Entre el lodo, la música y lo multicolor
Más de un año tuvo que pasar para que el festival más importante de Colombia volviera a abrir sus puertas. A hora y media de Bogotá, el Estéreo Picnic recibe el 5, 6 y 7 de abril a cantantes y bandas nacionales e internacionales. La propuesta de “Un mundo distinto” se denota en cada una de sus instalaciones. Entremos. Es ahora o nunca.
Día 1
Este año, los colores fosforescentes y temática espacial primaron en el lugar. La lluvia sorprende a los asistentes desde horas de la tarde. El campo de 200.000 metros cuadrados alberga a miles de jóvenes en búsqueda de escuchar a su artista favorito, descubrir música o simplemente pasar un rato agradable con sus amigos. La jornada empieza con los argentinos de Usted Señalemelo sobre el escenario. Flores de colores rojo, anaranjado y amarillo se encuentran en cada instrumento. Cumplen con las expectativas al ofrecer un show impecable y lleno de talento. "El dolor también es parte de sentir" nos recuerda Ximena Sariñana al momento de salir a cantar en medio de los gritos de sus fans. Fresas, melocotones y otras frutas gigantes con piernas están en varias partes del espacio. Ella reparte un mensaje de igualdad.
La hora de los pesos pesados llega. La lluvia no para, se intensifica. Interpol sale a escena con "C’mere", una de las más aclamadas del Antics. La presencia del vocalista, Paul Banks es fuerte. Él, con casaca de cuero y lentes oscuros, además, se dirige solo una vez al público con español fluido. Se esperaba más.
Con un sweater enorme y una gorra de tela, Cuco, totalmente relajado, se deja llevar por el entusiasmo del público. Al final, causa sorpresa dar un giro a su estilo musical con el cover de "Devuélveme a mi chica" de Hombres G. Pasa de lo suave a lo más rock.
Khruangbin es una celebración aparte, pero igual de satisfactoria. Demuestra que no es necesario cantar para estar en un festival. "Kung Fu Kenny" se apodera de la noche. Con este álter ego, Kendrick Lamar da inicio a un show compacto y que colma con las expectativas de un festival. Su voz, las letras y sus movimientos nos recuerdan porqué el DAMN. es uno de los mejores álbumes de los últimos años. De esta manera, corona a su álter ego como el gran vencedor de la noche. La historia continuará.
Día 2:
Sin las nubes grises encima y con el sol que de manera tímida se asoma, la temática del festival se puede apreciar mejor. La oferta musical de hoy es variada, fuerte y ambiciosa. Tengamos los pies listos.
Rhye es una de las grandes revelaciones del festival. Su violinista le da un nuevo significado al tocar este instrumento como guitarra y hacer solos con él. Otra gran revelación del festival es FIDLAR. Como buenos hijos del lugar que nos da a bandas como Oh Sees o Rage Against the Machine, FIDLAR se posiciona como una propuesta joven e interesante de escuchar, sobre todo en vivo.
Gracias a la diversidad musical de hoy, podemos pasar de propuestas muy rockeras a sonidos más indie. Esto pasa con Erlend Øye y La Comitiva. Cuatro músicos llenan de alegría la tarde-noche del Campo de Golf Briceño. La actitud de Erlend permite que, además de que la gente solo baile, interactúe con la banda. El rito musical es así. La versatilidad de sonidos continúa, y ahora llega a cargo del productor de música electrónica Zhu. Si no estás familiarizado con este género musical, él es una buena opción en introducción.
Los que tampoco son músicos cualquiera y que llevan 40 años de trayectoria es el Grupo Niche. "Qué es del artista sin su gente", exclamaba el vocalista, para luego recordar al fundador del grupo, Jairo Varela, quien falleció el 2012. Al final de la presentación llega una sorpresa: Uno de los integrantes llama a su pareja, se arrodilla delante de ella y le pide matrimonio. El "Sí" sale entre lágrimas. Tan solo "Hagamos lo que diga el corazón".
El juego rítmico, se desenvuelve con Disclosure. "Latch", "You and Me" y "Omen" hacen que los presentes saquen sus celulares para grabar el momento o simplemente muevan sus cuerpos. No dura mucho. Esta corta conexión le sucede de igual manera a Underworld. Ellos son sinónimo de los 90 y de rave, aunque esto no parece convencer del todo al público asistente. Esto cambia gradualmente cuando suena "Born Slippy". El adiós se hace presente y la ausencia de un tributo a The Prodigy se hace sentir.
Día 3:
La noticia se rumorea desde temprano. Según los coordinadores del evento, la cifra superaría los 50 000 asistentes. Una locura. El clima es generoso. El mundo distinto acogerá hoy a las bandas y solistas más solicitados del lineup.
Desde Manchester, Inglaterra, The 1975 vino a presentar el A Brief Inquiry Into Online Relationships. El público enloquece mientras dos bailarinas salen al escenario. Tierno y relajado, el vocalista Matthew Healy interactúa canción tras canción con su público. St. Vincent, con su guitarra fosforescente color anaranjado da inicio a lo que es una presentación con problemas de audio al inicio, pero que termina ganándose el corazón de los presentes al cantar su tan aclamado "New York" en una mezcla de palabras que hacen referencia a la cultura colombiana.
El "Qué tal parceros" dicho por el vocalista Yannis Philippakis de Foals es la frase que activa al público y crea una gran recepción. La energía es recíproca y contagiante. Pero el punto máximo del día tres del festival es Arctic Monkeys. Es el último concierto de la gira Latinoamericana y de la era Tranquility Base Hotel & Casino. El baterista Matt Helders sorprende a los presentes al vestir la camiseta de la selección colombiana de fútbol. No hay sorpresa en cuanto a setlist. Después de hora y media, los cuatro músicos se despiden. Fuegos artificiales estallan con "A Little Help to My Friends" de Joe Cocker de fondo. Hay que tener paciencia para salir del lugar.
Ahora es el turno del dúo de música electrónica Odesza. El baile y los saltos que dan Harrison Mills y Clayton Knight son imparables. Quien también es un imparable musical es el alemán Stefan Kozalla, más conocido como DJ Koze, quien es el encargado de cerrar el Picnic Sumado a esto, los asistentes bailan ante los 8 grados de temperatura que hacía en Briceño. Esto poco importa cuando el techno se instala en sus oídos. Poco a poco la música desaparece. Es hora de la retirada.
Felices, cansados, con los pies llenos de lodo, pero dichosos de haber pertenecido durante tres días a Un mundo distinto. Cada día con un sentimiento diferente, una percepción camaleónica de la música y un sin fin de actividades que no piden tregua al cuerpo. Hubo aspectos que se pudieron mejorar. Esperamos que el próximo año sea así. Por mientras, sólo nos queda decir ¡Qué viva la música!.