La fiesta anual más grande de México a la que están invitados todos los géneros musicales.
Día 1
Por Rodrigo Rojas
Por fin llegó el fin de semana en el que las personas tienen permitido hacer todo lo que siempre han querido. No se trata de una recreación de The Purge sino del Vive Latino 2024. La cita anual en la que los adolescentes añoran ser adultos y los mayores con Síndrome de Peter Pan rememoran su juventud.
Con más de dos décadas de respaldo, el festival musical tiene claro que la renovación es la clave para la supervivencia. Desde hace mucho le apuesta a la pluralidad de sonidos para atraer a distintos tipos de públicos. El resultado es una fiesta multitudinaria porque lo único que todos tenemos en común es que somos diferentes.
¿Vive Capital o Corona Latino?
Debido a una mudanza obligada ahora la sede no fue el Foro Sol que se encuentra en remodelación sino el Autódromo Hermanos Rodríguez. Con este cambio el Vive Latino 2024 tuvo un espíritu que recordó bastante al Corona Capital porque la distribución de escenarios fue prácticamente la misma que el festival que se realiza en noviembre.
Aunque los rayos solares eran mortales los fanáticos no abandonaron a los actos iniciales que de forma puntual empezaron el encuentro sonoro. Desde Troker hasta Lng/SHT demostraron que en la CDMX juegan de locales. Aunque los primeros momentos de ternura llegaron con Bratty y su voz que es más dulce que cualquier fruta.
Al mismo tiempo pero en otro de los templetes hubo un viaje en el tiempo con Insite. Después de una larga espera y con cambio de vocalista pero el combo cachanilla confirmó que se encuentra más vivo que nunca. Su rock emocional provocó gritos y lágrimas por igual. Además el futuro inmediato luce prometedor porque se anunció que este 2024 tendrá una gira junto a Thermo.
Con un fondo marcado por los últimos rayos solares y el inicio de una agradable noche el escenario principal tuvo un único dueño: Fito Páez. Para apoderarse del público mexicano empezó con “El amor después del amor” que es uno de los himnos de la música argentina y a partir de entonces se generó una comunión durante una hora.
Por otra parte y de lleno con un cielo oscuro llegó el momento de escuchar al último invitado en sumarse al cartel del Vive Latino 2024. Aunque se anunció la participación de Billy Idol apenas unos días antes, su legado dentro de la música hizo que miles de personas acudieran con puntualidad para ver al que alguna vez fue cantante de Generation X. La recompensa fue inmediata porque una batería atronadora hizo que todos realmente pudiéramos bailar solos al ritmo de “Dancing with Myself”.
Los padres del punk rock melódico de regreso en México
El momento más acelerado de la jornada llegó con Bad Religion porque logró atraer a miles de personas con estoperoles y peinados estrafalarios. Al inicio el combo californiano tuvo problemas con el sonido pero nada pudo impedir que ofreciera un recorrido por sus más de 40 años de trayectoria. No todos los días se tiene enfrente a los padres del punk rock melódico pero gracias a su setlist nadie salió decepcionado.
El quinteto aprovechó muy bien su tiempo sobre el escenario para ejecutar sin pausas varias de sus piezas más emblemáticas, en especial de las que aparecen en la trilogía conformada por Suffer, No Control y Against the Grain. Los punks cantaron a todo pulmón “Do What You Want”, “I Want to Conquer the World” y “Los Angeles Is Burning” hasta finalmente despedirse con su versión de “The Boys Are Back in Town” de Thin Lizzy.
Con la oscuridad como única cómplice llegó el momento de ver por última vez en México a El Columpio Asesino. El grupo se encuentra en medio de su gira de despedida y su presentación en el Vive Latino 2024 fue una cita obligada para todos los amantes del indie español. Su sonido con aura de The Cure y My Bloody Valentine fue el soundtrack perfecto para un día lleno de movimiento que jamás decepcionó porque como lo dice su tema “Toro” nos hizo bailar toda la noche.
El primero de los dos días del festival llegó a su final y dejó como saldo los pies adoloridos pero miles de sonrisas de satisfacción. La música es tan poderosa que todo lo puede y los fanáticos son el ejemplo más claro de que cualquier sacrificio vale la pena con tal de escuchar en directo a tus bandas favoritas.
Día 2
Por Rubén Ortega
Todos los festivales tienen sus puntos de inflexión, esas ediciones que bien podrían ser lo que muchos conocen como un ‘evento canónico’, y el Vive Latino parece que tuvo uno de ellos en este año, debido a tantas cosas que pasaron y de las que debemos hablar.
Con amenaza de lluvia por un cielo semi nublado y militantes de partidos políticos cerrando vialidades aledañas arrancó el día dos del Vive Latino en el que es su nuevo hogar, la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, y lo primero de lo que hay que hablar es de lo bien que se adaptaron los nuevos escenarios, así como que casi no hubo retrasos entre bandas y se mantuvo el orden para entrar y salir de cada presentación.
La Pegatina, directo de España, se encargó de abrir el escenario principal con una dosis de ska poderoso, tal como lo hizo en 2017 pero siendo un proyecto más maduro y con cada vez más fans. De hecho, la agrupación comentó a Indie Rocks! que uno de los objetivos por los que lucharon durante años fue por volver, y que perseveraron para que esto pasara, dejando una emoción positiva en los asistentes que llegaron temprano.
El Espacio Intolerante, tal como pasaba con la Carpa Intolerante, tuvo esta mística que es única en el Vive Latino, y es que con cada proyecto que se presentaba habían curiosos que entraban a ver qué pasaba y salían emocionados. Esto pasó primero con Florian, guitarrista de Los Fabulosos Cadillacs, ex líder de Cállate Mark e hijo de Vicentico, quien apareció para presentar con full band las canciones que ha presentado desde el 2018, destacando una presencia romántica y llena de elegancia, y donde destacaron temas como “Porcelana”, “Mi Amor se Fue”, que en su momento presentó junto con Zoe Gotusso, y “TKM”.
Sin dar paso al descanso apareció Peces Raros, otro debut en el Vive Latino que se llevó los reflectores gracias a su impresionante mezcla de rock con techno que puso a bailar a todos en el mismo Espacio Intolerante, que de un minuto a otro se llenó y detonó canciones como “Cicuta” y “No van a Parar”.
Un poco más tarde, mientras caía el sol, llegó uno de los momentos más emocionantes, ya que Hombres G se encargó de ser el embajador de un cielo precioso y acompañarlo con sus grandes éxitos. El público se rindió desde el primer acorde y la banda en todo momento estuvo precisa.
En el Escenario Telcel llegó, quizás, la presentación más emotiva de este segundo día, pues Silvana Estrada dio uno de los shows con más audiencia de su carrera, y entre temas que se sentían como un abrazo puso a decenas a llorar, mientras explicaba que a ella le intimidaban los festivales; sin embargo, entre el ruido de guitarras distorsionadas de otros escenarios y la pirotecnia, la cantante mexicana se plantó y dejó un show lleno de empoderamiento con su guitarra y su cuatro.
La reconciliación con Maná y su reto en el Vive Latino
Luego de Hombres G apareció Babasónicos con un elegante show, repasando esos hits que son garantía y que pusieron a cantar a miles, así como a emocionarse con los grandes despliegues en el escenario de Adrián Dárgelos y compañía. Muchos estaban eufóricos, aunque el choque generacional fue algo digno de destacar, ya que los fans de Maná parece que no hicieron clic con la banda argentina.
Fue así que en diferentes partes del escenario hubo decenas que ya deseaban que saliera la agrupación de Jalisco; sin embargo, Babasónicos respondió a sus fieles seguidores con un show memorable y abordado por una sensualidad única.
Entonces llegó la hora, la hora de Maná, que a pesar de tener décadas de trayectoria, nunca había sido invitada al Vive Latino.
Todo le salió bien a Maná, incluso nos dimos cuenta de que es una banda que no es mucho de festivales, pues en estos normalmente no se pierde tiempo, todo es frenético, mientras que en los conciertos hay más espacio para la interacción y menos prisa. Y a lo largo del show vimos a un Fer de Maná que se aventaba largos discursos sobre por qué escribió las canciones, además de que subió a una fan para cantarle.
Más allá de jugarle en contra, fueron acciones que le dieron un toque refrescante al show, ya que su calma y precisión no la tuvo ningún otro artista en este Vive Latino. Yo lo veo como la reconciliación de un festival que hasta hace unos años aún era muy fundamentalista, y no dejaba que las bandas que consideraba ‘fresas’ tocaran en él, con una de las mejores bandas de rock mexicano de la historia. Ese espacio y reconocimientos son algo que conviene a todos.
Esperemos que en los próximos años Maná visite más seguido el Vive Latino, ya que ambos se hacen bien. Además, que sea la puerta de entrada a esas agrupaciones que no visitan tanto los festivales y son muy queridas, como Elefante, que sospechosamente sonó demasiado en los lapsos entre bandas, o cualquier otro proyecto que se pueda sumar.
El festival de todos
En el Espacio Intolerante se desprendió sensualidad y emoción con Yves Tumor, que finalmente llegó a México luego de que la pandemia suspendiera su visita con full band. Fue uno de los shows más complicados por temas de audio; sin embargo, con ese look de artista glam, distorsiones y coros apasionantes e intensos supo sobreponerse, además de que el artista puso mucho de su parte para que todo funcionara, algo digno de destacar.
En un escenario paralelo estaba Kevin Kaarl, que desde la tranquilidad y la emotividad dejó un abrazador concierto. Más tarde, en el escenario Amazon apareció Junior H, otro de los actos más esperados y quien, además de prender a todo el Vive Latino, dijo que poder tener un espacio en este festival, convencionalmente rockero, era una enorme responsabilidad para él, ya que tenía la encomienda de representar al regional mexicano, y que era tarea de todos lograr que continúe esta diversidad que permita que los corridos tumbados trasciendan cada vez más.
Fue un Vive Latino tremendo, pasamos del rock argentino al electro, al glam rock, al rap, a los corridos tumbados y al rock nacional en un mismo día, sin sentirlo y con mucha emoción. Esto me pone a pensar sobre lo importante que es que el Vive Latino sea un festival donde entre todo, que no importa el idioma, que no importa el género ni los colores, sino que todo puede convivir, por eso el Vive es el Vive.
La noche la cerró Kings Of Leon con un concierto memorable, y que si bien por momentos tuvo enormes lagunas entre canciones lentas, dejó buenas sensaciones entre los asistentes, siendo un cierre adecuado para un Vive Latino lleno de cambios, pero también de corazón.
El streaming volvió al Vive Latino y qué bueno. Este año, de la mano de Amazon, miles de personas vieron actos en vivo con alta calidad de imagen y audio, y creo que es la mejor decisión que ha tomado la organización del festival en mucho tiempo, ya que hubo miles que desde niños soñaban con ir a un Vive Latino gracias a las transmisiones que veían en línea en años pasados.
Esperemos que, ahora, el Vive Latino vuelva a inspirar a miles de personas que no pueden darse el lujo de pagar un boleto pero que ven desde casa, a esas niñas y niños que se darán cuenta de que pueden hacer música y a esos amigos que quieren divertirse y que el festival es el pretexto ideal para armar una carne asada.
Decía que el Vive Latino 2024 fue un punto de inflexión, y lo fue por los cambios de locación, por la transmisión en vivo, por Belanova y Maná, por sobreponerse a las cancelaciones, y sobre todo porque, en medio de tantos festivales a lo largo del país y de Latinoamérica, logró estar en la conversación como hace muchos años no estaba.
Nos esperan más ediciones del Vive Latino siendo un evento que va más allá de la Ciudad Deportiva de la alcaldía Venustiano Carranza, y nos espera el próximo año otro fin de semana de esa fiesta en la que entran todos, en la que bailan todos y en la que aman todos, llamada Vive Latino.