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Será difícil que olvide la primera vez que comprendí su significado. El coraje y la frustración encontraron cabida en sus palabras. La primera vez que leí de qué se trataba “Lunchbox” mi sangre hirvió. Ese día dejé mis sueños de querer ser astronauta para pensar en ser un rockstar. “El gran matón intenta meter el dedo en mi pecho, trata de decirme qué es mejor (...) quiero crecer, quiero ser una estrella de rock, traigo mi lonchera y estoy bien armado”. En mi salón los compañeros querían doctores, abogados, alguno que otro aún pensaba que podía ser superhéroe y los más inocentes querían ser como sus papás. Yolanda, la niña que me gustaba, soñaba con ser bailarina. Yo quería ser una estrella de rock y cargar una lonchera para que, como dice la citada canción, “el próximo hijo de puta conociera mi metal”. No me avergüenza decir que los más grandes del salón me veían raro y me molestaban, me buleaban, pero el día que leí esa canción, que no es lo mismo a escucharla, supe cómo iba a quitármelos de encima.
Ya conocía el tema porque me habían prestado de contrabando el primer álbum de Marilyn Manson. Mi mejor amigo escuchaba lo mismo que su hermano mayor y le gustaba llevar los cassettes a la escuela para parecer un niño rudo. En realidad lo más rudo que hacia era comer a escondidas del maestro que lo había prohibido. Montones de envolturas de chocolate ocultas en la mochila. En 1994 el nombre de Marilyn Manson aterrorizaba a los maestros y a los padres, así que cuando llevó el álbum sentíamos que teníamos una pistola en nuestras manos, que hacíamos algo que no debíamos. Lo que no sabíamos es que sí era una pistola y que estaba cargada. No había calaveras, ni sangre y no era necesario. Portrait Of An American Family leí, y atónito vi la portada, unos muñecos terroríficos que parecían de plastilina estaban sentados en la sala de un hogar, el hogar americano. En letras de contorno verde, como si se escurriera de forma horrorizante, estaba impreso el nombre de la banda, Marilyn Manson. Más tarde me enteré que el álbum originalmente se iba a llamar The Manson Family Album y que el vocalista decidió cambiarlo para que se adecuara a lo que estaba cuestionando con su música, las pulsiones escondidas en la sociedad conservadora y de doble moral.
Portrait Of An American Family me resultó incomprensible en los primeros encuentros, era un repertorio de heavy metal que combinaba elementos de cultura pop como Charlie y La Fábrica de Chocolate, Twin Peaks y Scooby Doo, al mismo tiempo que insertaba sonidos espeluznantes y de miedo provenientes del cine b. No sabía qué estaba escuchando a escondidas de mi familia en medio de la noche, pero temía estar introduciéndome en un mundo de horror del que no podría salir. Como si estuviera entrando en una casa del terror sin salida, como si hiciera algo prohibido… como si efectivamente tuviera una pistola cargada entre las manos. Ya sea en “Dogma”, “Dope Hat” o “Misery Machine”, el cassette poseía cortes filosos, de acordes distorsionados en medio de gritos y gruñidos. “Dogma” era y sigue siendo un corte brutal, rápido, furioso, potente. Al igual que “Misery Machine”, “Wrapped in Plastic”, “Get Your Gunn” o “Cake and Sodomy” el encanto de las canciones está en la producción bizarra, el performance sobre ellas y las letras irónicas que lo alejaban del género. La banda no ha vuelto a ese sonido, crudo y violento. Voraz. Visceral.
Interscope se negó en un principio a distribuir el disco por las referencias a Charles Manson, sin importar que la banda fuera a publicar través de nothing, la disquera de Trent Reznor, el cerebro de Nine Inch Nails. Finalmente cedió y Reznor fue el encargado de la producción junto con Sean Beaver, Alan Moulder y el propio Marilyn Manson luego de la inconformidad de la banda con el primer productor, Roli Mosimann. Grabado en un inicio en Criteria Studios a mediados de 1993 en Miami con Mosimann como encargado, el álbum no le gustó a nadie, así que alegando que el sonido no reflejaba la fuerza caótica de sus presentaciones en vivo, los integrantes le llevaron la primer grabación a Trent, quien tampoco estuvo satisfecho con el resultado. Así que se fue junto con la banda al estudio que había instalado en Los Ángeles en el 10050 de Cielo Drive... en donde la secta de Charles Manson había asesinado a Sharon Tate, la esposa del cineasta Roman Polansky. Regrabaron algunos cortes, cambiaron la batería por un programa de grabaciones que había creado el tecladista de Nine Inch Nails y remezclaron algunas tomas. La primer grabación se encuentra en YouTube, es lenta y pesada, terrible.
Un año después de que comenzaran a grabar, el 19 de julio de 1994, la banda publicó su pieza debut, Portrait Of An American Family. Una pistola cargada. Una pistola cargada en mis manos. Una pistola cargada en las manos del público. Si en “Get Your Gunn” sugería que consiguiéramos un arma, en “Lunchbox” hablaba de un chico que advierte a sus acosadores que trae un lápiz y que no dudaría en usarlo si lo siguen molestando. En las manos incorrectas esto era una arma y la banda de heavy metal era el gatillero. En aquel año, hace 25 exactamente, el grupo se caracterizaba por ser un proyecto incómodo para la sociedad norteamericana y la sociedad en general, su concepto incluía parafernalia sexual, sadomasoquismo, simbolismo satánico, violencia y shock visual, además de que cada integrante tomaba el nombre de una celebridad y un asesino serial. El álbum ha envejecido bien, no así la agrupación, viendo su transgresión en cada lanzamiento hasta convertirse en esa estrella decadente qué es ahora. Aquello fue el sonido del metal saliendo por el arma, mientras que Antichrist Superstar era la revolución y Mechanical Animals su consagración. Marilyn Manson disparó y supo hacia adónde apuntar, hacia la sociedad... lo hizo con cortes agresivos muy bien producidos.
Les mencioné que Portrait Of An American Family podía ser peligroso en las manos equivocadas. Y las mías eran justo eso, un manojo de nervios, de incertidumbre, de dolor y rencor. El duro paso de la infancia. Leí las letras de “Lunchbox” y entendí el mensaje, ya sabía qué hacer, me preparé para la escuela, lo haría durante la exposición. Tomé mi equipo y lo guardé en la lonchera. Al día siguiente me sudaban las manos, tartamudeaba y me costaba trabajo concentrarme. Cuando fue mi turno dudé… pero tenía que hacerlo. No iba a quedarme así, tolerando a los buleadores. Pasé al frente, abrí la lonchera, saqué la grabadora, puse “Lunchbox” a todo volumen y comencé a interpretar la canción, gritos incluidos. “El próximo hijo de puta conocerá mi metal”. Nadie dijo nada al terminar la canción... y nadie me volvió a molestar. Tampoco me hice rockstar. Y lo mejor fue que no volví a sentirme solo.