Fotografo: Diego Figueroa

Instagram: @halofive

Billy Joel en el Foro Sol

Adiós México, sincéramente Billy Joel.

Recuerdo la primera vez que escuché a Billy Joel: Tenía 10 años y estaba en el auto con mi papá. Él tenía uno de esos enormes estuches de plástico para CDs y siempre me dejaba elegir la música. De entre entre todos sus discos decidí sacar Glass Houses por su vistosa portada. Quedé fascinado desde el primer track pues, a pesar de jamás haberlo escuchado antes, su sonido y letras me eran muy familiares. Ese mismo día me aprendí varias canciones. 

Billy Joel es un músico contagioso, que te atrapa sin importar edad o gustos, y eso se dejó ver durante el concierto de el Foro Sol, la última presentación del cantante en nuestro país. La media de edad probablemente estaba entre los 40 o 50, pero en los pasillos del recinto veías caminar todo tipo de personas: jóvenes, niños, y hasta metalheads

El concierto inició en punto de las 21:30 H. Todo fue muy rápido, en cuanto el escenario iluminó el enorme piano de cola, Billy Joel comenzó con “Big Shot” y “Pressure”. El inicio fue abrupto y extraño, pues el músico no interactuó con el público hasta la tercera canción: “The Entertainer”. Pero un “gracias, buenas noches” bastó para cambiar la atmósfera por completo. 

Billy Joel tocó 27 canciones y de cierta manera dividió su concierto en tres partes. Durante la primera, en el inicio del show, pudimos escuchar casi todo el repertorio de The Stranger y 52nd Street con canciones como “Honesty”, “Zanzibar”, “Vienna” y “Just The Way You Are”

El cantante nos iba llevando a su paso, lento pero seguro. Con canciones bien conocidas pero tranquilas y apacibles. La gente estaba disfrutando a bastante a pesar del terrible viento helado que nos atacaba. Incluso Billy Joel tuvo que ponerse un beanie y una bufanda a causa del frío. Además, mantuvo una taza de café sobre su piano en todo momento. 

La que podríamos llamar segunda parte, consistió más que nada en canciones del disco Turnstiles, Storm Front y algunos covers, como “YMCA” de Village People y el tema de ópera “Nessun Dorma”, interpretado por el guitarrista de Billy, Mike Delguidice

Tuvimos varios momentos destacados en esta segunda parte, como el tributo de Billy Joel a su ciudad natal con “New York State Of Mind” y “Only The Good Die Young”, que nos fue incitando a levantarnos de nuestros asientos. Pero de lo más especial fue cuando el músico tocó “She’s Always A Woman”, ya que el Foro Sol se llenó de luces por parte del público, logrando una escena que enchinaba la piel. 

Luego de más de 20 temas, justo antes del encore, Billy le dio a la gente lo que muchos venían esperando: “Piano Man”. La canción, que creció en los 70 como petición en los bares, no fue cantada por un puñado de bebedores nostálgicos, sino por miles de fans mexicanos entonando al unísono. Hubo gente que entregó todo en esa canción e incluso las pantallas nos permitieron ver a un par de asistentes llorando de manera desconsolada. Un buen ejemplo de cómo mueve la música de Billy Joel

Luego de unos minutos, Billy y su banda regresaron al escenario. Ya habíamos recorrido casi toda la discografía del pianista, pero aún nos debían canciones imprescindibles. Comenzaron con “We Didn’t Start The Fire”, que contó con las incontables referencias ilustradas en las pantallas; siguió “Uptown Girl”, que puso a varios a bailar y regresó a otros cuantos que ya se planeaban partir; y todo finalizó con dos de los favoritos ochenteros, “It’s Still Rock and Roll To Me” y “You May Be Right”

Billy Joel se despidió del público mexicano con una enorme sonrisa, satisfecho y con mucha energía. Nos entregó, en esta última visita, un concierto grandioso, solemne y memorable. Fue un show al nivel de esos conciertos que uno fantasea mientras ve los DVDs de shows en el Madison Square Garden o el Wembley Stadium, DVDs que por cierto mi papá también tenía en sus enormes estuches de plástico.

Ghost en el Palacio de los Deportes

En medio de religiosas, muere el Cardinal Copia y comienza una nueva era: Ghost en la Ciudad de México.

Casi dos años han pasado desde que Ghost estrenó su cuarto trabajo discográfico. Prequelle marcó una diferencia en la carrera de la banda, un álbum de carácter fresco e irreverente, tanto como el frontman en turno, el Cardinal Copia.

La Ciudad de México fue elegida para cerrar la serie de conciertos que la banda ofrecería en apoyo a este último álbum de estudio. Es así como a las 20:30 H. el Palacio de los Deportes se convirtió en el punto de reunión para la misa negra.

Los cantos gregorianos se silenciaron, las luces se apagaron, la cortina negra cayó y al ritmo de la pieza instrumental "Ashes" los destellos rojos aparecieron junto a los gritos de un público enérgico. "Rats" trajo el potente inicio de la batería, los guitarrazos de los Nameless Ghouls y la aparición en el escenario del Cardinal. Cabe mencionar que el sonido era fuerte, lo cual emocionó aún más a los asistentes aunque, claro, el ruido rebotaba en el venue causando una dispersión del sonido limpio.

El fondo, fueron los ya conocidos vitrales de iglesia que adornaron el evento de principio a fin. El concierto prosiguió con "Absolution", el riff de guitarra de "Faith", "Mary on a Cross", "Cirice" pero algo extraño sucedió en "Miasma", se notaba al Cardinal Copia agotado, incluso cayó al piso una vez, algunos de sus acólitos lo reanimaron; no pasó mucho tiempo después cuando un grupo de monjas lo rodearon, bloquearon la visibilidad y fue en ese momento, en pleno escenario, donde el Cardinal Copia murió. Luego de unos instantes, las monjas abrieron paso y entre ellas salió un nuevo personaje, con una túnica azul rey y detalles dorados, se podía observar al Papa Emeritus IV.

El setlist continuó con el nuevo líder (encarnado, como en todas las demás ocasiones, por Tobias Forge), canciones como "Ritual", "Satan Prayer", la balada "He Is" y "Kiss The Go-Goat" se hicieron presentes. El sonido de la banda era fuerte pero se escuchaba a la par de los coros del público con la frase "Hail Satan, Archangelo" perteneciente a la canción "Year Zero".

Hace un tiempo, en mi reseña del álbum Prequelle, afirmé que "Dance Macabre" sería un excelente momento en vivo, y así fue, las voces se alzaban y la emoción se hacia notar. Fue después de esta canción que llegaría el final de la noche con una infaltable: "Square Hammer".

Ghost es una banda que se aleja de ser la más brutal o la mas compleja en el terreno del metal, pero sin duda, es una banda que hace bien su trabajo. Habiendo concluido esta gira y esta faceta, nos toca estar a la expectativa del nuevo orden que seguramente traerá el nuevo Papa Emeritus IV.

Hipnosis presenta: Battles en el Foro Indie Rocks!

Battles: Rock amorfo que no respeta estructuras y suena a un futuro incierto.

Noche de viernes y quincena en la Ciudad de México. Caos seguro y en todas direcciones se observan contingentes de personas y automóviles que no avanzan. Aunque para quienes prefieren el rock mutante existe una cita obligada con Battles en su regreso a nuestro país. Las expectativas son demasiadas ante la transformación que ha sufrido para su nuevo álbum el ahora dúo. 

La fecha que forma parte de las noches organizadas por el festival Hipnosis arranca con canciones de The Breeders y Bikini Kill que son escupidas por las bocinas. Ante un nutrido público hace su aparición Ikiatari como aperitivo de la banda estelar. Con formación de trío, los mexiquenses no necesitan de palabras ni introducciones y de inmediato da inicio su música que no respeta las estructuras tradicionales de cualquier composición.

El conjunto nacional que se adentra en el math rock y post rock al estilo de Hella, Russian Circles y Lightning Bolt muestra un sonido duro e inclinado hacia los sonidos instrumentales. A su vez, podría ser un descendiente directo de los todavía recordados Austin TV pero en una versión más energética.

Del tridente destaca Martha, encargada de aporrear la batería y quien es bastante expresiva al momento de ejecutar su instrumento. Con una colorida melena es la encargada de comunicarse con el público entre las canciones. Su presentación es breve pero bien recibida y deja el ambiente caluroso para el acto estelar.

Música del futuro en el presente

Después del cambio de instrumentos aparecen sobre el escenario Ian Williams y John Stanier, ambos de enorme estatura que inclusive podrían ser jugadores de la NBA. Ante un Foro Indie Rocks! al borde de su máxima capacidad inicia su sesión de sonidos demasiados electrónicos para ser encasillados en el rock.

La actitud seria y solemne de la pareja de músicos contrasta con el ambiente festivo de la audiencia. En medio de gritos el binomio arranca con su presentación en la que el protagonista es su nuevo material, Juice B Crypts, primero que realizan con su formación actual.

Por una parte, Stainer no tiene a su lado a Mike Patton como en Tomahawk ni a Page Hamilton como en Helmet. Pero lo que sí mantiene es su estilo agresivo y duro al momento de exprimir los sonidos de los tambores. Además también tiene a su lado una batería electrónica para crear capas sonoras más complejas.

A su vez, del otro lado del escenario se ubica Williams, otrora guitarrista de Don Caballero, tal vez una de las bandas más representativas de math rock que han existido. La gran diferencia con su trabajo actual con Battles es la numerosa cantidad de instrumentos que ejecuta de manera simultánea.

La suma de ambos elementos ofrece un sonido similar a lo que ocurriría si Robotina de Los Supersónicos tuviera su propia banda de rock. Aunque apenas son dos integrantes, el resultado final es el equivalente a tener todo un equipo de fútbol americano. Al escuchar a los neoyorquinos se entiende el por qué son uno de los actos estelares del sello experimental Warp Records.

Pese a que la mayoría de su selección estuvo basada en su LP más reciente, la dupla también recuerda sus materiales previos y con apoyo de la tecnología se rellenan los huecos provocados por la ausencia de los ahora ex integrantes. Los mayores aplausos son para “Atlas” y “The Yabba”.

Sin la necesidad de escenografías o aditamentos adicionales, Battles es una agrupación que solo necesita de su música para expresarse. Los complejos sonidos que representan un futuro incierto fueron suficientes para hipnotizar de nueva cuenta a la Ciudad de México y demostrar que el rock no siempre debe ser cuadrado sino que puede adoptar múltiples formas.

Noche Hipnosis: Blackwater Holylight + Electric Mountain + Mortemart

El día en que la Noche Hipnosis dio inicio.

El tercer ojo de la Noche Hipnosis se abre por primera vez en 2020, trayéndonos una triada de bandas altamente radioactivas para embarrar nuestros tímpanos de vibras ácidas.

Shoegaze + Krautrock + Psicodelia = Mortemart

Alberto Ortiz, Carlos Kardusen, Eder Lima, Rodrigo Torres y Natalia Romo aterrizan desde Guadalajara a nuestra tapa de los sesos, intentando colonizarla con el poder de sus bajos profundos, guitarras tóxicas, alucinantes efectos de sintetizador, baterías desquiciantes y percusiones cadenciosas.

Las tonalidades oscuras de su música, sus voces empapadas de delay haciendo una especie de canon y sus cuerpos sacudiéndose de un lado a otro en el escenario, despertaba en el público una urgencia por agitar la melena al aire por sus estridentes sonidos. Sin embargo, no todos terminaron por dejarse conquistar con su música proveniente de otra dimensión, algunos prefirieron salirse a las bancas y otros más bien nunca se movieron de ahí.

Stoner + Blues Ácido + Destrucción = Electric Mountain

Gibran, Max y JB ¡llegaron ya!, pero no bailando bien ricacha. Con voces carrasposas enmugradas de efectos ecos, guitarras y bajos con altos niveles de distorsión, reverb, wah y otros filtros de sonido demenciales, parece que lo único que quieren es reventar paredes, ventanas y oídos, añadiéndole baterías relampagueantes a su rock duro.

Gritos, riffs y tamborazos iracundos en vez de un sabroso dembow, Electric Mountain descose toda su rabia sobre el escenario provocando que los visitantes de la primera Noche Hipnosis del año, de la década, se saturen de decibeles respondiendo con puños arriba, greñas al aire y alocadas ovaciones de satisfacción por el ruido proveniente de este trio de la CDMX.

Ave Satani + Magia Negra = Blackwater Holylight

Allison Faris, Laura Hopkins, Sarah Mackenna, Eliese Dorsay y Mikayla Mayhew, abren un portal desde Portland, Oregon hasta el Foro Indie Rocks! Para realizarnos un amarre con una poderosa pócima de magia negra, usando como ingredientes terroríficos: dos guitarras, batería, bajo y teclados para incrementar la efectividad de su brujería.

La ejecución de sus instrumentos es tan espeluznantemente precisa que parecen bendecidos por el mismísimo Satanás, la armonía de sus voces es igual de bella que hórrida, no sabemos si que nos están realizando un encantamiento o una maldición, pero sea cual sea la verdadera intención tras sus melodiosas voces, la realidad es que cada centímetro de nuestra carne siente gran placer al escucharlas.

Recibiendo un golpe de realidad, volteamos a nuestro alrededor y descubrimos que poco a poco la gente comienza a huir del Foro. ¿Será que no les gusto nada la Blackwater…?, ¿La hora los asustó y corrieron a alcanzar metro?, ¿Ya estamos viejitos y nos da sueño más temprano?, creo que no sabremos nunca la verdad. 

Muchos otros decidimos esperar hasta el mero final para implorar por otra ración de pócima. Fue solo una cucharada, una canción, lo que nos dieron en el encore, pero con eso, al menos yo, quedé satisfecho.

Julieta Venegas en el Teatro de la Ciudad

Emigró oruga y regresó mariposa: Julieta Venegas e Íntimo.

Noche de amor, de celebrar la amistad; una noche fría, nostálgica y lluviosa albergó anoche en el Teatro de la Ciudad el regreso a los escenarios mexicanos de la tijuanense Julieta Venegas, quien en los últimos años ha residido en la ciudad de Buenos Aires, con su show íntimo que ya nos había adelantado en la plática que tuvimos con ella sobre este show, la obra y disco homónimo, La Enamorada.

Antes del concierto, el recinto se mantenía en silencio y llamó mucho la atención ver a familias completas, niños y niñas, además de diversidad sexual con parejas homosexuales de ambos sexos y hasta personas de la tercera edad. Con aforo a medio llenar aún, el cantante Israel Ramírez, oriundo de Iztapalapa y fundador del proyecto Belafonte Sensacional caminó reacio, incluso cabizbajo, para abrir el show que todos aguardaban. Comenzó recitando un monólogo al estilo chilango, donde aseguró que "ser hijos de Dios es ser hijos de nadie". Su talento, para quienes no le conocían, sorprendió y al final se llevó varias ovaciones; sin duda, cautivó y entretuvo con la onda de folk mexicano a la que se le acuña.

La hora por fin llegó y la vieja conocida, la gran Julieta apareció en el escenario, portando un vestido rojo, elegante e íntimo, digno del espectáculo que así nombró; directo al piano, comenzó interpretando “Ilusión”, uno de sus clásicos. Fue así que anunció que la obra La Enamorada llegará a los escenarios mexas del 2 al 5 de abril; aquí presentó algunos de los temas que compuso para el proyecto. Para introducir “Amores Platónicos”, la reina del acordeón habló del amor, aludiendo al día, y aseguró que no hay amor sin desamor; como dato curioso, hubo un hermetismo particular para grabar y tomar fotos, un evento controlado por los encargados del recinto.

Tras una anécdota sobre su niñez, compartió su apoyo a la igualdad, en la que reitera que el amor no viene en un solo paquete y que celebra el amor homosexual, heterosexual y pansexual; ya una costumbre en sus presentaciones, utilizó su aporte de lenguaje inclusivo anunciando el ‘hola a todxs’ e introdujo su versión de “Canta, Canta, Canta”, de José Alfredo Jiménez. Dijo que pensando en él y en Juan Gabriel, otro autor de canciones de desamor, se inspiró para crear “Despechada Mexicana”, una composición que habla sobre el amor propio.

La cantante se paró sola al escenario e iba de un instrumento a otro, fue así que cantó “Debajo De Mi Lengua” y “Una Respuesta”, donde presume su habilidad para cantar rancheras. Los fans que la siguen desde Tijuana No! disfrutaron otra de las de antaño con “Casa Abandonada”, de sus años más oscuros. Un momento innovador se dio cuando tuvo un invitado a leer el poema Sola, que ella acompañó a recitar con melodía. 

Insistiendo en que la mujer no puede continuar débil y marginada, presentó la canción “Déjenla Dormir”, que expresa los derechos de la mujer para el aborto libre, en la autonomía de su propio cuerpo y dijo que debemos reconstruirnos. Luego, “Esta Vez”, un poema musicalizado de un amigo suyo en Tijuana y después, un ensamble mixto para cantar “Volver A Empezar” y “Andar Conmigo”, una de las más coreadas y aplaudidas, aún en compañía de sus invitados.

Cerraba ya la noche y escuchamos “La Despedida”, que no era nada más que un preludio; vinieron las más populares como “Lento” en el acordeón y, pareciera mentira, pero parecía haber destellos de tango argentino; “Mis Muertos” es una canción que compuso basada en la tradición Mexicana de esas fechas, con la idea de que ellos siempre viven en la memoria. Una reversión muy a su estilo de “Se Me Olvido Otra Vez” de Juan Gabriel, que le recordó a México durante este tiempo que radicó fuera.

Cerró con “Eres Para Mí” y “Me Voy”, de sus más grandes éxitos; el encore de manera sorpresiva fue “De Mis Pasos”, una de sus primeras canciones y “Limón y Sal” de su disco más popular que lleva el mismo nombre.

Kamasi Washington en El Plaza Condesa

Kamasi Washington: La sincopada espiritualidad del sonido.

En tiempos fracturados como el nuestro donde la desesperanza muestra su cara en cada vuelta de esquina, la música es un bálsamo necesario. Ayer, con El Plaza Condesa ocupado en su máxima capacidad, unas 2000 almas nos regeneramos a través del sonido tornadizo y virtuoso de Kamasi Washington y The Next Step.

La figura de Washington es imponente en todos los sentidos: Su cuerpo grande de piel obscura vestido para honrar sus raíces africanas; su gesto severo cuando está concentrado que se transforma al reír dotándolo de una ternura casi infantil, su amor desmedido por la música y el lenguaje sorprendente que ha desarrollado a través de sax tenor para comunicarlo.

Junto con él coexiste el balance perfecto de energía sobre el escenario: Patrice Quinn y su voz poderosa que llena el espacio de solemnidad y magia; Tony Austin y Ronald Bruner Jr. flanqueando la tarima con sus baterías de expresiones tan distintas -como un jing jang sincopado- que, junto al bajo/contrabajo de Joshua Crumbly cimientan toda locura improvisatoria de manera exquisita. Al piano y texturas sintetizadas, el japonés Big Yuki quien en esta gira sustituyó al habitual Brandon Coleman, y en el trombón Ryan Porter. Por último en la flauta transversa y el saxofón soprano, la sabiduría que completa un circulo perfecto Rickey Washington, su padre.

Era de esperarse que desde el primer acorde de “Street Fighter Mas” la piel se nos pusiera eriza, y en el climax del primer solo catártico de saxofón, nuestras vertebras se estiraran hasta el aullido. Había en el aire una mezcla tan sincera de extasis y alegría que no tuvo más que ir en aumento a lo largo de la noche. 

Le siguió “Malcolm’s Theme” (hace apenas unos días se conmemoró un año más de su asesinato). Un sentimiento nos fue hinchando el pecho: Cuando se dice con verdad, el jazz es revolución, es protesta. A través de su sonido se hace evidente lo que no quiere ser dicho, en su forma de movimiento constante, mora la libertad. 

De eso no hay duda sobre el escenario, al tiempo que cada músico va tomando su turno para improvisar, los otros parecía que meditaban, formando parte de algo que solo existía en ese instante. 

Le siguió “Re Run” y el solo de trombón de Porter nos mantuvo cautivos en su sonido aterciopelado que no necesitó abusar de las notas, construyéndose en el groove y desde ahí, volviéndose salvaje a placer. A través de “Truth”, fuimos invitados a aceptar y amar lo diferente. Sus cinco distintas melodías coexistieron formando un tejido de belleza monumental. (Como fluye todo, cuando nadie quiere imponerse al otro). E inesperadamente Kamasi ¡nos regaló una cumbia! 

Su saxofón antes pristino de pronto se volvió sucio, lleno de barrio y sonidos rotos. En el baile y el gozo de ese momento se hizo valida la premisa: Se puede ser de muchas formas, ninguna es mejor que la otra. Incluso esa forma intocable llamada “jazz” ha logrado descomponerse para hablar desde lugares más incluyentes. 

En contraste, de inmediato apareció “Hub-Tones”, en donde el despilfarro de destreza del octeto se volcó en un virtuosismo obligado, demostrando una vez más que todo es posible en la sincopa crispante y la armonía de tonalidades escurridizas que los cobija. Como caleidoscopio nuestra emoción se fue transformando, yendo de la furia al llanto, pasando por la riza y la esperanza. 

“Will You Sing” y “Fist of Fury” nos llevaron casi al final de la noche, y en la voz de Patrice se encarnó la rebeldía de todos los pueblos, de todas las voces que cansadas gritamos. “Nuestro tiempo como víctimas ha terminado, en su lugar tomaremos nuestra retribución”. 

Justo en ese par de piezas fue que Tony Austin y Ronald Bruner Jr. aprovecharon para desarrollar sus respectivos solos. El de Bruner fue de una delicadeza y precisión tan extrema que más de alguno nos quedamos flotando boquiabiertos.

La noche terminó oficialmente con The Rhythm Changes”. Patrice la cantó con todo el cuerpo (nosotros con ella), y en su voz gospel se formó un mantra de despedida: 

Our minds, our bodies, our feelings/ They change, they alter, they leave us/ Somehow, no matter what happens, I'm here”.

No importa lo que suceda en este tiempo cruel de niños con armas, de almas migrando, de tanta gente jamás encontrada, de oxígeno denso; aquí estamos en resistencia. 

Es a través del amor que nos volvemos visibles y logramos notar aquello que es más importante: el otro. Con música, voluntad y moviento se transforma el mundo. Kamasi y compañía nos dieron un gran recordatorio de ello.

Elbow en El Plaza Condesa

Emociones de todos los tamaños con Elbow.

La cuesta de enero significa un punto de conflicto económico y anímico para gran parte de la población, pero ni las deudas ni el hastío de reanudar el ritmo de trabajo detienen la pasión por la música y la esperanza de encontrar un mejor mañana. El día de ayer, los gigantes de Manchester, Elbow, convirtió el mesurado espacio de El Plaza Condesa en un lugar lleno de algarabía y buenas vibras al venir por primera vez al país como banda en solitario para presentar su octavo disco, Giants of All Sizes.

Para los que llegaron con premura, tuvieron el deleite de escuchar el dulce y vulnerable folk de su artista abridora, Jesca Hoop. La californiana se notaba tímida pero muy receptora a los aplausos y la entrega de los asistentes que poco a poco llenaban el foro. Acompañada por dos violinistas, Hoop calmó asperezas y embrujó a todos con temas como “Pegasi,” “Memories Are Now,” “Murder of Birds” y “Shoulder Charge,” a la par que empezaba a bromear con el público y lograr una agradable conexión. Un tierno preludio a la bestialidad que iba a acontecer.

Con puntualidad inglesa, el conjunto inglés liderado por Guy Garvey subió al escenario, entre una incrementada euforia de todos sus devotos escuchas. Empezaron con “Dexter & Sinister”, tema en el cual participó Hoop, replicando su intervención en el estudio, cuando colaboró en el disco. El tremendo tema sirvió como formidable punto de partida para que la audiencia supiera modular sus esfuerzos energéticos entre canciones potentes y conmovedoras baladas.

Hablando del factor conmovedor, el inmensamente carismático Garvey quiso agradecer a su público con un discurso que tenía preparado en español. Incluso pidió ayuda con la pronunciación de algunas palabras, y sus súbditos obedecieron sin pensarlo. La emoción de Garvey y sus compañeros musicales era palpable - seguramente tenían aún fresca la sorpresiva recepción que tuvieron en una edición pasada del festival de la cerveza donde fueron invitados, pero nada como ser el foco de atención; la razón por la cual El Plaza Condesa prácticamente lleno estaba ahí, con un entusiasmo y dedicación que pocas veces he visto en un público.

El repaso de los clásicos continuó, desde la oscura “Fly Boy Blue / Lunette,” la electrizante “Station Approach” y la hermosa canción de mar “My Sad Captains.” Garvey incluso destacó el trabajo de Mark Potter (guitarra), Craig Potter (teclados y percusión) y Pete Turner (bajo) en cada canción, dependiendo de su momento de brillar. La banda incluso se salvó de un pequeño contratiempo al no comenzar del todo bien “Magnificent (She Says)”, ante aplausos y risas, para después reanudar ante el aclamo de los presentes.

La velada también tuvo un poco de solemnidad, ya que Garvey contaba algunas anécdotas de la autoría de ciertos temas. Esto fue el caso de “Weightless”, en donde relató el deceso reciente de su padre y el asombroso parecido entre su hijo y él mismo, o “White Noise White Heat,” dedicada a las injusticias provocadas por el incendio de la torre Grenfell hacia las clases menos favorecidas.

Los momentos más hermosos llegaron con las ya legendarias “Mirrorball,” “The Bones of You” y el esperado punch de los guitarrazos y percusiones de “Grounds for Divorce”. Esto fue el primer punto de descanso para todos los involucrados, quienes estaban recuperando el aliento y procesando lo hermoso de la noche. Casi en un abrir y cerrar de ojos, la banda volvió para consentirnos a todos con “Lippy Kids” y a organizar secciones de armonías y vaivenes de brazos con el tema de cierre, la épica “One Day Like This.” 

A juzgar por la sorpresiva respuesta del público, los ingleses quedaron sumamente conmovidos y hasta les faltó extender sus brazos para podernos abrazar a todos. Son noches musicales así que hacen menos pesado un inicio de año lleno de incertidumbres sociopolíticas y que nos aseguran que quizás, solo quizás, el día de mañana podría ser hermoso.

Tiger Army en El Plaza Condesa

Tiger Army: Punk rockabilly para felinos.

Con una Les Paul morada, una Gretch roja como las brazas del averno, una batería plateada y un contrabajo adornado con diseños de flores, Los Pardos puso al público camino al infierno.

Tocando acordes de poder, riffs con distorsión, palmas golpeando rápidamente al contrabajo, baterías bien versátiles, casi virtuosas, acompañadas por cantos más acercados a la palabra hablada, este cuarteto de la CDMX sacudió a los primeros visitantes.

Muy poca gente a esta primera hora, pero eso no impidió que Los Pardos se liberara arriba del escenario.

Aullidos, saltos y rock & roll

Trompeta, batería únicamente con bombo y tarola, guitarra acústica, contrabajo color vino y una Telecaster en blanco y negro, es lo que utilizó Eddie y Los Grasosos para alocar al público y provocar aplausos sobre la marcha.

Con Dani Oso dibujando increíbles figuras en guitarra, Johnny Patán trepándose al contrabajo, Dr Chris Twist haciendo maroma y teatro en tarola y platillo, Jazz pegando coquetos coros, Eddie Wolfman cantándole a todo pulmón y contando chistoretes cada tanto, juntaron al frente del escenario a todo el público antes distanciado. 

Y así fue como la noche ya se encontraba con el ambiente perfecto para que Tiger Army nomás se plantara en el escenario para terminar de volver locos a todos en El Plaza casi a reventar.

Bombardeo felino

Los primeros minutos de Nick 13, Djordje y Mike Fasano en el escenario fueron rápidos, contundentes y con pocas palabras, muchas guitarras rasposas, bajos más profundos que el mar y voces agudas al estilo de los 90.

Retrofuture además de traer 13 nuevas rolas, también trajo un tour con una tunda de grandes clásicos, “Outlaw Heart” y “Never Die” de su mero primer disco, “Cupid’s Victim” y “F.T.W” de su Tiger Army II: Power of Moonlite, un agasajo para los fans más antaños.

Las rolas nuevas también reclamaron aplausos, gritos y baile, “Devil That You Don’t Know”, “The Past Will Always Be” y, por supuesto, “Mi Amor La Luna” coleccionaron una serie de coros, sonrisas y movimientos corporales desenfrenados de parte de su público. 

Después de poco más de hora y media, tres cambios de guitarra, dos encores y muchas palabras de amor hacia nuestro país, Tiger Army despide su último concierto del año, de la década con “Where The Moss Slowly Grows”.

Rubytates en el Lunario del Auditorio Nacional

La música de Rubytates nos alivia el corazón y nos libera de tristezas.

La primera vez que tuve la oportunidad de ver en vivo a Rubytates fue en el 2017 como teloneros de Saint Motel, desde entonces puedo decir que me cautivó con su energía y su interés por cumplir sus sueños. Dos años después, la agrupación mexicana estaba anunciando un concierto muy íntimo en el recinto que los vio nacer. Hasta el momento, su primer gran show.

En punto de las 20:30 H, Arroba Nat, salió al escenario para interpretar los temas de su más reciente producción Para Echar La LLoradita (2019), los cuales nos pusieron los sentimientos a flor de piel. “Tóxico” fue la canción que dio inicio a la noche y con la que tuvo la oportunidad de presentarse y agradecer la invitación a Rubytates. Continuando con “Nada me hace feliz”, “Qué más da”, “La distancia” y “Ausente”; un gran bolero con el que puso bailar a más de uno.

La oriunda de Zacatecas aclaró que sus canciones son un reflejo de lo que siente, pues de esta manera libra muchas barreras, haciéndolo notar con sus siguientes interpretaciones: “La perra soledad”, “Decir te quiero” y “Apapáchame”.

Ya más relajados y animados, los fanáticos de la banda oriunda de Toluca estaban acomodándose en el Lunario del Auditorio Nacional, para vivir la primera gran noche de la agrupación. El sold out se notaba pero no en un ambiente pesado como los que hemos venido observando siempre. No había empujones; únicamente podíamos escuchar los gritos de los fans que pedían que ya salieran. Y así fue.

Sin demora, Rubytates subió al escenario mientras un juego de luces y unos visuales de fondo los acompañaban para dar ambiente a su presentación, la cual inició con "Solo algo", tema de su EP, Ciudades de noche (2018), continuando con "Fuera de este mundo" y "Explosión" la cual, puso a bailar a todos. 

Agradecemos mucho que estén aquí. En serio los amamos mucho. Es para nosotros un placer estar en nuestro primer Lunario con ustedes. Lo estamos pasando muy chido. Ahora, es momento de presentar a un gran amigo, que tiene una banda bien chida. Hace un año grabamos una canción con él y ahora está aquí para interpretarla con nosotros", comentó Pepe.

Entre gritos de los presentes fue recibido Fernando Mares, miembro de Midnight Generation, con quien interpretó "Te tengo aquí". Sinceramente no nos esperábamos esa sorpresa y lo que no sabíamos es que no solo iba a ser esa, sino esperaban muchas más.

"Lejos", fue el sencillo que prosiguió antes de que el vocalista comentara. "Vamos a tocar una rola por primera vez. Esta canción es muy triste pero quizá es la rola más alegre de tu vida". Y de esta manera nos regalaron "Me dejaste escapar", tema que podremos escuchar hasta el siguiente año. "Ciudades de noche", "Zafiro" y "Universo", no pudieron faltar, la gente los pedía y los tuvieron. Así que no pararon de cantar en toda la noche.

Amigos, ha llegado el momento de cantar una canción muy especial que va dedicada para todas las mujeres. Que el amor y la vida siempre las guíe. Son lo mejor que nos pudo pasar", y con estas palabras dio inicio a la interpretación de "Hongo", lo que no sabíamos es que iba a tener como invitada especial a Fer Casillas.

La agrupación tuvo el detalle de adelantarnos otro nuevo sencillo: "Japón", mismo que nos puso a bailar a todos al ritmo de los sintetizadores. Así sonaron "Reflejos", y "No soy yo" en compañía de la agrupación venezolana Los Mesoneros.

El final de la noche se acercaba, sin embargo, los integrantes de Rubytates no dejaban de sorprendernos con tan buena presentación, pues se notaba que estaba disfrutando el show. Para no dejarnos sin los grandes éxitos, la agrupación interpretó: "Vinyles" y "Nunca voy a olvidarte", acompañados de la banda que creyó en ellos Camilo Séptimo.

"Adiós", "Fragilidad", y "Bajo las luces", fueron los temas con los que despidieron la noche, no sin antes agradecer una más que todo eso fuera posible, dejando un lindo mensaje. "El amor es lo único que nos va a salvar ¡Que viva el amor!".

Después de haberlos visto, puedo afirmar que su sonido ha madurado muchísimo. Aunque los nervios aún se notan, cada uno de los integrantes intenta dejarse llevar por lo que están sintiendo, y lo muestra al público. Definitivamente se nota que es un proyecto que seguirá avanzando lejos.

Knotfest meets Force Fest en el Deportivo Oceanía

Knotfest meets Force Fest: Crónica de un desastre anunciado.

Desde el scouting se olía el cemento fresco del acceso construido para la ocasión y las dudas: obras inconclusas, varillas expuestas, “¿va a ser cashless?”, dice un reportero ante la vista de un módulo rotulado como banco. El scouting de Knotfest meets Force Fest fue la condición para recibir acreditación, y en algunos casos, solo accesos preferentes para los medios citados. 

Ante la promesa incumplida de un estacionamiento especial para prensa y 2 horas perdidas entre dejar el coche y acceder al evento, el primer recorrido para explorar el lugar denotaba cierta rareza y dificultad para transitar, varias personas tropezaron en zanjas que dividían el camino empedrado de las jardineras, al caer la noche era cada vez más difícil observar las mínimas indicaciones, los horarios estaban a su tiempo y las bandas se habían presentado sin problemas. The unbreakable Stratovarius había dado cuenta de su maestría sin contratiempos, Papa Roach trajo la nostalgia de vuelta por aquellos años en los que el nu metal dominaba el panorama musical y comercial, Behemoth con un ligero atraso tocó su set ante la vista de aquellos afortunados que en el puente peatonal gozaban de una vista privilegiada, caso surreal ya que incluso una patrulla los protegía de las inclemencias del tráfico vehicular. 

Bullet for my Valentine enardeció a una nueva generación de fans de los riffs malditos, una visión fresca del futuro promisorio del género y sus diferentes vertientes, la diversificación y el descubrimiento, luego Belphegor en un escenario muy pequeño para ellos que después sería ocupado por Carcass, gente que aprovechó las bancas de las canchas de basketball para tener una mejor visión. 

En el camino de regreso al escenario principal donde tocaría Evanescence, durante el acceso a la sección preferente se originó una especie de cuello de botella entre la multitud. Como experiencia personal y después de asistir a diferentes festivales musicales en México de diferentes géneros, esta es la primera vez que, por suerte, detecté a tiempo que me quisieron sacar el teléfono de la bolsa izquierda lateral de mi pantalón, al sentir el jaloneo comencé a gritar y manotear, afortunadamente no me robaron nada, no corrieron con la misma suerte varias personas alrededor que, después de pasar al espacio abierto de la zona preferente, se dieron cuenta de que ya no tenían sus teléfonos consigo. 

Al pasar de un lado a otro del foro entre el espacio que quedaba entre la sección general y preferente, pude observar como algunos elementos del personal de seguridad ayudaban a la gente a brincar la barricada, quisiera entender que por alguna cuestión de seguridad, pero ciertamente, estaban dejando pasar gente que tenía colocadas sus pulseras de sección preferente. Después de llegar al acceso al pit de fotógrafos colocado del lado izquierdo viendo de frente al escenario, observé movimiento de gente de producción sacando tubos de backstage para dirigirlos a la zona de la barricada, Evanescence seguía sin salir al escenario, para ese momento llevaban 30 minutos de retraso. 

Ante esta situación decidí caminar al Escenario Tecate a ver la actuación de Godsmack y observar en mi camino que las bancas de jugadores locales y visitantes de la cancha de fútbol no fueron removidas, y bien fueron aprovechadas, así como las gradas, para que los asistentes se sentaran. 20 años tuve que esperar por ver a una banda menospreciada y casi olvidada que con sus riffs tranquilizó mi paranoia por el incidente entre la multitud y casi quitó el mal sabor de boca que dejaba la tierra en el ambiente, tropecé, como muchos, con montones de alfombra rota en el suelo. 

Ya de camino de regreso al escenario principal para presenciar el show estelar de la noche, me di cuenta que Evanescence no había salido a tocar, y ante la ausencia de algún responsable de prensa en la carpa dispuesta, sin luz y ubicada a un costado de inmobiliario apilado a modo de escombro, reportero y fotógrafo optamos por retirarnos del lugar, ya que aún debíamos emprender una larga caminata de regreso al automóvil, en la cual volvimos a padecer la falta de logística y comunicación, ya que la puerta por donde nos dijeron podíamos acceder terminado el evento, estaba cerrada. 

Después de un largo trayecto afuera del bosque de Aragón y la nula iluminación dentro del estacionamiento, por el cual nos cobraron $250 pesos, emprendimos retirada del perímetro del Deportivo Oceanía, donde se realizará la próxima edición del festival Hell and Heaven. Ya en el camino los mensajes de Whatsapp: “¿estás bien?”, “¿qué está pasando en Knotfest?, ¡retírate de ahí!”, las notas: “Caos en festival de metal”, las fotografías de la batería de Evanescence ardiendo, los comunicados subsecuentes y la repartición de culpas, en este caso, de “grupos de choque” dentro del festival. 

Puedo decir en experiencia propia que lo acontecido en aquella fatídica e infame noche para los festivales en México es completamente responsabilidad de Live Talent y la falta de preparación para realizar un evento de estas dimensiones en un terreno nunca antes probado para la ocasión, y que ciertamente no funciona para aglomerar a una gran cantidad de personas. Colocar carpas, mesas, stands sin iluminación, puestos de ropa, un a Villa Medieval cuyos letreros y banderines pendían de juegos infantiles, no es organizar un festival, de buenas intenciones no sobreviven las promotoras de eventos. El hecho de que Exodus, W.A.S.P. (cuyo set también fue recortado) y Rob Zombie tocaran sin mayores contratiempos al día siguiente no remedia lo sucedido o lo que pudo haber sido una auténtica tragedia para los asistentes. 

En conclusión y en espera de fincar responsabilidades, que este testimonio quede a modo de relato veraz y sin tapujos de la experiencia propia de un reportero que no pretende callar lo que en verdad aconteció, en el pasado Force Fest realizado en Teotihuacán, terminé mi reseña diciendo: “cada quién hablará de cómo le fue en la feria”, pero en este caso, todo quedó en evidencia incluso en medios internacionales y televisoras locales que tal vez ni siquiera tenían conocimiento del evento o fueron acreditadas, desafortunadamente las malas noticias corren más rápido y no las puedes ocultar, por más que trates de buscar culpables o creer que la gente, los medios, la competencia o las bandas están en tu contra como promotora de eventos.