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En Reino Unido siempre están pasando cosas que repercuten en el mundo de la música, y en 1985 The Jesus and Mary Chain sacó a la luz su primer álbum Psychocandy, un estallido que llevó a la isla a la locura, tal vez su mejor álbum o el más querido, repito, tal vez; agresivo, punk, directo, ruidoso, delicioso, como morder una trufa.
El ruido fue tal que a la banda escocesa se le ponía en el mismo costal que a Sex Pistols, sus en vivos estaban llenos de caos, se había consolidado como un fenómeno, mismo que necesitaba dar el siguiente paso con un segundo álbum, y la vara estaba alta.
Es cuando llega en 1987 Darklands, un LP que se crea bajo circunstancias importantes que terminan por darle una personalidad muy particular, primero la salida del baterista Bobby Gillespie (fundador de Primal Scream), que lleva a los hermanos William y Jim Reid a tomar la decisión de grabar con una caja de ritmos, además que deciden llevar el barco a otro rumbo y cambian su sonido.
Darklands a diferencia de su antecesor resultó ser hipnótico, acogedor, oscuro, contemplativo, atmosférico, del punk al post punk, de la trufa a un postre completo. Dicha decisión no resultó bienvenida por la audiencia a la primera, pero el tiempo pone las cosas en su lugar y hoy acá estamos recordándolo 35 años después.
Una vez que te montas en el play, no hay manera de bajarte, la canción homónima te recibe con un “I´m going to the Darklands, to talk in rhyme with my chaotic soul”, después pasas por canciones como “Happy when it rains”, “April skies” o “Fall” y te vas con “About you”, no hay desperdicio en esta peripecia de diez canciones .
Sin duda un disco influyente, que le da un peso muy grande a las letras, no sé si encontramos un sonido más maduro respecto a su antecesor, lo que sí, es que fue una etapa en donde los escoceses hicieron una apuesta importante y ganaron, apuesta que se llevó al show en vivo en donde se presentaban sin baterista.
En retrospectiva, Darklands viene a enseñarnos a hacer lo que queramos, lo necesaria que es la oscuridad, de mirarnos desde la noche, a abrazar lo que no brilla; en sus letras hay dolor, nostalgia y ganas de exponer las heridas.
Diez canciones, una portada desenfocada, guitarras que te abrazan, melodías con filo y un extraño poder adolescente conforman esta fórmula que llegó para influenciar a su generación y las siguientes, hoy, varios artistas han admitido cómo The Jesus and Mary Chain y este segundo disco los marcó, y cómo se encuentran en su música. No hay mejor forma de recordar esta producción que escuchándola de nuevo.
¡Play!