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15 años después de su lanzamiento, un 27 de octubre de 2006, Back to Black se añeja como el buen vino y parece trascender en el tiempo de forma inmutable. ¿Quién se hubiera imaginado que un disco de soul y R&B se convertiría en un éxito comercial cuando los charts mundiales estaban llenos de pop industrial y desalmado? El segundo y último álbum de estudio de Amy Winehouse llegó de la nada y rompió con los paradigmas vigentes sobre cómo hacer música. También marcó el final de una de las voces más increíbles de la historia.
Un año después de la salida de Frank (2003), su disco debut, Universal le reclamaba a Winehouse que empiece a grabar nuevo material, con la advertencia de que la gente iba a olvidarse de ella. Por su parte, Amy no sabía trabajar bajo presión. No podía escribir música si no sentía la necesidad de hacerlo. Para ella, escribir y componer era una forma de canalizar el dolor y, por ese entonces, a pesar de vivir en una vorágine llena de excesos, sabía sobrellevar la situación.
Por lo menos así lo fue hasta que llegó otro hombre a su vida. Si detrás de toda gran obra hay un nombre, el de Back to Black fue el de Blake Fielder. Él y Amy se conocieron en un pub londinense en el 2005 y la atracción fue instantánea. A partir de ese instante comenzaron una relación que, con el tiempo, se transformaría en un vínculo destructivo y desencadenaría en uno de los mejores discos del siglo XXI.
“Tú vuelves con ella y yo vuelvo al negro”, escribió Amy luego de recibir una llamada de Fielder avisándole que volvería con su ex pareja y que prefería seguir como amigos. Ese fue el cimbronazo necesario para que junto a Salaam Remi, y a un joven Mark Ronson en la producción, comenzarán a darle forma al disco que llevaría el nombre de esa primera canción escrita para Fielder, Back to Black.
Back to Black es, esencialmente, una crónica sobre el dolor y el duelo después del amor, volver a la oscuridad ya conocida, algo que se deja ver en canciones como “Tears dry on her own” o “Wake up alone”. Es crudo y sofisticado al mismo tiempo, con instrumentación y ensambles de otra época. Es una pieza íntima, que refleja el lado más vulnerable y conmovedor de Amy.
“Rehab”, tal vez el track más popular del álbum, relata justamente cómo la cantante se negó a ir a rehabilitación apoyada por su padre, quien no creía necesario llegar a esa instancia. Otra canción que resalta es “Some unholy war”: una declaración de lealtad y una muestra de amor sincero. Después de todo… Qué es el amor sino la entrega total y desinteresada a un otro. Back to Black es la prueba de que la tristeza también puede ser un lugar hermoso, siempre y cuando se tenga la capacidad para transformar el dolor en algo bello.
Después de su salida, el álbum fue un éxito rotundo y fue aclamado tanto por la crítica como por la prensa especializada. Back to Back llevó a Winehouse al reconocimiento mundial y a un nivel de exposición que jamás hubiese imaginado. Eso, lejos de ser algo bueno, fue la gota que rebalsó el vaso.
La presión de los medios y la industria terminaron colapsando a Amy, que por ese entonces se había alejado de sus amigos, de su familia y se refugiaba en drogas y alcohol para anestesiar la angustia.
Finalmente, la noche del 23 de julio su corazón se detuvo debido a la gran cantidad de alcohol que había tomado. Back to Back fue su última gran obra, su despedida y su legado.