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A 25 años del ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’ de The Smashing Pumpkins

A 25 años del ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’ de The Smashing Pumpkins

The Smashing Pumpkins, entre las furiosas guitarras distorsionadas y la melancolía por el pasado.

En el famoso episodio Homerpalooza de la séptima temporada de The Simpsons se puede escuchar una de las mejores descripciones que se han hecho de The Smashing Pumpkins. Cuando Homero conoce a Billy Corgan le estrecha la mano y le dice: “gracias a su música deprimente mis hijos han dejado de soñar con un feliz futuro que no les puedo dar”. Es muy simple pero al final es gracioso porque es verdad.

Pero antes, para que una pequeña banda de Chicago lograra aparecer en programas de televisión y ser reconocida a nivel mundial, tuvo que presentar al mundo su obra cumbre. Sus primeros dos trabajos tuvieron un buen recibimiento al mostrar una combinación de sonidos rudos y ásperos con letras introspectivas. Gracias a eso se posicionó a la par de Sonic Youth, Jane's Addiction y Hole como parte del movimiento alternativo de inicios de los noventa.

El nuevo grupo favorito de la Generación X

Aunque lo que cambiaría todo fue el tercer LP del cuarteto, publicado el 23 de octubre de 1995. El prolífico momento por el que atravesaba el conjunto derivó en 32 composiciones, aunque al final se decidió solo grabar 28 para conformar un álbum doble. Cuando eso ocurre siempre existe la probabilidad de obtener un resultado disparejo e inconsistente, aunque eso no pasa aquí porque los 120 minutos del material se convirtieron en la banda sonora de la Generación X.

Al igual que haría Pixies en su tiempo, la música de Corgan y compañía logra un balance entre la furia y la tristeza. Combinan las guitarras desafinadas a máximo volumen cercanas al metal con letras introspectivas y metáforas filosóficas. Se trata de dos caras de una misma moneda y el primer sencillo, “Bullet with Butterfly Wings" es el mejor ejemplo. Un momento se puede susurrar y al segundo siguiente se lanzan gritos desaforados cargados de energía.

Aunque The Smashing Pumpkins podría parecer el proyecto de una persona, al menos durante su primera etapa fue indispensable la participación de los demás integrantes. En este caso, James Iha (guitarra), Jimmy Chamberlin (batería) y D'arcy Wretzky (bajo) fueron la compañía idónea. Cada uno aportó ideas para la parte musical y así arropar las depresivas letras de Billy.

Cuando los videos musicales sí importaban

Por su parte, otro rasgo decisivo en el resultado final del doble LP fue el cambio de productor. Mientras los dos previos contaron con Butch Vig (encargado del Nevermind de Nirvana y baterista de Garbage), para este ambicioso proyecto se eligió a la dupla de Flood y Alan Moulder. Su aportación se aprecia en el uso de secuencias y sampleos, como se escucha en “1979”. El nostálgico tema además cuenta con un video dirigido por la pareja conformada por Jonathan Dayton y Valerie Faris, mismos que años después harían un exitoso debut en cine con Little Miss Sunshine.

Aunque cuando se habla del aspecto audiovisual, la punta cumbre del álbum es el video de “Tonight, Tonight”, inspirado en el filme silente A Trip to the Moon del pionero de efectos especiales, Georges Méliès. Filmado como si se tratara de un cortometraje y con claras diferencias, puede ser catalogado como el “Thriller” de Michael Jackson de las nuevas generaciones. El resultado se hizo acreedor a seis premios en los MTV Video Music Awards del año siguiente, incluida la estatuilla a Video del Año.

La mencionada canción es el reflejo de la grandilocuencia por la que atravesaba la banda a mediados de los noventa. Incluye un arreglo de cuerdas ejecutado por los 30 integrantes de la Orquesta Sinfónica de Chicago, algo muy poco común para un grupo de rock que ya era un referente para los adolescentes de la época. Como resultado se obtiene un remolino de emociones que impacta contra los oídos inclusive puede ser analizado como un poema musical.

Mientras muchas agrupaciones fracasan en sus intentos por crear complejas obras musicales, con The Smashing Pumpkins ocurrió lo contrario. Su trabajo más elaborado y pretencioso cumplió con todas las expectativas y posicionó al cuarteto en lo más alto del horizonte; sin embargo, también fue su perdición. Al igual que ocurre con el blues, el mayor mérito del doble LP es reafirmar que la tristeza bien entendida es una sensación que sí es posible disfrutar.