran acompañadas de proyecciones, bailes y el consumo de todo tipo de alucinógenos.

La unión fue más allá de una temporada de presentaciones y se extendió a la grabación del primer álbum de la banda. Para su realización hubo una total libertad salvo por un pequeño detalle: se impuso a la cantante alemana Nico en tres temas. Su voz fría y fantasmal fue el complemento perfecto para el sonido final.

El final de la generación de la esperanza y el inicio de las crisis mundiales

Con todos estos elementos, el 12 de marzo de 1967 el mundo conoció el LP que a la fecha muchos recuerdan por su emblemática portada creada por el propio Warhol y que ya forma parte de la cultura popular. Con respecto a la parte musical destacan los temas que hablan sobre desesperanza, abusos y drogadicción. Antes de la llegada de los Sex Pistols algunos ya afirmaban que no había futuro.

De forma paradójica, lo primero que suena en la abridora “Sunday Morning” es un juego de campanas que asemejan a una dulce canción de cuna. Representa un bálsamo para los oídos y es la preparación para todo lo que está por venir. En "I'm Waiting for the Man" se muestra lo más cercano a una canción convencional de rock con la nasal voz de Reed que carece de virtuosismo pero representa el relevo generacional que anticipa la próxima llegada del punk.

Una de las principales virtudes del disco es la franqueza de las letras. El punto más alto se alcanza con “Heroin” que es una carta de amor de un drogadicto. No hay mensajes escondidos porque todo está bastante claro. Además se trata de una caótica sinfonía que se extiende por siete minutos con la viola de Cale como protagonista. El día que llegue el final del mundo debe ser la canción oficial que suene durante la desaparición de la humanidad.

El álbum va de extremo a extremo y cada pieza representa un género distinto. "Femme Fatale" es una balada romántica. En tanto que "Venus in Furs" podría ser una pieza oriental después de probar todo tipo de sustancias prohibidas. Mientras que al final, la ópera prima de The Velvet Underground es uno de los puntos más altos del avant garde. Además confirma que la música es mucho más que la simple unión de ritmo, melodía y armonía.

Un fracaso en ventas pero un éxito en todo lo demás

En el momento de su publicación el álbum apenas vendió 30 mil ejemplares, una cifra de risa para los estándares de la época. Las pérdidas para la disquera pudieron ser estratosféricas en otro tipo de condiciones. Pero como una vez lo dijo Brian Eno, cada persona que lo compró decidió formar su propia banda de rock. Además la influencia se ha transmitido de generación en generación a lo largo de todo el mundo. Si los hijos son Television entonces los nietos son The Strokes y los bisnietos Descartes A Kant.

Con lo anterior en mente, la vigencia del trabajo es tan grande que después de más de medio siglo se mantiene como una de las obras más altas creadas durante el siglo 20. Por lo mismo, es el ejemplo más claro de que el “éxito” es demasiado subjetivo. Algunas veces se puede ganar y perder al mismo tiempo.