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Hay sonidos que gustan y hay sonidos que definen.
Recién que el 2019 llegaba a su ocaso y los medios especializados centraron sus esfuerzos en definir aquellos que consideraban los mejores discos de la década, aparecieron los cuestionamientos respecto a la frescura de algunos y la posibilidad de valorar con mejor precisión el alcance de estos en la cultura musical de los años posteriores. En ese momento notamos la carencia de piedad en el tiempo: que muchos de esos álbumes ya cargaban 10 años sobre sus espaldas.
Ok, 2010. Los sellos independientes de la industria anglosajona planteaban una batalla digna y todo eso que englobábamos en rock alternativo (qué prácticos o qué ingenuos éramos) gozaba de múltiples exponentes. Con el hip hop en su punto de ebullición y el resurgimiento del romance entre guitarras eléctricas y sintetizadores, los oídos del mundo estaban expectantes de cómo la tecnología rompería una vez más las dimensiones conocidas de lo sonoro.
En la mente de todos hay cuatro o cinco placas que, ahora, entendemos como trabajos determinantes en toda una generación de artistas; pero hubo uno que marcó la ruta emocional para miles de jóvenes: Teen Dream, de Beach House.
Seven figures leap the hungry mouths
The beast, he comes to you
He's a hunter for a lonely heart
In the season of the sun’’.
Incertidumbre, nostalgia, soledad y abandono. Esos cuatro Jinetes del Apocalipsis eran el eje del universo que Victoria Legrand y Alex Scally estaban tratando descifrar. Aunque las grabaciones iniciaron formalmente en el primer trimestre de 2009, este disco empezó a idearse desde la gira de Devotion (2008) su antecesor; y representaba la oportunidad de hacer escándalo en su entrada al mítico sello Sub Pop Records.
El objetivo general del dúo era dar un paso al frente en todas las trincheras: composición lírica, arreglos y post-producción. La adición de alguien como Dan Franz revitalizó el proceso de ejecución desde las percusiones; sin embargo, fue Chris Coady (productor de Radiohead, TV On The Radio, Yeah Yeah Yeahs) quien logró equilibrar el ímpetu creativo de Beach House.
El reverb llevado hasta sus últimas consecuencias y el característico pivote doble en la batería se sumaron al profundo efecto de eco en la voz para construir capas en las que la sensación de vacío aparecía al final de las líneas melódicas.
Desde su título, Teen Dream y sus letras aspiraban a quebrantar las expectativas de una juventud prometida… Una en la que el amor que le tengamos a las personas, a los lugares o a los recuerdos puede ser desbaratado sin que podamos hacer algo al respecto. Un catalizador de la desolación personal que encontraría su respuesta colectiva en The Suburbs de Arcade Fire.
Para un público considerable, este disco fue y sigue siendo la decisión más arriesgada y ambiciosa de Beach House; pero aún cuando trastabillaron en su proceso de consolidación, Teen Dream tuvo el peso suficiente para cimentar una nueva era dream pop y shoegaze: Hurry Up, We're Dreaming de M83, I like It When You Sleep, for You Are so Beautiful yet so Unaware of It (I Like It ... de The 1975, Is The Is Are de DIIV y muchos otros no habrían sido lo mismo sin esa pieza seminal.
Y hoy, 10 años después, Beach House y su Teen Dream sabían que nos seguirían acongojando las mismas cosas.