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Las playas californianas, a mitad de la década de los 60, presenciaron el nacimiento de una de las bandas con más envergadura que han existido: The Doors. Se cuenta que todo comenzó cuando un joven de 22 años se encontró a un ex compañero de escuela y le mostró un poema de su autoría. Su compañero, encantado, le pidió que cantará el texto y no dudó al escucharlo en plantear la idea de hacer un grupo, sin saber que su historia se escribiría con letras de oro.
The Doors se formó con su única alineación: Jim Morrison, Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore. Pronto, el grupo firmó con Elektra Records para grabar su disco debut homónimo, dando inicio así inicio a una corta, pero brillante trayectoria.
Desde un principio, The Doors creó temas que hoy son clásicos. Con un par de discos lanzados en 1967 (The Doors y Strange Days), el cuarteto de Los Angeles logró crear ocho discos en tan solo cinco años. En total, The Doors lanzó nueve placas entre 1967 y 1978 —seis con el icónico Morrison al frente—.
El ritmo para componer y grabar de The Doors fue acelerado. 10 meses después de su segunda entrega, la agrupación dio a conocer Waiting for the Sun; su primer y único LP #1 en las listas de popularidad.
La idea para este nuevo material fue ambiciosa. La música que The Doors creó en sus inicios le dio para grabar sus dos primeros álbumes. Para su tercera placa, se planeó una extensa pieza teatral que ocuparía la primera cara del disco; un concepto basado en la poesía surrealista de Morrison que llevaría por título “Celebration of the Lizard”, origen del mote de “Rey Lagarto”. El grupo no quedó satisfecho con los bosquejos y al final solo se incluyó una parte; el tercer track “Not to Touch the Earth”. El poema completo —que abarcaba seis canciones—no estuvo disponible sino hasta 1970, en la grandiosa entrega en vivo Absolutely Live.
Para cuando Waiting for the Sun fue puesto a la venta, The Doors contaba ya con prestigio y con el reconocimiento del público y la crítica. Su mítico líder Jim Morrison alimentaba su fama rebelde con épicas presentaciones, problemas con la ley y excesos que finalmente le llevaron a una muerte prematura, no sin antes pasar a la historia como uno de los cantantes más icónicos que ha pisado un escenario. El resto de la banda, (aunque siempre a la sombra Morrison), contribuyó a que el camino trazado por The Doors fuera insuperable; las teclas de Manzarek que dieron al cuarteto distinción al prescindir de la figura del bajista en vivo, el estilo sin plumilla en la guitarra de Robby Krieger y su bagaje de géneros que iban desde el jazz hasta el flamenco como la joya “Spanish Caravan” –primer tema del lado b de Waiting for the Sun—, además de la refinada batería de John Densmore.
El álbum de 11 canciones abre con “Hello, I Love You”, una de las primeras obras del grupo. Sir Ray Davies, líder de The Kinks, demandó a The Doors por plagio argumentando que el track (cuya letra se inspiró en una mujer que Morrison y Manzarek vieron caminar en la playa) era una copia de “All Day and All of The Night”. Al final, el inglés llegó a un acuerdo fuera de la corte con The Doors.
Además, fue en la gira de promoción de Waiting for the Sun cuando la banda hizo su primera presentación fuera de Norteamérica. Con fechas en The Roundhouse de Inglaterra, The Doors ofreció algunos conciertos en Europa junto a otra leyenda: Jefferson Airplane. Para entonces, los problemas de Morrison con el alcohol y las drogas ya eran considerables, poniendo en riesgo la continuidad de la banda. Ya de regreso en su tierra natal, The Doors concluyó la gira y terminó el año con otro éxito: el sencillo “Touch Me”. En enero del año siguiente, el cuarteto ofreció su legendario concierto en el abarrotado Madison Square Garden. Dos años después, también en un 3 de julio, Morrison fue encontrado sin vida en la bañera de su apartamento.
Así, el tercer disco de The Doors, Waiting for the Sun, celebra hoy 50 años de su lanzamiento. Una edición de lujo fue editada en su aniversario 40 e incluyó material extra como el citado tema “Celebration of the Lizard” además de una magnífica interpretación de Robby Krieger de “Albinoni's Adagio in G Minor”, composición neo barroca del italiano Remo Giazotto que formó parte de An American Prayer, el último disco de la banda ya sin Morrison, lanzado hace 40 años. Esperamos alguna nueva edición de este gran disco que, si bien no fue tan bien acogido por la crítica, es un gran trabajo de psicodelia con cortes que nos dejan ver la capacidad técnica de sus músicos y la visión poética de Morrison, además de su postura antibélica en temas como “The Unknown Soldier” ante un conflicto cuyo fin no pudo presenciar.