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Finales de la década de los 70. La Guerra de Vietnam deja graves daños económicos y morales, la Crisis del Petróleo obliga a un reajuste en las relaciones geopolíticas, y el imponente bloque socialista comienza a dar señales de su desintegración. Antes de la entrada a los años más tensos de la Guerra Fría, el grupo británico de post punk, Gang of Four, se encargó de atestiguar en Entertainment! (EMI, 1979) y Solid Gold (EMI, 1981) el desencanto hacia un mundo dominado por el consumo, el terrorismo y la depravación de las ideologías imperantes. Su segundo álbum de estudio cumple hoy 40 años, pero el eco de sus máximas políticas resuena hasta bien entrada la tercera década del siglo XXI.
En medio de este espinoso contexto político, que en Gran Bretaña tomó la forma de crisis económica, protestas y surgimiento de grupos extremistas, cuatro estudiantes de arte en Leeds vieron una oportunidad para empuñar las guitarras y trasladar la retórica marxista al encanto desenfadado del rock. Sin embargo, Andy Gill, Hugo Burnham, Jon King y Dave Allen renunciaron a la ejecución salvaje y casi improvisada del género; en su lugar, apostaron por un punk donde cada nota es ejecutada con precisión marcial.
En Entertainment! (1979) aparece por primera vez este estilo de guitarras angulosas y espacios vacíos, cuya escucha asemeja a la contemplación de una pieza cubista sobre fondo punk. Los instrumentos no discuten entre sí, sino que se toman su tiempo para respirar mientras una dupla de voces repite mantras que despotrican contra todas las caras del mundo atravesado por la polarización ideológica, desde la invención de la Historia hasta la degeneración capitalista del amor romántico.
Lamentablemente, y pese a la gran influencia que ejercería en el futuro, Entertainment! pasó a los anales del rock como un éxito de una sola vez, pues nada dividiría más a los fanáticos de Gang of Four que la continuación de su discografía. Solid Gold, estrenado apenas dos años después que su antecesor, fue el responsable de iniciar la disputa sobre la pertinencia y estabilidad del punk racionalizado que el cuarteto de Leeds introdujo al mundo del rock.
Solid Gold recupera la sonoridad geométrica de Entertainment!, pero la lleva a un terreno oscuro con melodías deliberadamente perezosas, guitarras en extremo disonantes y líneas de bajo cada vez más cercanas al funk. Una mezcla, por cierto, no muy diferente al estilo de la no wave, que conquistaba el panorama de la música independiente del otro lado del mundo.
Es en su abordaje temático donde Solid Gold encuentra una continuidad más firme con su antecesor, pues sus letras siguen la discusión sobre los temas que Gang of Four introdujo en su debut. “Outside the Trains Don’t Run On Time” y “The Republic” esbozan una crítica hacia las sempiternas ilusiones del patriotismo y el fascismo. “Cheeseburger”, por su parte, especifica esta idea al burlarse descaradamente del american way of life.
Por otro lado, “Paralysed”, “If I Could Keep It All For Myself” y “What We All Want” (corte favorito de quien escribe estas líneas), se mantienen como poéticas nihilistas sobre la falta de sentido en la vida, y sobre la dificultad para comprender sus desaforados misterios. Finalmente, “Why Theory” cuestiona al puñado de teóricos y científicos que insisten en categorizar académicamente todos los fenómenos del mundo, e invita a la apreciación hedonista del tiempo y su paso inevitable.
Mientras para algunos Solid Gold es una genialidad punk funk al nivel de referentes como Funkadelic, para otros no fue suficiente la mezcla entre política y lírica existencialista que Gang of Four ensayó en su segundo LP para hacer un digno sucesor de Entertainment!. Sin embargo, Solid Gold permanece como el último álbum que suena realmente al cuarteto de Leeds, antes de verse seducidos por las mieles románticas del new wave en trabajos como Songs of the Free (EMI, 1982) o Hard (EMI, 1983). Además, algunos de sus mantras continúan vigentes hoy en día, y resuenan con igual o más vehemencia que en su época.
“Sólo hay una condición: quédate en la cama o en la cocina”. Con esta línea, la canción “A Hole in the Wallet” critica el atropellado rol de la mujer en la sociedad occidental del siglo XX, ya atravesada por el levantamiento del feminismo, pero con escaso progreso en la cultura y la representación femenina. Menos simpática es “He’d Send in the Army”, tema que cierra el álbum y que entre percusiones de cadencia marcial, compara la estructura patriarcal de la familia tradicional con la formación militar. Ambos temas bien serían himnos de los tiempos que corren, donde el cuestionamiento de los roles de género, sea como sea, no ha dejado de crecer cada día.
Solid Gold quedó atrapado entre la percepción general de ser una obra infravalorada y la de ser un rotundo fracaso, si bien pocos álbumes a lo largo de la historia han alcanzado su hazaña: dividir a su audiencia sin perder su estatus de culto. Entre éste y su hermano mayor, Entertainment!, se logra una de las mancuernas más emblemáticas del siglo XX; ambas nos invitan al replanteamiento de las ideologías rancias que han dominado el espectro político y social por décadas, y no parecen dejar de hacerlo.
Tal vez, alguna de las frases repetitivas de Solid Gold escape del disco y se convierta en una consigna de protesta dirigida hacia los problemas que, lamentablemente, han sobrevivido al paso del tiempo. En ese caso, la música de Gang of Four habría cumplido su mandato.