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Las posibilidades de mostrar cariño y afecto hacia otra persona son infinitas. Aunque a veces las demostraciones se repiten creando clichés o estereotipos, cada forma de expresar amor es distinta. The Kooks es una de las bandas del radar indie-pop británico que ha abordado mucho este concepto a lo largo de su trayectoria artística.
La agrupación, formada en 2004 por cuatro jóvenes estudiantes del Instituto de Brighton de Música Moderna, demostró en sus dos primeros álbumes aquello en lo que realmente es buena: componer canciones espontáneas, sinceras y apasionadas, todas hechas a partir de tan solo una guitarra acústica. Es así que su estética con influencias en el britpop, indie-rock y principalmente en The Beatles catapultaron a Luke Pritchard, Hugh Harris, Paul Garred y Max Rafferty en la industria del entretenimiento como nunca se lo habían imaginado.
Sin embargo, es hasta su tercer material de estudio, Junk Of The Heart, que Luke y Hugh consiguen cimentar sus inquietas ideas bajo una misma unidad narrativa con su respectiva forma y sentido, así como transitar de lo analógico y lo digital. Recordemos que para aquel 2011, Max Rafferty ya no formaba parte de la alineación y, posteriormente, el baterista Paul Garred dejó la banda debido a un problema de salud en su brazo.
¿Qué es lo más interesante del Junk Of The Heart 10 años después de su publicación? Pues bien, que todo comienza y termina en un personaje llamado “Rosie”. Una mujer intrigante, misteriosa e increíblemente hermosa (según las descripciones de Pritchard) en la que convergen y se fusionan las demás pistas, las cuales adquieren un significado muy especial si partimos de los versos de la canción.
No es ninguna sorpresa. The Kooks suele crear muy buenos singles, y en su tercer disco explota este atributo proponiendo 11 temas que forman parte de todo un universo sonoro y el cual se gesta, precisamente, de una sola canción. Quizá solo sea una sobre interpretación y la banda nunca lo pensó o planeó así, sin embargo, es el único de sus discos en el que encuentro esta correspondencia bien definida.
Cuando entramos en el estudio ya teníamos unas seis canciones grabadas, pero me di cuenta de que algo fallaba. Eran geniales, pero se parecían demasiado al segundo disco, así que empezamos a hablar sobre cómo queríamos que sonara y nos pusimos a trabajar de nuevo. Se puede decir que el disco sí que tenía una idea preconcebida: no era una colección de temas, como en los dos primeros álbumes”, comentó Luke Pritchard en entrevista con Mondo Sonoro en 2011.
La primera canción, "Junk Of The Heart (Happy)", representa ese deseo por ser correspondido en el amor, aunque la resignación de no serlo está presente en la interpretación vocal de Pritchard. "How'd You Like That" juega con algunas características del hip hop, mientras que en "Taking Pictures Of You" prevalece la intención de capturar momentos alegres sin importar lo sucedido.
Por otra parte, la banda experimenta con ciertos elementos del funk en "F**k The World Off". Y de repente, "Time Above the Earth" crea un momento súper reflexivo e instrumental acerca de lo importante y necesaria que una persona puede llegar a ser para otra en un mundo tan grande.
Posteriormente, "Runaway" se transforma en el eterno cuento de las rupturas amorosas y es la canción perfecta para hablar de las promesas no cumplidas sobre dejar de sufrir por alguien. "Is It Me" plantea diversos cuestionamientos: ¿Quién es el responsable de que una relación falle?, ¿El tiempo en que vivimos? ¿Nosotros? o quizá simplemente no era el momento adecuado.
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El ahora multipremiado productor Tony Hoffer trabajó en el álbum cuya publicación ocurrió vía el sello Virgin Records. Las aportaciones de Hoffer ayudaron a que, por ejemplo, al inicio de "Mr. Nice Guy" exista una similitud casi exacta con "We Used To Wait" de Arcade Fire, incluida en el The Suburbs (2010). En esa misma canción, la cual cierra el álbum, también hay una breve referencia a "Let's Dance" de David Bowie. ¿Lo habías notado?
En fin, Junk Of The Heart mantiene la esencia romántica de los inicios de The Kooks, pero vislumbra cambios en cuanto a la madurez de su sonido. Aunque en sus posteriores producciones, la banda ya no dejó claro hacia dónde quería dirigir su propuesta, es innegable que este álbum representó un antes y un después en su carrera profesional. Además, proporcionó a sus seguidores un espacio al cual acudir cuando solo queden rastros e ilusiones de un amor imposible.