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Disintegration no necesita introducción alguna, pues a lo largo de 30 años ha sido la fuente de inspiración a través del tiempo y sigue explotando inmaculadamente bajo la estructura de la música en la actualidad, sigue siendo una obra que por más oscura que sea siempre hay una lluvia de colores en el trasfondo del mismo.
Robert Smith y su The Cure marcan ya una carrera sólida dejando sin palabras a todos aquellos que pensaron que en algún momento caerían en una fórmula repetitiva y Disintegration es importante por eso, es uno de esos últimos grandes discos no solo en la discografía de The Cure sino en historia de la música. Un disco atemporal, sombrío, petrificante y bello poéticamente, depresivo pero reflexivo, interpersonal también ya que el peso de las letras es quizá uno de los puntos más altos que lograron destacar con tanta perfección.
Es un disco conceptual minuciosamente a la hora de escucharlo en su totalidad. El equilibrio musical que uno puede encontrar con cada nueva escucha va brindando mejores panoramas vivenciales y con más conciencia que nunca, hasta que uno entiende que la banda ha respondido dando rienda suelta a su ‘yo’ más valiente.
Musicalmente a finales del 89, estaban muy lejos del sonido de su debut, pero ¿qué acaso no eso es lo que hace a una banda crecer? Disintegration marcó una movida arriesgada, incluso esos picos de sonido en “Lullaby”, “Plainsong” con uno de los sintetizadores más hermosos que se han compuesto y “The Same Deep Water As You”, pueden causar bastante emoción y alcanzar un desequilibrio en “Lovesong” que fue escrita para en ese entonces su prometida Mary y después esposa. La banda construyó y trabajó fuerte en un clímax crepitante que los hará ser recordados por siempre.
Son contados los discos que a lo largo de la historia toman una perspectiva en contra de todo lo que sucede al rededor, mucho más si tomamos en cuenta que Robert Smith escribió más de 30 canciones para este disco y básicamente surgió de una depresión cuando se enfrentó a la idea y momento en su vida de cumplir 30 años, y que creía que se había perdido en la reciente ola de éxito comercial de las grandes expositoras de videos o en la misma radio. Todo eso ayudó sin querer a redescubrir el alma de la banda, el camino por el que siempre habían estado juntos y por el cuál seguirían otros 30 años como hasta ahora.
Disintegration es un álbum triste pero increíblemente hermoso, tan hermoso y triste como el género que inventó la banda. Es sin duda un disco emblemático y atmosférico hasta el extremo, hasta llegar a ese abismo que logra un cierto sonido majestuoso en momentos en que sus predecesores no habían logrado en composiciones como “Pictures of You”, “Last Dance” y “Prayers for Rain” y sobre todo “Disintegration” que da nombre al álbum y es de paso una de las canciones más desgarradoras sobre un amor fallido que se hayan compuesto. Uno se la podría pasar llorando escuchando estas canciones, pero cuando todo haya terminado, te alegrarás de haberlo hecho, porque este disco es realmente uno de los mejores álbumes tristes jamás creados. A diferencia del The Cure “principiante” los arreglos que se incluyen son maravillosos. Es un cuento, un soneto, un mini libro auditivo en el que cada pista fluye naturalmente hacia todo lo demás, dejando la impresión de que acabas de hacer un viaje muy hipnótico en donde al final también vas a repasar tus batallas más tristes, pero por las cuales eres una mejor persona.
Discos que salvan la vidas, sueños, trascienden el tiempo y éste.