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Con más de dos décadas de trayectoria musical, Róisín Murphy, sigue teniendo ese brillo indispensable en los ritmos dance, house y pop. Es una artista en solitario que se mantiene presente en las listas de los temas más escuchados.
Este 8 de julio se cumplen cinco años desde el lanzamiento de su álbum Take Her Up To Monto, disco que llevó a Murphy a una experimentación lejana. Una producción conformada por composiciones que se despojan de la ilusión de coherencia y orden, con la esencia de su prodigiosa voz.
Take Her Up to Monto ofrece un conjunto de nueve pistas que muestran un tono y una sensación similares a las ocho canciones de su anterior álbum, Hairless Toys, y mantiene el mismo alto nivel de calidad establecido por su predecesor. Los temas revolotean entre géneros, unidos por el espíritu intrépido e inquieto de la irlandesa, que ha consolidado a su disco como el “más extremo, dinámico, complejo y popero” a lo largo de su carrera.
El abridor "Mastermind" cuenta con son seis minutos y medio de disco sin esfuerzo, claro ejemplo de cómo Murphy puede ser una vocera para el género fácilmente capaz de llevar sus sonidos a la pista de baile. Le siguen los tracks "Ten Miles High" y "Nervous Sleep" en donde se fusionan géneros, sonidos y sentimientos; en cortes como "Romantic Comedy” y "Thoughts Wasted" sus bases naufragan y se hacen repetitivas, las transformaciones ya no resultan tan emocionantes. Caso contrario en las composiciones de "Lip Service”, “Pretty Gardens”, “Whatever” y la balada del final, "Sitting And Counting", que conectan con la artista más emocional y carnal.
El éxito de Take Her Up To Monto radica en la suma de todas sus pistas. Este disco supuso el trabajo de Róisín, quien no se siente forzada por ser la más conocida en la escena pop y decide crear un sonido único que dislumbra por su originalidad y que opera desde la periferia, a su propio ritmo y con sus propias normas. La cantante representa al artista pop libre, valiente y sin ataduras comerciales.