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¿Cuántos géneros musicales caben en una canción? Aunque se trata de una pregunta hay quienes lo toman como un reto. Desde Igor Stravinsky y Captain Beefheart hasta Frank Zappa han demostrado que los límites se los impone uno mismo. En esa misma lista se encuentra Mr. Bungle porque ha demostrado que no existen estilos incompatibles entre sí sino que mal revueltos. Aunque su impacto no fue inmediato sí logró trascender la barrera del tiempo porque muchos años después de su formación permanece vigente.
Todo tiene su génesis en el minúsculo poblado de Eureka en California. En apariencia es un lugar ideal gracias a su eterno verano y las playas con su perfecta arena. Aunque fuera de eso es un lugar que nunca ha destacado salvo por el hecho de que fue el punto donde tres adolescentes se conocieron mientras estudiaban para ser las personas responsables que sus padres esperaban.
A manera de broma y sin aspiraciones serias comenzaron los primeros ensayos entre Mike Patton, Trey Spruance y Trevor Dunn. Sus conocimientos sobre técnica musical eran limitados pero fueron persistentes. Mientras que al menos en un comienzo hubo una fuerte influencia del thrash metal del área de San Francisco. Bandas de regiones vecinas como Exodus, Testament y Death Angel fueron un ejemplo a seguir y el resultado se materializó en dos rudimentarias grabaciones caseras.
Como lo relata Oscar Alarcia en su libro Universo John Zorn (Libritos Jenkins, 2020), fue durante el verano de 1990 cuando ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la historia de Mr. Bungle. Los integrantes fueron de visita a una tienda de discos en Santa Rosa y en la sección de novedades de jazz encontraron un álbum que los cautivó por su portada digna de los periódicos de nota roja. Era el trabajo homónimo de Naked City comandado por el workaholic John Zorn. Al momento de escucharlo les voló la cabeza la combinación de hardcore punk con free jazz y les mostró que a eso querían sonar.
De manera inmediata los veinteañeros se lanzaron en búsqueda de Zorn para que fuera el productor de su primer trabajo profesional. No fue sencillo por la apretada agenda del neoyorquino pero al final lo consiguieron. Mientras que gracias a que Patton recién se había convertido en cantante de Faith No More y había alcanzado el éxito comercial se consiguió que una transnacional como Warner Music publicara el trabajo. En otras condiciones hubiera sido imposible que una disquera tan grande apoyara a un proyecto tan arriesgado.
Fue el 13 de agosto de 1991 cuando se publicó el LP homónimo y la reacción de todos los que se acercaron al entonces sexteto completado por Danny Heifetz, Clinton McKinnon y Theo Lengyel fue de extrañeza. La mayoría de las reseñas fueron negativas y las ventas mínimas pero se generó un culto religioso entre los escasos fanáticos que ha crecido con el tiempo.
Por su parte, el disco se distingue por la forma en que Mike utiliza su voz de seis octavas como un instrumento más. Deja de lado el tradicional canto para rapear, gritar, gemir, gesticular y hacer scatting. Más adelante perfeccionaría sus habilidades con proyectos tan variopintos como Fantômas, Moonchild, Dead Cross, Lovage, Mondo Cane y Peeping Tom.
Las letras son irreverentes y carecen de sentido pero el verdadero valor se encuentra en la parte musical. Las diez piezas representan una montaña rusa que pasa del heavy metal al jazz, punk, ska, funk y música disco sin estacionarse en alguno. De manera simple se le puede denominar avant garde aunque también se trata de una etiqueta que no le hace justicia al resultado final.
De la incomprensión inicial el material se colocó como un referente para la formación de múltiples bandas alrededor del mundo. Desde Dog Fashion Disco y The Alter Boys hasta Descartes A Kant son fieles discípulos de las enseñanzas de Mr. Bungle. Las divisiones en la música fueron hechas para ser derribadas aunque algunos insisten en permanecer encerrados en sus cárceles mentales.