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En una época en la que el reguetón y el Auto-Tune dominan las listas de popularidad son contadas las bandas de rock que logran llenar estadios. De pronto se convirtió en un género destinado para las minorías y los escenarios de pequeñas dimensiones. Lejos quedaron los años en que Nirvana y Pearl Jam dominaban MTV con sus videos de alta rotación. Y todavía lucen más remotos los días en que Led Zeppelin y Queen convocaban a miles de seguidores en sus presentaciones. Pero de pronto aparecen proyectos como The Black Keys y lo cambian todo.
Pero contrario a lo que algunos piensan, detrás de una de las canciones más famosas de los últimos años hay una larga carrera. El dueto conformado por Dan Auerbach (guitarra y voz) y Patrick Carney (batería) se dio a conocer en el momento del auge del indie rock a inicios del siglo 21.
En ese momento de la historia surgieron agrupaciones como The Strokes, The White Stripes y Yeah Yeah Yeahs que le inyectaron energía a la música. Cada una con un estilo propio pero que sirvió de inspiración para el nacimiento de más bandas en todo el mundo. En una ironía de la vida, las estrictas medidas contra la vida nocturna que impuso Rudy Giuliani cuando fue alcalde de Nueva York fueron el motor para despertar a la juventud. Por eso lo prohibido siempre es más divertido.
Con todo este bagaje The Black Keys comenzó su carrera con un estilo marcado por un profundo amor hacia el blues. La música más vieja del mundo se resiste a morir y en todos los rincones del planeta siempre aparecen adeptos a los gritos de lobo aullador y los ritmos hipnóticos. Pero como una ley no escrita, el cambio es la única constante en la vida de las personas.
Después de varios trabajos publicados la pareja ya tenía cierto reconocimiento pero nada como lo que llegaría con el lanzamiento de su séptimo LP que simplemente lleva el nombre de El Camino. Como si se tratara de un balde de agua fría, el sencillo "Lonely Boy" fue una de las canciones más escuchadas del 2011. Cuando se creía que el rock estaba muerto solo fueron necesarios tres minutos para comprobar que todavía respira y puede ser del agrado de las masas. Un ritmo sencillo junto a un coro amigable fueron suficientes para crear el nuevo himno de los millennials que a la fecha se escucha con frecuencia en todos los rincones del planeta.
Algunos pueden criticar que el sonido del binomio sufrió un cambio con respecto a sus primeros trabajos y es verdad. El blues ya no predomina en las composiciones pero eso no necesariamente es una ofensa. Algunas bandas disfrutan de ejecutar la misma canción una y otra vez (¡saludos Maná!) pero otras prefieren salir de su zona de confort para explorar nuevos terrenos.
Uno de los responsables en la transformación de The Black Keys fue el productor Danger Mouse, responsable de Gnarls Barkley y Danger Doom. Su llegada permitió enriquecer el sonido y en lugar de podarlo le echó agua para que se expandiera y creciera. En “Gold on the Ceiling" se mantiene la guitarra como instrumento principal pero también se añade un teclado que vuelve a la pieza más adictiva. Con esto logró otro éxito en las listas de popularidad y su legado como "nuevo Rey Midas de la música" se mantiene.
Desde entonces ya no hay cochambre y mugre en los álbumes de The Black Keys porque ahora prevalece un sonido más refinado. Es imposible poder complacer a todos pero al final el criterio propio es más importante que complacer a los demás. Aunque más allá de la transformación, lo que no se puede poner en duda es que la pareja nos regaló una de las canciones más adictivas de los últimos años.