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Playlist, sencillos cada mes o cada semana, la industria musical se ha enfrascado tanto en las plataformas digitales que se ha olvidado un poco la escucha de un disco completo. Se dice que ahora solo necesitas 20 segundos para que una canción te atrape, pero en los 70 las cosas eran muy distintas y Black Sabbath cambió las cosas, no con un sencillo, sino con cuatro discos en dos años.
Han pasado cinco décadas del Master of Reality, de ese disco que nos dejó canciones como “Children of the Grave”, “Into the Void” o “Sweft Leaf”. Llegó en julio de 1971, a tan sólo tres años del inicio de la agrupación, en uno de sus mejores momentos.
Es curioso, la banda originaria de Birmingham lanzó 19 producciones en toda su carrera y si bien, todos tienen éxitos o dejaron alguna canción emblemática, los primeros cuatro se publicaron en 1970 y 1971. Consagrándose así como pioneros y leyendas del heavy metal.
En febrero del 70 salió el homónimo, en septiembre el Paranoid y a tan sólo 10 meses el Master of Reality; eran una bomba creativa que estaba escupiendo canciones e himnos que cambiarían a más de una generación. Misma situación que también los llevaría a vivir excesos y otras situaciones que terminaron en un descanso posterior a la gira de este álbum.
Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward se metieron al estudio después del éxito de Paranoid, ahora con más presupuesto y obviamente más drogas. Ahí consiguieron sacar un disco a tan sólo 6 meses del anterior. Actualmente, la industria nos tiene sencillo tras sencillo para tener un disco cada tanto y en esos años, no paraban de crear.
Es un disco emblemático por dentro y por fuera, la música es excepcional y la portada es memorable. Las letras púrpura ondeando como si les pegara el viento, con una tipografía que reconocemos en segundos, es, simplemente la confirmación de que estaban cambiando los paradigmas, hace ya, 50 años.
Al rededor de Black Sabbath hay muchas historias, la mayoría de ellas, sobre excesos, peleas, cambios en la alineación, pero hay un factor en común. Fue una banda que cambio la manera de escuchar música, sólo necesitamos escuchar temas como “Children of the Grave”, el bajo, el riff potente, la batería que crece y arranca para nunca parar, con la voz de un joven Ozzy que es simple y llanamente una belleza sonora.
El disco tiene 8 canciones y los temas menos populares de este disco que son piezas instrumentales de la autoría de Iommi son “Embryo” y “Orchid”, es curioso, sus números no son muy grandes a comparación del resto, pero son el enlace perfecto entre ellas.
No hay nada al azar, por eso es que después del potente sonido de “After Forever” llega “Embryo” que endulza el oído y que es el preámbulo perfecto para “Children of the Grave” que a pesar de tener una salida larga y silenciosa, cuando pasas a “Orchid”, te sitúa en otro lugar y te deja listo para llegar a “Lord of this World”.
De ahí la importancia de escuchar los discos completos y no separados en sencillos, por algo cada canción iba antecedida y precedida por otra, para que llevaran un hilo. Si bien, los métodos de consumo han cambiado, no estaría mal retomar la escucha completa de un álbum.
Además, las remasterizaciones, audífonos con mejores tecnologías nos permiten acercarnos más a los sonidos, lo cual mejora la experiencia de escucha. Hay hábitos que hemos perdido pero que valdría la pena recuperar y más con piezas como esta para rendirles el honor que se merecen.