Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
El rock siempre ha buscado nuevos horizontes. Considero que sería un grave error intentar definir con una sola serie de sonidos a un género que siempre ha sido hijo de su tiempo, de la tierra donde se hace y del contexto donde se desarrolla. El rock tuvo sus guerras, su sangre, sus retos y sobre todo, tuvo el valor para consolidarse como algo siempre vigente, pero todo esto gracias a la interacción con la música que predomina según la región donde se encuentre. Es ahí donde podemos ubicar a Invisible, una banda que siempre buscó hacer algo diferente, y que en El Jardín de Los Presentes, lanzado un 29 de septiembre, encontró la gloria y aquel anhelado nuevo sonido.
Era 1976 y ya no se podía encasillar al rock como algo primitivo en Latinoamérica, específicamente en Argentina, uno de los pocos países que en verdad tenía posibilidades (muy pocas) políticas y sociales para desarrollarse. En marzo de ese año el país del cono sur sufría un golpe de estado orquestado por Jorge Rafael Videla, mismo que comenzó una época de terror que duró años, y que fue culpable de la desaparición forzada de miles de personas, así como la censura y la presencia de militares en las calles, así como en los conciertos.
La música, y en específico el rock era el contrapeso, la prensa estaba en su contra y a cualquier persona que se le pudiera ver en las calles con el pelo largo y con el aspecto de que escuchaba esta música corría el riesgo de nunca más volver a casa. Algo que quedó claro desde aquel entonces es que la política jamás va a tener la dignidad y la humanidad que tiene la música y el arte. Ahí podemos ubicar a Luis Alberto Spinetta, la figura máxima del rock argentino, que en tan solo seis años ya tenía en su trayectoria ocho álbumes publicados, algo que solo él. Para su novena llevaría al fanático de la música a un jardín verde, al Jardín de Los Presentes, pieza que celebra 45 años de historia.
Con aquella experiencia tuvo la brillantez de acercar de manera definitiva al rock progresivo con el jazz y el tango, algo que se había hecho en otras ocasiones por el mismo artista en los dos pasados álbumes de Invisible, un homónimo y Durazno Sangrado, aunque lograría plasmar con mejor resultado esta mezcla hasta El Jardín de los Presentes. Quizás otro artista que también buscaba darle un nuevo giro al paradigma del rock era Charly García, quien había hecho cosas interesantes con Sui Generis y enfrentaba a la par su primer reto con La Máquina de Hacer Pájaros.
Para El Jardín de los Presentes, Invisible cambiaba su formato de tridente (Spinetta, "Machi" Rufino y "Pomo" Lorenzo) y añadía a Tomás Gubitsch en la guitarra, decisión que hasta cierto punto sería polémica para los fans de la banda, aunque con el tiempo le darían el visto bueno. Al final, los aportes de Tomás son vitales para este álbum, quien de hecho años después seguiría su camino exiliado por la dictadura y se uniría al octeto de la leyenda del tango Astor Piazzolla.
Considero que uno de los grandes logros de Invisible para El Jardín de los Presentes es que pese a tener solo ocho canciones logra meterte en muchos momentos, esto gracias a la gran serie de matices y de espacios instrumentales donde cada uno de los cuatro integrantes da cátedra de sus habilidades como artistas. Es un álbum con una estética sonora brutal, y al mismo tiempo simboliza algo que no tenía precedentes en lo que ya se conocía del rock argentino.
"El Anillo del Capitán Beto" se encarga de abrir el disco y es fiel reflejo de todo lo que encontraremos en el álbum: cambios de ritmo abruptos, parones, giros y un diseño sonoro que bien podía convivir con la psicodelia, el rock progresivo, el tango y el jazz. No era precisamente ese blues o folk que predominaba en registros anteriores de Luis Alberto Spinetta, aspiraba a cosas diferentes y vaya que lograba plasmar esa energía y sensibilidad que tenía como objetivo el grupo.
Hay temas como "Los Libros de la Buena Memoria" y "Que Ves el Cielo", que son bastante suaves y que dan una genial perspectiva de los detalles, y es que cada sonido está tan bien acomodado que es algo digno de destacarse, aquí gran mérito de cada uno de los integrantes que estaban muy bien acoplados. Otro tema que destaca por esta sensibilidad es "Doscientos Años", donde se juega un brillante solo de guitarra ligero.
Otras canciones como "Alarma Entre los Ángeles", "Ruido de Magia" o "Las Golondrinas de Plaza de Mayo" se muestran con mayor intensidad y melancolía. La banda sube el volumen y se lleva al limite con ritmos trabados y remates por parte de Héctor "Pomo" Lorenzo en batería, bajeos sólidos de Carlos Alberto "Machi" Rufino, uso de bandoneones cortesía de Juan José Mosalini y Rodolfo Mederos y teclados y geniales desplantes en la voz de Luis Alberto. "Alarma Entre los Ángeles" destaca por la genial seguidilla de solos de guitarra hechos por Tomás Gubitsch, quien cabe señalar que apenas tenía 18 años.
Probablemente el tema que marca el clímax en El Jardín de Los Presentes es "Perdonado (Niño Condenado)", mismo que muestra una dualidad sonora muy interesante, donde la banda pasa constantemente de un estado relajado a uno vertiginoso, siendo una obra brutal y probablemente una de las mejores en toda la obra de Luis Alberto Spinetta.
En aquel entonces e incluso un poco ahora se ha vivido una especie de incertidumbre extraña, que todos damos por hecho pero también ignoramos. Esta incertidumbre se refiere desafortunadamente a lo endeble que puede ser la vida, a que no sabemos si volveremos a casa porque cualquier cosa nos puede pasar. ¿Qué nos protege si en cualquier momento todo se puede esfumar?, El Jardín de los Presentes nos es en buena parte un recordatorio de esas cosas que nos llevamos en el alma, que es nuestra única acompañante en vida y en muerte.
"El Anillo del Capitán Beto" hace una referencia a eso, "su anillo lo inmuniza de los peligros pero no lo protege de la tristeza" es una de las frases más nobles de toda la obra, y curiosamente en la letra también se enuncian otras cosas que atesoramos y llevamos como símbolos en la vida, quién sabe si nos acompañen en la muerte... Puede ser un banderín de River Plate o la imagen de un santo, porque pocas cosas tienen tanto impacto en el hombre como el futbol y la fe.
Esta canción habla la historia de un conductor de transporte colectivo que en el camino llega a un viaje cósmico, que se podría traducir a la muerte, y que solo le acompaña su alma y esas cosas que atesora. Luis Alberto Spinetta dejó claro que esta canción era dedicada a un conocido de la banda que falleció ahogado en una piscina y no a Norberto "El Beto" Alonso, jugador emblema de River Plate, equipo al que le iba El Flaco.
El Jardín de los Presentes está lleno de poesía, "Los Libros de la Buena Memoria" es una obra con analogías al amor impresionantes, que están llenos de efusividad y pasión. "Que Ves el Cielo" aparece como un giro más optimista, enfocado a los sueños pero también con una letra muy bien sintetizada.
Otra canción con una historia interesante es "Doscientos Años", que en palabras del mismo Spinetta se relaciona con el nadador argentino Antonio Abertondo, el primer hombre en cruzar el canal de La Mancha nadando. Al final la canción es la recopilación de paisajes creados con palabras que reflejan las estocadas heroicas.
Otro hermoso paisaje que existe en el álbum es al final con "Las Golondrinas de Plaza de Mayo", que narra un poco la vida de las aves y como es que nos observan y van y vienen según el temporal. Si bien se le pueden encontrar muchas metáforas con la dictadura y las personas que ya no estaban, Luis Alberto dijo que no hizo esta referencia de forma consciente. Y curiosamente el año siguiente se formaría la Asociación Madres de Plaza de Mayo, dedicada a luchar en favor de los desaparecidos y detenidos por el gobierno. Finalmente, "Perdonado (Niño Condenado)" es una sublime historia inspirada en "Amapola", una mascota de Luis Alberto.
Mirando una perrita que tenía en casa, sentí que era casi un ser humano pero que ciertos designios la habían conminado a ser un can. Allí nació la idea de "niño condenado” a ser perro por el diablo de febrero, pero a la vez perdonado. Perdonado de la angustia existencial de ser un humano o de ser un niño que pide limosna bajo la lluvia", llegó a expresar Spinetta sobre como nació la canción.
El Jardín de Los Presentes puede interpretarse como una brillante fotografía de las extensiones del alma, de como es que logramos conectarnos con las personas que amamos y con el mundo a través de esa esencia increíble que tiene cada uno. El mundo podría ser violento, lleno de sangre y con pocas certezas, pero está claro que todas las almas conviven en ese jardín.
El diseño de la portada fue llevado a cabo por Juan Gatti, un artista plástico destacado que trabajó también la portada de Artaud y llegó a hacer obras en conjunto para Pedro Almodóvar. Por otra parte, el nombre fue sugerido por el fotógrafo Eduardo Martí, un amigo íntimo de Luis, que además es padrastro de Emmanuel Horvilleur, quien formaría años más tarde junto a Dante Spinetta la banda Illya Kuryaki And The Balderramas.
Entre las charlas que teníamos, se me ocurrió sugerirle ese título y a Luis le encantó. Tenía que ver con el jardín donde estamos presentes todos y donde estaremos cuando ya no estemos en este mundo. Vamos a estar seguramente en algún jardín imaginario. Vaya a saber. O por lo menos creamos que nos va a suceder eso", expresó en su momento Eduardo Martí.
El Jardín de Los Presentes es una de las obras definitivas para entender el legado de Luis Alberto Spinetta, fue el último álbum de Invisible y salió a la luz el 29 de septiembre de 1976, a posteriori tuvo dos presentaciones en el Estadio Luna Park frente a 25,000 personas, logrando una de las audiencias más altas en este recinto, solo comparado con la despedida de Sui Generis. Al siguiente año, Invisible se tendría que separar por amenazas de muerte a los integrantes, además de la detención de Luis Alberto Spinetta.
Te invitamos a darle play a continuación.