Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
All that you suffer is all that you are
All that you smother is all that you are
And you're saying you're seeing, you're saying who you are
What takes meaning is cleaning the meaning of who you are, "Suffer".
La bella y emocionante forma en que la abuela de Billy Corgan le relataba cómo fue su encuentro con la estrella de cine mudo Lillian Gish en un viaje en tren, fue el lejano recuerdo que inspiró el nombre del primer disco de su banda. The Smashing Pumpkins comenzaba a tocar en clubes y el dinero que ganaba sería invertido en la grabación de su primer demo, el cual estuvo sonando durante un mes en el tocacintas de John Shanahan, el dueño del club Metro de Chicago, el lugar que sería sede del primer concierto de la banda antes conocida como The Marked, y del “último” show en el año 2000 cuando anunciaron su rompimiento. Siete años después, eventualmente, regresarían a los escenarios con la mitad de su alineación original.
A principios de los años 90, cuando Sub Pop era el semillero de bandas como Nirvana y Soundgarden, el sello discográfico se dio el lujo -o cometió el gran error- de rechazar a The Smashing Pumpkins para ser parte de su catálogo, tan sólo les ofrecieron lanzar un single, mismo que escucharía alguien en Caroline Records para agregarlos a su roster de bandas. “Tristessa” fue la canción elegida, titulada en honor a Esperanza Villanueva, la prostituta mexicana con la que se encantó Jack Kerouac en una de sus visitas a la Ciudad de México, y cuyo relato de amor desastroso quedó de manifiesto en la novela que da nombre a dicho track.
Bajo la guía de Butch Vig y en su propio estudio ubicado en Wisconsin, comenzaron las grabaciones, y con sus sabios consejos, también la búsqueda de la perfección. “Él era como el Pro Tools antes de que existiera”, refiere Corgan en sus memorias en el booklet de la reedición del disco al respecto de trabajar con el productor que poco después se convertiría en leyenda y referente de su sonido. 41 días de grabación y 17 de mezcla fueron suficientes para que el mundo obtuviera el producto final. El resultado: 400,000 copias vendidas en un año. Gish se convirtió en el trabajo independiente más vendido de la historia en aquellos tiempos.
La rudeza entre los destellos con pesados y complejos riffs en “I Am One”, “Siva” y “Bury Me”, la belleza y la melancolía lírica e instrumental en “Crush” (y su inefable frase: "Love comes in colors i can’t deny") y “Suffer”, la salvaje dulzura de “Rhinoceros” y sus 17 pistas de feedback en la guitarra, la densa bruma de maravilla y nostalgia que evoca “Snail”, la amarga marcha de un desfile trágico que termina en la gloriosa “Window Paine”, el oscuro final con “Daydream” en voz de D’Arcy, “I’m Going Crazy” como track oculto. “Starla”, celestial lado b grabado en aquellos días, el errático poema sonoro de un confuso Billy a una chica llamada Darla.
Una colorida mezcla entre el encanto del shoegaze y lo que el mundo conocería y los medios capitalizarían como grunge, ese sonido áspero y evocador, la ternura que se convierte en estruendo, la flor que se resiste a morir en medio de un terreno árido.
Hace un par de años, Billy Corgan recibió de vuelta la Fender Stratocaster que le fue robada poco después de concluir la grabación del álbum, y en cuya esencia y espíritu radica el sonido de Gish. “Fue como reencontrarme con un viejo amigo, desde que la vi supe que era mi guitarra”, mencionó al respecto de la experiencia. Desde que abre el estuche que contenía el instrumento, en los ojos de Billy se recuperó cierto brillo debido a la nostalgia por aquellos primeros días de la banda y su historia subsecuente, la cual se vio mancillada por la muerte de Jonathan Melvoin, los problemas de adicciones de Jimmy Chamberlin y D’Arcy, el final de la banda y su subsecuente regreso, mismo que ha tenido sus altibajos y distintas variables, algo así como Billy and The Kids en lugar de las calabazas rotas que ya nunca juntarán y pegarán sus piezas.
A la fecha The Smashing Pumpkins se ha convertido en una de esas bandas de nicho de singles reconocibles del pasado y discos poco apreciados en el presente con un fanbase que vanagloria a Billy Corgan y lo que produce cualquiera que sea el resultado. El futuro depara nuevos álbumes conceptuales y subsecuentes giras, pero ese primer disco, esas primeras notas quedarán para siempre para entender la inventiva de un cuarteto primigenio y original que ya quedó en la historia.
A 30 años de distancia, Gish nos da a entender que The Smashing Pumpkins no es una banda de canciones, sino de álbumes completos que se aprecian de principio a fin y que marcan diferentes etapas de nuestras vidas, como fans y como amantes de la música.