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La carta de amor llega a su fin.
Durante la década de los 90, unos amigos decidieron juntarse para armar un animoso proyecto con tintes de surf rock que respondía bajo el nombre de La Gusana Ciega. Sus atropelladas composiciones eran un retrato de su espontaneidad y divagación inspirada principalmente en viajes interestelares. Su música respondía a momentos de diversión que sin intención alguna pretendían simpatizar con sus fanáticos.
A inicios de la década de los 2000, la banda atravesó por un infortunio que, forzosamente, exigió una separación momentánea. No obstante el tiempo y la fortuna permitió que los integrantes retomaran su camino dentro de la industria. El reencuentro puede definirse como un momento de motivación que dio pie a la nueva etapa de los mexicanos. Por años, hubo composiciones alineadas, covers a músicos que fungieron como inspiración y melodías fuera de la galaxia, pero no fue hasta 15 años después del lanzamiento de su álbum debut, cuando la banda decidió emprender algo distinto, algo que por primera vez definía un concepto musicalizado al ritmo de baladas rock que hablaban del amor. Así surgió Conejo en el Sombrero.
El disco llegó a finales de mayo a través de Naranjada Records, el sello discográfico de La Gusana Ciega que se estrenó con la presentación de su álbum más ambicioso y favorito hasta el momento. Daniel Gutiérrez, Luis Ernesto Martínez, Germán Arroyo y Jorge Vilchis se involucraron de lleno en la composición y producción del mismo, logrando capturar el sonido individualmente. La confianza fue una de las bases de este LP.
El amor y la dicha de tener a una persona con la cual compartir aventuras resuena entre las líneas de las nueve canciones que componen a Conejo en el sombrero. Principalmente, cae en la premisa de una historia donde los personajes relatan la incertidumbre de estar enamorados y no saber si ese amor será correspondido. Asimismo, cada una de las pistas conmociona al escucha por sus características notas con colores seleccionados, una fina relación a su rueda de color.
Daniel Gutiérrez logró proyectar sorpresas y sentimientos sinceros en una vasta selección de sonidos y texturas que se viven y, en palabras del mismo vocalista, “saben a una noche calurosa, sabe sensual, habla de distintos momentos entre un hombre y una mujer con planteamiento desde ciertos puntos de vista”.
La nueva era arranca con “Entra en el Agua”, una melodía en la que prevalece su tradicional surf rock que se alinea con divertidas notas y explota en una dosis de energía; un track sin limitaciones que te invita a arriesgarte y darlo todo por aquella persona. No obstante, al poco tiempo llega un excepcional contraste; la pista que da nombre al álbum interfiere en forma de una cabizbaja balada que se apodera del corazón de las personas. De esta manera se empieza a definir la línea que tomará la producción la cual se asimila a un acto de magia, en donde los sentimientos cambian instantáneamente al ritmo de efusivas guitarras eléctricas y acústicas.
Conejo en el Sombrero sí tiene mucho romanticismo y nostalgia, pero también cuenta con un momento de mucha lucidez y enfrentamiento en "Dolor de Huevos", el único tema colaborativo en el que Jessy Bulbo se afilia y aporta su carisma en un dueto poco convencional en el que se escuchan circunstancias con justificaciones innecesarias; todo al compás de agradables notas que pronto recaen en el solo de un saxofón por parte de Lu; un toque único y divertido a la producción.
Después de 10 años de su lanzamiento, se agradece el atrevimiento por parte de la agrupación, quien logró presentar algo totalmente diferente que sirvió de refugio para los días más desolados de las almas perdidas y corazones rotos. El disco marcó un antes y un después en sus producciones. Sin su lanzamiento hubiese sido casi imposible escuchar Monarca o bien, Borregos en la Niebla, producciones cercanas de La Gusana Ciega.
Su convencional discurso conmovió a un público particularmente adolescente que aún disfruta escuchar y dedicar temas como "Conejo en el Sombrero", "Ella Estrella" y "Castillo en la Luna"; sus composiciones cercanas a los sentimientos de los terricolas serán recordadas hoy y siempre. Tienes el poder de cambiar el color de la rueda. Hoy, ¿A qué te suena Conejo en el sombrero? A mí a nostalgia, una nostalgia profundamente en tintes morados.