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En la historia de la música existe una constante que se repite en la mayoría de países: mientras mayor represión existe, mejor música se crea. En el caso de Estados Unidos, los 80 no fueron años de diversión como lo muestran los coloridos videos de Van Halen transmitidos en MTV. No se puede olvidar que también fue la década que vivió el régimen autoritario y represivo de Ronald Reagan.
Sin la posibilidad de acceder a los medios masivos de comunicación, en las alcantarillas del vecino país del norte se gestó otro movimiento musical. Fue la continuación del hardcore-punk de finales de los 70 y que en los 90 desembocaría en la llamada música alternativa. En medio de todo se encuentra Fugazi, una de las bandas más honestas y congruentes que han existido.
El cuarteto nació oficialmente en 1986, aunque sus integrantes ya contaban con experiencia previa en furiosas bandas como The Teen Idles, Minor Threat y Rites of Spring. Aunque el enojo y descontento por la situación de su entorno fue uno de los motivos que llevó al nacimiento del proyecto, también existía un fuerte rechazo hacia lo que hasta ese momento era el punk.
El cantante y guitarrista Ian MacKaye es considerado como el padre indirecto de la filosofía de vida conocida como straight edge. Nada de alcohol, tabaco, drogas recreativas ni sexo extramarital. Pero además también se pronuncia de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones y eso incluye el slam tan característico de los conciertos de la época.
Al fundar Fugazi se buscó crear un tipo de rock seco y directo, con gritos que provienen desde el fondo del alma, pero al mismo tiempo con letras introspectivas que invitan a la reflexión. Con el transcurrir de los años su influencia se reflejaría en el nacimiento del emotional rock.
Después del lanzamiento de algunos EPs, el primer álbum del cuarteto originario de Washington vio la luz el 19 de abril de 1990. A pesar de las críticas positivas que recibió de parte de la prensa, no fue un éxito de ventas al instante. En parte por la ideología que desde un inicio han seguido los integrantes. En lugar de buscar el apoyo de una disquera grande optaron por publicarlo con Dischord Records del propio MacKaye.
Pero si algunos dicen que el éxito de bandas como The Velvet Underground no se mide por el número de discos vendidos sino por la cantidad de bandas que influenciaron, lo mismo ocurre con Fugazi. Su sonido ha marcado a más de una generación y a la fecha se mantiene presente. La lista es amplia e incluye a Refused, At The Drive-In, los primeros discos de My Chemical Romance y proyectos nacionales como Sad Breakfast.
Las 11 canciones que conforman la edición original de Repeater son un reflejo de lo que acontecía a finales de los 80. Aunque por encima parecía que se vivía un mundo feliz, la realidad era muy distinta. Los jóvenes estaban descontentos con su autoritario gobierno y la mejor forma para mostrar su enojo fue la música. Se vivía un choque generacional similar al de los 50 cuando nació el rock & roll.
La abridora “Turnover” arranca con una atmósfera misteriosa y de manera paulatina se incorporan los instrumentos. Primero la batería de Brendan Canty, después el bajo de Joe Lally y la guitarra de Ian MacKaye para desembocar en los gritos de Guy Picciotto. Sin arreglos estrafalarios muestran una nueva cara del punk. No por tocar más rápido eres más malo; lo que de verdad importa es el mensaje.
Por otra parte, en “Styrofoam” toma el papel protagónico MacKaye con sus gritos desesperados que son imposibles de ignorar. Sin tener una voz entrenada, sus sentimientos son los que realmente hablan y lo han convertido en un icono de la música subterránea.
Con más de 200 conciertos por año y giras financiadas por sus propios integrantes, Fugazi se hizo de fama gracias a la intensidad de sus presentaciones. Los asistentes se convirtieron en los principales promotores del cuarteto en una época en la que no existían las redes sociales.
El periodista Michael Azerrad deja claro en su libro Our Band Could Be Your Life (Back Bay Books, 2001) que la aportación de Fugazi no sólo fue musical sino también el demostrar que sí era posible el camino independiente. Sin la necesidad de requerir de grandes patrocinadores o vender el alma a empresarios de dudosa procedencia, la clave radica en el apoyo mutuo.