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Comenzaba la pasada década de los 2010 cuando un puñado de bandas alrededor del mundo comenzaban a usar de forma enfática sintetizadores, cajas de ritmos y distorsionadas guitarras en melodías grises, gélidas y reiterativas, reviviendo sonidos que no eran tan vividos desde hace años, incluso décadas. De entre muchas, especialmente destaca The KVB.
Formada en 2010 por el cantante, compositor y multiinstrumentista Nicholas Wood como un proyecto en solitario, The KVB comenzó con una serie de lanzamientos limitados en cassette y vinilo. Posteriormente, la vocalista, tecladista y artista visual Kat Day, se unió al proyecto en 2011 para lanzar su debut Always Then en 2012, un disco de resonancias crudas, minimalistas y etéreas, que, a la fecha, es referente obligado de este dueto inglés.
Un año más tarde estarían consolidando este estilo en su segundo álbum Immaterial Visions, una producción que trasciende los géneros e influencias que se le puedan encontrar (principalmente la etiqueta de shoegaze), pues en este disco, al igual que el anterior, el dúo no teme en exhibir sus múltiples influencias musicales que van desde el dream pop, post-punk, electrónica, psychedelic rock, entre otras.
Es con este material que The KVB logra posicionarse, hace 10 años, entre proyectos emergentes similares tales como Tropic of Cancer, Antonym o DVA Damas en parte gracias a que, en Estados Unidos, la banda comenzó a aparecer en las listas de reproducción de East Village Radio de Veronica Vasicka, creadora del sello discográfico Minimal Wave. Es con el subsello de esta casa, Cititrax, que Immaterial Visions ve la luz.
Esta producción resulta particularmente interesante porque todos los tracks fueron grabados entre 2011 y 2012 y seleccionados de un vasto archivo a cargo de Vasicka, quien debió entusiasmarse mucho con la música de este dúo al ocuparse personalmente de esta decisión, lo cual, no es para menos, ya que cada pieza envuelve en una mezcla única de psicodelia, sintetizadores y nostalgia que fácilmente evoca algunas líneas del Psychocandy de The Jesus and Mary Chain o el trabajo homónimo de Suicide.
Cada canción es un claro combinando de guitarras a tope de fuzz, sintetizadores minimalistas, hipnóticas cajas de ritmo y voces empapadas de reverberación, que, además, suman abstractos elementos visuales a cargo de Kat Day en un par de audiovisuales para dos canciones que abren el disco, Shadows y Dayzed, temas emblema de la banda que advierten al escucha no sólo el concepto de este álbum, sino del momento más descarnado del dueto.
A una década de su lanzamiento, Immaterial Visions es un alusivo imprescindible de The KVB que le valió afianzar un lugar muy relevante entre la escena musical de sus pares y que remonta a una época en que estos sonidos no sólo se tornaron vigentes, sino que cobraron importancia, pues han venido enriqueciéndose y evolucionando hasta nuestros días.