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El frenesí, las descargas eléctricas en el escenario y la energía que se desborda sobre el mismo en una nueva banda es evidente. Foals era un revolver que había disparado con violencia y golpeado con la fuerza de un potro. Jimmy era reservado, pero el virtuosismo lo tenía de sobra. Yannis, aquella bestia griega que robaba suspiros y colapsaba contra el público que además contaba con desgarradoras cuerdas vocales. Los chicos de Oxford sorprenderían a la crítica especializada con Antidotes, el llamado math.rock y su punk dance que ponía de cabeza los escenarios por el mundo. ¿Qué pasaría después de llenarnos de guitarras nerviosas y efectos de drones con ecos que enloquecían a todos? Llegaría Total Life Forever, el salto creativo con menos reglas repleto de contrastes que forjaría su sonido y los haría crecer como artistas.
Apenas habían transcurrido un par de años y Foals volvía a la carga con un nuevo material. Estaban hambrientos. Y con ello accedían a una profundidad que parecía inalcanzable. El quinteto inglés no sorprendía por su evolución, lo hacía porque podía ser impredecibles. Aquí llega la primera gran disyuntiva en el trabajo que dividió a los fans: los amaban por escuchar algo más pensado y sobrio, o los odiaban por el hecho de que se habían apartado un poco de las bases. De aquellos sonidos que parecían ambientar un capítulo de Skins. Ahora, a 10 años de su lanzamiento, entiendo más a Yannis. A aquella portada del aclamado debut que parece un boceto. Esa careta en blanco definida, unos labios coloridos y con un cuerpo que no pudo ser terminado a tiempo. Ya no era el momento de tocar en las fiestas de sus amigos. Un mar creativo los arrastraba para probar nuevas cosas. Para ser un poco más Foals.
Total Life Forever cobra vida con “Blue Blood” y un susurro de Philippakis más maduro. Siempre que recordamos a un buen cantante y lo vemos sobre el escenario pasando los años solemos decir: “canta igualito” ... “la voz no le ha cambiado”. Todo eso suele ser mentira. Claro que cambia. Más grave. Más rasposa. Con tintes roncos. Con más experiencias y anécdotas en mente. El líder de la banda tenía otras ideas en la cabeza. Es algo que se escucha y, sobre todo, que se siente. Había probado las mieles de colgarse su guitarra, sangrar los dedos con las cuerdas y aventarse al público entre sudor y olor a cerveza. Fue aceptado y vanagloriado. El grito que resuena en el último minuto antes de que termine la canción lo dice todo. La línea de bajo más centrada y sobresaliente también lo hace. Las guitarras seguían gritando que eran ellos con sus efectos reverb que les daba ese destello espacial. Habían dado el salto. Uno gigantesco.
“Miami” le da un aire de nostalgia a Total Life Forever. El quintento de Oxford traía este hit automático de la banda. Bailable, perfecta para festival. Un poco más funky, que hace mover tu pie de manera automática. La tercera pista, puede ser una de las canciones más menospreciadas de la banda. “Total Life Forever” lo tiene todo para estar en su Top 10 de buenos temas, pero simplemente no figura en las listas. Aquella letra repleta de preocupación. La agrupación se volvía un poco cínica. Metía muchos sentimientos con acordes tranquilos y que te hacían sonreír. Llegaba “Black Gold” y el futuro no es lo que solía ser. “Let's take life slow... Cuz' total life forever, will never be enough, no...”
Total Life Forever no es el disco perfecto de Foals. Al contrario, tiene fuertes caídas. A partir de “This Orient” el LP se va diluyendo un poco y pierde ritmo. Se necesitan varias reproducciones para asimilarlo. Los primeros 25 minutos son un oleaje que rompe en las piedras de la costa. Sentimientos por doquier. Es realmente bueno. En el desenlace hay magnetismo, mucho poder, pero en ocasiones suena desencajado. Como si la última parte fuera un collage de buenas ideas con una ejecución carente de algo. “After Glow” es algo que ya escuchamos con anterioridad en la agrupación, solo fue reinventada y pimpeada con efectos de rabia. Un guiño a la suciedad que meterían en Holy Fire. “Alabaster” es un descanso, uno que tal vez no se necesitaba. Como dije, va perdiendo un poco el trabajo, aunque no signifique que vaya en picada. Solo aflojaron un poco las tuercas. “2 Trees” y “What Remains” terminan con él y es lo menos interesante de todo el material. Es algo muy elaborado, pero no le logra hacer justicia a lo sucedido en todo el camino.
Se cumple una década de Total Life Forever, el disco que revolucionaría una banda. Ahora, Foals es de todos, los ves liderando cualquier festival importante en el mundo o llenando grandes recintos. Su vivo es impresionante y son 100 veces mejores que en estudio. Pero, ¿se acuerdan cuando cancelaron un Salón 21 en el 2008 por bajas ventas? En aquel 2010 se trataba de un Yannis y compañía que querían demostrar podían hacer más cosas que no “fueran bailables”. Que tenían las herramientas para desgarrarnos el alma. Lo lograron con creces. El futuro siempre es incierto. Y nada nunca será suficiente. Pero ellos lo consiguieron en ese momento. Lograron crear un lugar más acogedor para nosotros.