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Para finales de los noventa existía un notorio cambio generacional dentro de la música en nuestro país. Los protagonistas del Rock en tu Idioma vivieron años de furor pero quedaron atrapados en el pasado. Fue el momento en el que aparecieron nuevas agrupaciones destinadas para nichos específicos. Por una parte, Molotov y Control Machete surgieron como los ídolos de los adolescentes atraídos por el lenguaje altisonante. Mientras que en la esquina opuesta un quinteto con el escueto nombre de Zoé irrumpió como una pequeña ola que al final se convirtió en tsunami.
El britpop fue el detonante que provocó que un puñado de veinteañeros dejara sus trabajos de oficina para buscar un lugar dentro de la música. Para entonces Blur, Oasis y Pulp ya habían entregado sus trabajos más memorables y su influencia se expandía por todo el firmamento. Por lo tanto, fue natural que a varios miles de kilómetros del Reino Unido se intentara hacer algo similar.
En ese sentido, la máxima aspiración era crear un rock ligero pero elegante protagonizado por coros fáciles de memorizar. El resultado se puede apreciar en el primer álbum de la banda publicado el 23 de octubre de 2001. En ese momento nadie lo sabía pero era el inicio de uno de los conjuntos nacionales más exitosos a nivel comercial de los últimos años.
Si existe una constante en toda la obra del quinteto es la construcción de las letras de sus canciones. Como compositor, León Larregui opta por las metáforas en lugar del mensaje directo. La abridora “Asteroide” fue uno de los sencillos que se desprendieron del disco y es un reflejo de todo lo que llegaría después. Hay misterio en cada una de sus estrofas y aunque el lenguaje no es precisamente el mejor (“Estuvo chido poder besar tu estéreo-cuerpo lunar”), con el pasar de los años hubo una evolución natural. Mientras que a nivel musical no hay demasiadas sorpresas y todo se resume en una pieza de rock en su formato tradicional.
Por su parte, “Deja Te Conecto” contiene unas ligeras conexiones con la psicodelia de los sesenta. Apenas es el comienzo de lo que años más tarde conduciría en un camino directo y sin retorno hasta The Beatles en la era del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band.
Ahora bien, no se puede alcanzar el éxito sin tener detractores y el combo es el mejor ejemplo. Su música divide opiniones igual que las películas de Alejandro Jodorowsky y por los mismos motivos. Mientras algunos consideran que se trata de arte otros acusan de sobrevaloración.
Mientras que otra forma de medir su relevancia es con el artículo de 2012 titulado Generación Zoé publicado en el semanario Proceso. A manera de crítica, el autor acusaba que la nueva camada de bandas mexicanas de rock había perdido el interés por la denuncia hacia las injusticias y en su lugar caían en la banalidad y la autocomplacencia. Esa falta de empatía por los demás se trasladó de los músicos hacia el público y la situación no parece ser muy distinta en la actualidad. [“Hablo de la generación (...) que gasta su quincena de contestador de teléfonos en un boleto del Vive Latino. La que pasó más de cinco años en la universidad y ahora está deprimida en el subempleo”].
Más allá de si prevalece el mismo panorama en la actualidad, lo que resulta un misterio es determinar por qué Zoé logró escalar hasta lo más alto y la mayoría de sus compañeros de generación no. Pasan los años y el quinteto se mantiene en el podio y no parece que alguna de las nuevas bandas nacionales pueda tomar la estafeta.