Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
La primera década del siglo 21 presenció un auge de proyectos musicales que se proclamaban “indies”, o en su traducción al español, “independientes”. Varias bandas de ese entonces no tenían las intenciones de buscar la atención de grandes discográficas y además, su estilo no pintaba para ser el “éxito comercial” del momento. Si bien el espíritu no era nuevo —ya que el mismo punk podría considerarse bajo dicha premisa— su impacto se acentúo con la incidencia del Internet: una nueva vía de expresión y distribución que mutó (y lo sigue haciendo) rápidamente.
La concepción del término “indie” llamó la atención en ámbitos como la moda, el cine y en general, un estilo de vida. La música no fue la excepción. En el caso del indie rock —cuyas influencias provienen del rock alternativo de principios de los años 90 y en el que predominan las guitarras eléctricas— tomó mayor popularidad entre las escenas de Estados Unidos y Reino Unido. De hecho, a finales del 2009 el incipiente género fue descrito como “música agradable, accesible y estéticamente interesante” por medios como Pitchfork, mientras que otros sitios le dedicaban artículos completos a una década conocida por los "jeans entubados y los flequillos largos e inclinados".
Entre las bandas representativas del indie se encuentran Yeah Yeah Yeahs, Belle & Sebastian, Franz Ferdinand, Bloc Party y, por supuesto, The Strokes. Sin embargo, en Francia la situación era diferente. Su radar musical estaba atento a proyectos como Daft Punk, Air o Motorbass. El país era conocido por sus sonidos electrónicos, el synthpop y la música dance, así como por el uso de sintetizadores digitales, samplers, cajas de ritmos y programas de computadora.
En aquella movida french disco nació Phoenix. Durante sus primeros años, la agrupación originaria de los suburbios de Versalles se presentaba junto al dúo Air y eran constantemente comparados con The Strokes, pero “más suaves y menos borrachos”.
Su contribución al género dance se mantuvo durante sus dos primeros discos, mientras que la “esencia indie neoyorquina” se vio reflejada hasta su tercer material de estudio: It 's Never Been Like That. Un disco en el que Thomas Mars, Deck d'Arcy, Laurent Brancowitz y Christian Mazzalai le decía: “Hasta pronto y muchas gracias” a sus trabajos previos para abrirse paso a una nueva personalidad que explotaría al máximo en Wolfgang Amadeus (2009).
Sus sencillos más populares (hasta ese momento): “Too Young” y “If I Ever Feel Better”, se caracterizan por tener elementos de música disco de los 70 con tintes de house, y si bien el aura rockera ya predominaba en canciones como “Party Time” o “Funky Squaredance”, United (2000) en su totalidad resultó ser un popurrí de aquellos grupos elegantes y sofisticados que inspiraban a Phoenix más que un disco con un concepto consistente.
Por su parte, Alphabetical (2004) fue un punto intermedio más sombrío e interesante entre la desenfrenada pista de baile y sus tranquilizadoras pistas instrumentales, y sin embargo, la banda no recibió una buena crítica. Fue hasta el lanzamiento de It 's Never Been Like That, cuyas reseñas de diversos medios especializados estaban llenas de expectativas y no dejaban de mencionar el potencial que veían en la banda.
De tal forma que, si United resultó ser un debut atrevido y Alphabetical una continuación más experimental, It 's Never Been Like That fueron los primeros pasos hacia la transformación, el estimulante aviso de una etapa exitosa en la carrera de Phoenix.
En su tercer disco, Phoenix dejó el registro sonoro del más puro estilo indie rock del momento. El álbum salió el 15 de mayo de 2006 a través del sello Astralwerks e incluye 10 canciones. Las dos primeras, “Napoleon Says” y “Rally”, destacan por sus versos sencillos de amor en los que predomina la sensualidad, intimidad e inocencia de una relación juvenil.
En el caso de “Consolation Prizes” y “Long Distance Call”, la energía transita por el espíritu coming of age de los largos caminos por recorrer y las esperanzas de la banda por seguir componiendo música. Los temas son los más ambiciosos del disco pues representan, precisamente, el optimismo (aunque sin dejar de dar espacio a la incertidumbre) de Phoenix en ese punto de su carrera.
Por su parte, “Sometimes in the fall” es el compromiso de ser fiel a uno mismo. La firme intención de seguir luchando por lo que se ama. Renovación otoñal para darle espacio a lo venidero. En tanto, “Second to None” es el reflejo de cómo los cambios inevitables, que en ocasiones creemos ocurren desde la individualidad, también conmueven a quien te acompaña e intenta entender la metamorfosis experimentada.
It's Never Been Like That en general también es el cúmulo de etapas más cliché de una relación amorosa: las peleas sin sentido, las infidelidades plasmadas en “One Time Too Many”, los reclamos fastidiosos y la muy necesaria reconciliación musicalizada por la hermosa pista instrumental “North”.
En mi opinión, el álbum es principalmente ambición, esperanza y amor por hacer y disfrutar de lo que a uno le gusta aunque la realidad parezca decir constantemente: “No. Eso no es lo adecuado”. También es la búsqueda del tierno abrazo de aquella persona que a la distancia (o no) te anima a seguir tus sueños. Un insuperable romance de tiempo que no es nostálgico, sino refrescante, vibrante. Un ameno recuerdo. Ahora, luego de 15 años de su publicación, puede leerse como un necesario adiós al pasado con miras a un futuro prometedor.
El álbum fue grabado de agosto a noviembre de 2005 en los estudios Planet Roc, los cuales eran un complejo de radio estatal abandonado en Berlín; algunos arreglos se llevaron a cabo en Acousti Studios y Our Basement, ubicados en París. Además, el álbum fue relanzado más tarde como una edición de gira con cuatro pistas extra grabadas en vivo en Oslo el 20 de abril de 2006.
Tres años después de su lanzamiento, a Phoenix le fue espectacular. La agrupación ganó un premio Grammy por Wolfgang Amadeus y hasta ahora, es considerado el mejor de su discografía. Su predecesor fue un parteaguas, un oráculo que sabía cuál era el destino dado.
Si te animas a reproducirlo para celebrar su existencia, solo me queda recomendarte que lo disfrutes con una sonrisa en el rostro porque la época que lo acogió nunca volverá a ser así.