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A 15 de años del ‘La leyenda del espacio’ de Los Planetas

A 15 de años del ‘La leyenda del espacio’ de Los Planetas

Antes de que Rosalía volviera al flamenco cool una vez más, Los Planetas ingenió un traslado sin precedentes de esta música a un contexto de rock.

Llegada la mitad de los primeros dos mil, Los Planetas ya lo había demostrado todo. Sin embargo, la tibia recepción del álbum Contra la ley de la gravedad (2004) le indicaba al grupo granadino que ya no era viable continuar estirando la fórmula de Una semana en el motor de un autobús (1998), la magnus opus responsable de su entrada a las grandes ligas. Juan Ramón “Jota” Rodríguez, líder y principal compositor, sabía que una banda gestada en los 90 urgía una renovación para entrar de lleno al nuevo siglo. La respuesta la encontró, al igual que un puñado de sus ancestros, en la incursión en el flamenco y la música tradicional andaluza.

La leyenda del espacio no lleva ese título por casualidad. Alude a otro disco fuertemente alabado en la actualidad por su contribución a la apertura del flamenco a elementos del rock: La leyenda del tiempo (1979) del cantaor Camarón de la Isla. El séptimo álbum de Los Planetas parte del árbol genealógico iniciado por esta obra: su origen se remonta al trabajo del baterista Eric con el grupo Lagartija Nick, el cual colaboró con el también cantaor Enrique Morente en su álbum Omega (1996), un esfuerzo por retomar la fusión de tradiciones musicales abierta en los 70 por su contemporáneo Camarón

Jota, con un espíritu de renovación derivado de su respiro de Los Planetas —en el cual aprovechó para iniciar su proyecto alterno Grupo de Expertos Solynieve— encontró en esta anécdota una oportunidad para darle un giro a su banda. Por ello, después de escribir la canción “Alegrías del incendio” inspirado en el espíritu del flamenco, no le pareció descabellada la idea de crear un álbum completo basado en esta tradición musical, con el apoyo y producción del mismísimo Morente.

El resultado fue un trabajo que oscila entre el homenaje, el pastiche (véase “La Verdulera” y su reminiscencia a “She Said” de The Beatles, por ejemplo) y una adaptación muy libre de los elementos del flamenco. A diferencia de Omega o La leyenda del tiempo, en este álbum no existen quejíos ni palmas. Sin embargo, una escucha atenta revela un estudio meticuloso por parte de Eric en las percusiones para trasladar los ritmos de los palos flamencos a un contexto de rock. Los versos de Jota, por su parte, se construyen a partir de las métricas, las rimas y las intenciones narrativas de los verdiales, los fandangos, los soleares y las granainas. Aún así, La leyenda del espacio no descansa únicamente en el terreno del flamenco; por el contrario, alberga las canciones más oscuras y cercanas al space rock alguna vez escritas por Los Planetas, mientras líricamente continúa con las inquietudes habituales en la obra del grupo: el hastío, el enamoramiento rancio, la melancolía y la desconfianza del presente.

“Alegrías del incendio”, único sencillo desprendido del álbum, se mantiene como el himno romántico por excelencia, y una pieza infaltable en los conciertos del grupo. “Ya no me asomo a la reja” y “Si estaba loco por ti” no dejan de lucir como proezas compositivas entre los amantes del indie español (pese a que parte de sus letras están tomadas directamente de grabaciones del mismo nombre a cargo de Morente y del también cantaor Fosforito, respectivamente) [1]. “Tendrá que haber un camino”, cierre del álbum escrito como homenaje póstumo al DJ español Aleix Vergés “Sideral”, es el único momento que incursiona de lleno en los quejíos flamencos, gracias a la voz prestada por el mismo productor.

Pero es “Reunión en la cumbre” la pieza que mejor resuena con una generación que vuelve a este álbum 15 años después de su estreno. La estrofa “se ha reunido el comité de empresa y ha decidido que se acabó la fiesta; o estás de nuestra parte o vete preparando las maletas” pareciera una más de las críticas de Jota a la industria musical. Sin embargo, el compositor ha aclarado que alude más bien a “esos colectivos que deciden los destinos individuales de las personas sin tener en cuenta sus necesidades ni opiniones” [2], un tema muy presente en la actualidad por la proliferación de incontables movimientos políticos carentes de rostro y transparencia. De igual forma, el verso “se ha reunido la junta extraordinaria y ha decidido que no les hace gracia otra vez el mismo chiste, y que por qué no lo cambias” luce como una profecía del estado actual de las comunicaciones masivas, donde el humor y las opiniones son sometidos más que nunca al férreo escrutinio de la mirada pública.

La fijación posmoderna por hibridar elementos de la alta y la baja cultura nunca ha estado exenta de cuestionamientos. El caso de la fusión entre rock y flamenco no es diferente, pues ésta se ha llegado a considerar un experimento de escaso valor artístico en el mejor de los escenarios, y un mero artificio comercial en el peor. La leyenda del espacio logró dar un nuevo matiz a esta dicotomía, con una incursión más bien elegante en la música tradicional andaluza que se encuentra a medio paso entre la masividad representada por El mal querer (2018) de Rosalía y el rock más sesudo de El patio (1975) de Triana. A 15 años de su estreno, La leyenda del espacio permanece como un ejemplar único en la lista de obras que enfrentaron a la vieja y la nueva música, así como una demostración de que la renovación estilística no siempre requiere una búsqueda de conceptos disruptivos. No hay nada nuevo bajo el sol; a veces, solo basta con mirar un poquito arriba.

[1] Según lo apunta Fernando Barrera-Ramírez en el artículo From La leyenda del tiempo to La leyenda del espacio: Three Decades of Rock and Flamenco Hybridisation in Andalusian Music, publicado en la revista Diagonal en 2018.
[2] Número 48 de la revista Zona de Obras, citado por Wikipedia.