Un ritual de furia y devoción entre explosiones de energía y conexión con sus seguidores.
La noche era joven y el cielo despejado, de un oscuro profundo que prometía en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México vibrar, con una expectativa que podías tocar, el ambiente de los asistentes mostraba entusiasmo y garantía de un espectáculo sin igual. A lo lejos, las luces de la ciudad parecían fundirse con el resplandor de los reflectores que iluminaban el escenario. Entre fanáticos, espectadores, familias y amigos, miles de almas vestidas de negro, se movían por el parque buscando el mejor lugar para presenciar una noche inolvidable, una noche en la que Slipknot, la leyenda del nu metal, estaba a punto de desatar con una tormenta de energía y caos.
Slipknot celebra 25 años de trayectoria, ante ello, se esperaba una asistencia adulta; sin embargo, había pequeños con sus padres y grupos de familia disfrutando la velada. El negro fue el color que predominó en la indumentaria de cada persona. Las máscaras, que representaban a cada miembro de la banda, también se hicieron presentes, con ello los fans mostraron devoción y estima absoluto. Slipknot ha penetrado en el imaginario colectivo cuando del género metal se habla.
Antes del plato fuerte, el escenario perteneció a las bandas que calentaron los motores y el ambiente, preparando el terreno para la brutalidad salvaje que estaba por llegar. Orbit Culture fue la primera banda en salir. La agrupación sueca, conocida por su metal melódico con tintes de death metal, trajo consigo un sonido potente que resonaba en los rincones del parque. Los asistentes reaccionaron de inmediato al escuchar las guitarras pesadas y los riffs estruendosos que parecían anticipar lo que el público estaba por experimentar. Con temas que caracterizan a Orbit Culture, la banda cumplió su misión de despertar los instintos más primitivos de la gente alrededor, quienes recibieron el show con entusiasmo.
Luego vino el turno de BabyMetal, y el ambiente se transformó. Las tres integrantes del grupo japonés se presentaron en el escenario con una energía que desbordaba los límites convencionales del metal, fusionando el J-pop con la brutalidad del heavy metal de una manera que solo ellas pueden lograr. Canciones como “BxMxC” y “METAL!!” desataron la locura en el público, preparando a cada asistente en el Parque bicentenario para un éxtasis total. La propuesta de BabyMetal es única: su espectáculo combina coreografías precisas, vestuarios bien cuidados y una ejecución musical impecable. Lo que demostró BabyMetal en el escenario fue disciplina y entrega total con los escuchas, además se esforzaron en comunicarse en español con los asistentes, agradecimiento y elevando la energía. Con una experiencia visual y sonora hipnótica, se entregaron al público mexicano y fue recíproco en el momento preciso donde la asistencia levantó los teléfonos celulares y encendieron sus luces, creando una atmósfera íntima. La banda se movía en el escenario como si fuera su propia casa, y la audiencia respondía a cada uno de sus movimientos y gritos, aumentando la expectativa para lo que estaba por venir. BabyMetal dio una presentación increíble.
Para entonces, la urgencia por ver a Slipknot era incontenible. A las 21:35 H, el público ya empezaba a mostrar signos de impaciencia, pero el ambiente permitió ir por una bebida antes de que los gritos y el coro del nombre de la banda resonaran en el Parque Bicentenario. La tensión se hacía evidente en los rostros de las personas que esperaban ansiosas y la sensación casi materializada flotaba en el aire mientras los minutos parecían estirarse de forma indefinida. Cuando el reloj marcó las 21:50 H. y Slipknot aún no salía al escenario, la desesperación era indudable. Cada segundo de espera solo se incrementó la desesperación de los fans, hasta que finalmente, en punto de las 22:00 H., el estruendo de los primeros acordes de “(sic)” rompió la tensión y desató la euforia contenida. Los fanáticos por fin, desataron su furia y energía que elevó al éxtasis total el comienzo de la presentación.
Uno a uno, los miembros de Slipknot aparecieron en el escenario con sus icónicas máscaras, y el Parque Bicentenario explotó en una ovación ensordecedora. Corey Taylor, el carismático vocalista de la banda, lideró en todo momento a su “familia” en lo que sería una noche de catarsis colectiva. Un slam intenso se formó entre el público, desatando el ánimo de cada participante. La banda continuó con “Eyeless”, y el público se entregó sin reservas, gritando cada palabra y saltando al ritmo de la percusión violenta y las guitarras afiladas. La intensidad no disminuía; la energía en el lugar estaba en su punto máximo y los asistentes no parecían querer nada menos que una noche de entrega absoluta.
La cercanía que Corey Taylor mostró con el público fue uno de los momentos más memorables de la noche. En un intento de conectar aún más con sus seguidores mexicanos, el vocalista prometió mejorar su español para su próxima visita, un gesto que fue recibido con aplausos y ovaciones y que asegura otra visita a tierra Azteca. La banda, que celebra 25 años de trayectoria, se mostró agradecida por completo con sus fanáticos, a quienes Taylor llamó “familia”, haciendo énfasis en el vínculo que Slipknot ha cultivado y cuidado con su audiencia a lo largo de su carrera.
El set continuó con canciones como “Me Inside”, “Purity” y “No Life”, temas emblemáticos que el público recibió como himnos. Acompañaron cada uno de los temas con precisión, manteniendo la energía y agitando sus cabezas con fuerza en una entrega total. La dedicación que mostró Slipknot en el escenario era absoluta; cada miembro de la banda parecía estar poseído por la música, moviéndose y tocando con una intensidad que pocas bandas pueden igualar. A las 22:54 H., tras un aniquilante recorrido por su repertorio, Slipknot se despidió del escenario, dejando a sus seguidores y fanáticos anhelando más. Sin embargo, la multitud no estaba dispuesta a aceptar el final. Los fans coreaban “¡Slipknot! ¡Slipknot!” con una fuerza que resonaba por todo el parque, acompañados de aplausos que pedían un regreso. La energía permaneció así por algunos minutos.
Después de un momento breve, Corey Taylor volvió al escenario, y el estruendo del público alcanzó un nuevo aire. El vocalista, con un español esforzado pero que resultó efectivo, se dirigió nuevamente a sus seguidores, arrancando sonrisas y gritos de aprobación. Sin más rodeos, la banda lanzó “Spit It Out”, una de las canciones más agresivas y queridas por los fans. El público respondió con una energía renovada, como si este último tramo del concierto fuera una segunda explosión de adrenalina.
Slipknot cerró su show con “Surfacing” y “Scissors”, dos temas que son un reflejo de la furia y oscuridad que caracteriza a la banda. Cuando los últimos acordes resonaron y las luces se apagaron, la sensación de satisfacción y éxtasis era evidente en cada rostro. El público, exhausto pero extasiado, se despidió de la banda entre aplausos y emociones intensas, agradeciendo por una noche que de forma difícil olvidarán.
La organización del evento parecía impecable y así lo fue, lo que permitió a cada uno de los asistentes disfrutar del concierto en un ambiente seguro y bien controlado. La seguridad fue precisa y suficiente. Un punto que pudo ser mejor fue el escenario que se encontraba hasta el fondo del Parque, la caminata fue larga y se podía sentir la eternidad. La vibración de la música indicó que el escenario estaba cerca y así fue después de varios minutos de caminata.
El parque contó con food trucks de alimentos que iban desde la pizza y hamburguesa tradicional, hasta burritos y botana que los asistentes pudieron disfrutar en bancas suficientes para todos los congregados, antes y durante todo el espectáculo. También hay que puntualizar la limpieza del lugar; aunque hablamos de un parque, la asistencia era suficiente para desbordarse en cúmulos de restos y desperdicios. Sin embargo, eso nunca pasó y los jardines eran cómodos para recostarse y deleitarse del concierto.
La energía se mantuvo al máximo durante toda la noche, y el esfuerzo de Corey Taylor por dirigirse en español a los espectadores fue un detalle que los fanáticos apreciaron de manera amplia. Slipknot no solo cumplió con las expectativas, sino que dejó claro por qué, después de más de dos décadas, sigue siendo una de las bandas más queridas y respetadas del metal.
La presentación de Slipknot en el Parque Bicentenario fue mucho más que un concierto; fue un ritual de comunión entre la banda y sus fans más fieles, un encuentro de furia, energía y agradecimiento mutuo. Cada canción, cada grito y cada acorde fue una celebración de la música que une a esta comunidad de seguidores fieles. La promesa de Corey Taylor de mejorar su español y volver a México es una declaración de la profunda conexión que Slipknot tiene con su audiencia mexicana, y que seguro los fans esperan con ansias. En una industria donde la originalidad, autenticidad y la intensidad son antepuestas por lo comercial, Slipknot demostró que sigue siendo una fuerza imparable, capaz de ofrecer a su público de forma puntual lo que necesita: una experiencia de catarsis total.