Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Estamos volando alto.
Vemos pasar el mundo ante nosotros.
No deseo bajar jamás.
No deseo volver a poner mis pies
en el suelo,
“Never Let Me Down Again”
Music For The Masses.
A finales de septiembre de 1987, Depeche Mode lanzó al mundo su sexto álbum de estudio: Music for the Masses. El disco fue promocionado por una gira que se convirtió en la más grande que la banda había realizado hasta entonces: un total de 90 ciudades de 16 países que reunió a un aproximado de 1,000,000 de espectadores. La última fecha en el Estadio Rose Bowl de Pasadena, California –que ha albergado Juegos Olímpicos, una final de Copa del Mundo de FIFA y cinco ediciones del Super Bowl– dio nombre a un memorable concierto que fue grabado, lanzado en CD y hecho documental: 101.
Este 2018 en que Depeche Mode regresa a México por cuarta ocasión, la fecha 101 cumple 30 años de haberse realizado (el disco y el documental vieron luz un año después). La importancia de este concierto radica en varios puntos que lo colocan como una de los grandes shows en la historia del grupo y que incluso lo han llevado a ser considerado como uno de los grandes conciertos de agrupaciones de Inglaterra.
Si bien Depeche Mode ya había estado de gira varias veces, este tour representa el primero que el grupo realizó a gran escala. La banda ya había estado en territorio norteamericano, Martin Gore (la mente creativa del grupo) comentó alguna vez que en su primera visita en 1982, él y sus compañeros habían tenido una negativa respuesta. Tras un retorno en 1985 con una mejor recepción, Gore y compañía volvieron por tercera vez a Estados Unidos hace tres décadas y abarrotaron un recinto con capacidad de más de 90,000 personas; así, este show representa el salto del underground a la fama mundial para el entonces cuarteto. El 101 es, en cierta medida, el inicio de Depeche Mode en la elite musical.
101 –que forma parte de la primera de varias giras captadas y lanzadas en video– comienza con “Pimpf”, una de las pocas canciones instrumentales del catálogo de los británicos y uno de de los pocos temas de la agrupación que, a pesar de no ser sencillo, posee un videoclip dirigido por “el quinto Depeche Mode" y el "quinto U2": Anton Corbijn, fotógrafo y cineasta holandés que comenzó una relación creativa con DM en 1986 con videos, fotografías y, posteriormente –desde el Devotional Tour– diseñando sus escenarios.
Este tema, a manera de preludio, abre el telón a “Behind the Wheel”, una de sus piezas más populares hasta hoy. Sigue “Strangelove”, primer single de Music for the Masses y otra de sus composiciones más queridas. Con esto, el show daba inicio —con el frenesí del público como apoyo— para continuar con composiciones que llevaron a los fanáticos de la alegría a las lágrimas como “Stripped” (covereada a finales de los noventa por Rammstein), “Black Celebration”, “People Are People” y “Just Can't Get Enough”, única pieza en el concierto de la inicial etapa con Vince Clarke, quien dejaría el grupo después de grabar su primer disco de éxito local aceptable, para formar primero Yazoo y posteriormente Erasure. El llanto desbordado y el canto desgarrado de una chica al escuchar “Blasphemous Rumors” o los miles de brazos moviéndose de un lado a otro por instrucciones de David Gahan en “Never Let Me Down Again”, son la prueba clara de lo anterior. Con esta última fecha, Depeche Mode dejaba el piso y se elevaba al cielo.
Siendo este tour el más importante hasta entonces para Depeche Mode, sus integrantes planearon documentarlo en video y con esto lanzar su primer material en vivo. El elegido en la dirección fue Donn Alan Pennebaker, uno de los pioneros del género cinematográfico conocido como Direct Cinema (que él mismo describe como una manera de grabar en donde se deja que la cámara funcione lo más discretamente posible, y así alentar a los eventos a desarrollarse por sí mismos) y ha realizado documentales de artistas de la talla de David Bowie, Bob Dylan, Alice Cooper, Jimi Hendrix y Chuck Berry —entre otros— con la colaboración de su esposa Chris Hegedus.
La pareja viajó con la banda por Norteamérica para grabar sus shows y realizar un documental —que actualmente mencionan como su trabajo favorito— de dos horas de duración. Además, Depeche Mode lanzó un concurso en donde ocho de sus seguidores fueron seleccionados para acompañar al grupo por la gira con solo una condición: grabar, en distintos puntos del estadio, al público y su interacción con la banda. Cabe aclarar que no existe un material que contenga esta gran presentación en su totalidad.
El 101 es también la última presentación en donde el peso de la base percusiva del grupo caía en los sintetizadores, en la presentación existieron algunos elementos de percusión como parte del escenario, fueron muy poco utilizados. En las ulteriores giras se integró –en ciertos momentos– una batería real que eventualmente se quedaría. Es por eso que desde 1997, el grupo cuenta con Christian Eigner como baterista de planta (solo en vivo). Así, nacía una nueva etapa en Depeche Mode, una más “auténtica” en cuanto a cuestiones sonoras se refiere.
Tras este cierre de gira, la banda aún integrada por David Gahan, Martin Gore, Alan Wilder y Andrew Fletcher se tomó un descanso y tiempo después comenzaron a armar el álbum que para muchos es su magnum opus: Violator (1990), el disco más exitoso del grupo considerado como uno de los mejores de la música contemporánea.
El camino de pasajes oscuros que Depeche Mode había tomado discos atrás —y que nunca ha abandonado— siguió producción tras producción. Los problemas internos y las adicciones se agudizaron junto con la popularidad. David Gahan, quien ya desde el álbum Black Celebration de 1986 consumía drogas, inició una batalla que vio su punto más crítico con el lanzamiento y promoción del siguiente álbum Songs of Faith and Devotion –el más sombrío y rockero de Depeche Mode hasta ahora— debido a la influencia musical en Gahan de la escena de Los Ángeles (su nuevo hogar). Un álbum que no quisieron, a pesar del éxito precedente, convertir en un Violator 2 y en el que esta intención de renovarse llevó a Alan Wilder (un verdadero maestro de la producción que ayudó a rescatar el disco) a incorporar una batería real en estudio y en vivo.
Tras el Devotional Tour —gira que trajo por vez primera al cuarteto a tierras mexicanas en un par de presentaciones en el Palacio de los Deportes— y la partida de Wilder en 1995, el grupo se conformaría oficialmente como un trío (en vivo los acompañarían otros dos músicos: Peter Gordeno en el sintetizador y Christian Eigner en la batería) y continuaría con una carrera llena de éxitos.
Así, Depeche Mode celebra este año tres décadas de un concierto que marcó su carrera en varios modos. Una serie de presentaciones cuyo pináculo fue el 101. Un punto de inflexión en que traspasó sus fronteras y marcó a toda una generación. Una agrupación que probó las mieles y los excesos de la fama como pocas. Todo, sin dejar de renovarse.
Este 2018, una de las bandas más influyentes que existen regresa a nuestra ciudad como parte de la promoción de su álbum número 14, Spirit) después de visitarnos por segunda vez en 2006 con Touring the Angel y con Tour of the Universe en 2009. Sus tres anteriores citas en nuestro país han dejado prueba de la importancia de Depeche Mode en la música y de su carta más fuerte: tocar en vivo; una virtud que mucho le debe al 101.