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Fotografías por Bere Rivera
El Museo Universitario de El Chopo desde su fundación se mantiene como un estandarte político-cultural en contra de la banalización de la cultura por parte de las estructuras burocráticas que la dominan. El espacio es icónico ya que demuestra que la libertad creativa y de expresión pueden ir ligadas a la búsqueda de una experiencia estética.
Bajo este contexto Vans México presenta en sus galerías Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo, exposición que ha pasado por diferentes países y que muestra el recorrido el punk, no como género musical sino como expresión política y artística. La muestra se divide en tres momentos: videográfico, plástico y documentación. En cada uno de ellos se plasma una percepción de cómo el punk ha trascendido más allá de las calles para centrarse en los espacios museográficos anti-establishment.
Si bien el recorrido es lúdico y las piezas que se exhiben tienen coherencia con el discurso curatorial, la exposición desgasta mucho la idea de la transgresión y, así, las piezas se desligan de su concepto que lo funda como “obra de arte” y lo redirige a aceptar el discurso que el curador quiere darle. Ese problema del arte contemporáneo de necesitar una explicación para justificar una pieza es el que se mantiene presente dentro de esta exposición.
Es recomendable visitar la exposición pensando que el punk no es un objeto de museo, pues al verlo así, el discurso que originalmente representaba a esta expresión artística de ser contestatario frente a las desigualdades políticas y sociales se pierde para dar cabida al arte-objeto que forma parte de una colección burguesa. He ahí la gran contradicción del discurso curatorial, pues el punk para el curador y la exposición es una serie de objetos devenidos en arte y aburguesados. El punk no puede ser burgués, es una contradicción pero para el arte contemporáneo esa contradicción es una forma de acción.
¿Es arte o no es arte? Es la pregunta que queda abierta al finalizar el recorrido y no hay una respuesta equivocada.