Bahidorá: un llamado a la diversidad, libertad, conciencia y buena música.
Libertad, buena música, diversión, alegría, naturaleza, baile, son palabras que vienen instantáneamente a mi mente cuando pienso en Bahidorá. Existe una energía de paz que solo está presente dentro de este festival, que bien hace en llamarse carnaval, porque es una celebración donde la música y la naturaleza nos hacen conectar con nosotros mismos y con los demás, y donde los colores son infinitos; en la sonrisa de cada persona, en cada vínculo, en los sonidos, disfraces, arte y plantas. La diversidad es otra parte importante de Bahidorá, diversidad de ideas, de pieles, de pensamientos, de movimientos, de identidades y la riqueza de ritmos musicales de distintas partes del mundo, este año liderada por la reina del neo soul, Erykah Badu.
El Umbral y la Isla B fueron los dos espacios que se abrieron desde el día viernes, en el primero; Adriana Roma, Nicole Misha y Theo Parrish trajeron sonidos disco, italo disco, IDM y funk que contrastaban con las luces neón y las sombras de la gente bailando bajo los primeros destellos de la noche. Después de cruzar un puente se encontraba la Isla B, un íntimo espacio donde Barda tocó un electro dance en un ambiente relajado, mientras que Roderic creó ondas espaciales que fluían con delicadeza y que con la noche se fueron haciendo más intensas y profundas transformándose en ritmos más bailables.
En Bahidorá, el sol emite su fuerza desde muy temprano, por lo que es mejor salir a caminar, tomar clase de yoga, meditación o danza; ir al Asoleadero donde la música comienza desde temprano o simplemente nadar en el río o albercas. Sotomayor siempre trae una energía positiva a sus shows, y esta ocasión no fue la excepción, presentó canciones de su nuevo disco Orígenes, en compañía de una banda con percusiones, sintetizadores y bailarines. En conjunto interpretaron su ya conocida mezcla de ritmo electrónicos con tropicales, cumbia y trap irradiados de una gran actitud, la vocalista Paulina constantemente interactuaba con el público invitándolos a bailar o agacharse hasta abajo.
Buscabulla llenó a los asistentes de esa frescura y carisma únicos de Puerto Rico con su electro rock electrizante bajo el calor que ya pegaba muy fuerte. Mientras que Son Rompe Pera desde Naucalpan hicieron estallar “La estación”, la banda revive el legado de un instrumento como la marimba, pero también le pone mucha actitud punk y ritmos tropicales y de cumbia que fueron atrayendo la atención de más personas. “Abajo los malditos opresores” gritó en algún momento el vocalista, en forma de empatía a la lucha contra la violencia y feminicidios. Más tarde en ese mismo escenario, Combo Chimbita llegó desde Nueva York con una gran potencia de sonidos caribeños, psicodelia, ska y los gritos incontenibles de la cantante Carolina Oliveros, quien movía su larga trenza en todas direcciones.
Una de las mayores sorpresas fue Ibibio Sound Machine, con música africana, elementos de jazz y funk revigorizante junto con la radiante voz de Eno Williams, llenaron de una vibra muy especial el escenario principal. La cantante bailaba en todo momento acompañada de los tambores, los solos de guitarra y los instrumentos de viento, que crearon un lenguaje universal de comunión que movió nuestros cuerpos y corazones. Channel Tres es una figura única sobre el escenario, el ver cómo se apodera del espacio te hace sentir libre y con ganas de bailar. Bañado en glitter salió acompañado de dos bailarines, y juntos crearon increíbles coreografías, incluida una improvisación de vogue, que soltaron gritos en el público. “Brilliant Nigga”, “Topdown”, “Controller”, “Raw Power”, “Sexy Black Timberlake” y “Black Moses” fueron algunas de las canciones que interpretó entusiasta.
Cuando comenzó el show de Teto Preto se podía escuchar música experimental, y sorpresivamente entre el público aparecieron el bailarín Loïc Koutana y la vocalista Laura Diaz en su brazos, así comenzó un performance que se extendió durante todo su show en el que Koutana bailaba, se arrastraba por el piso e interactuaba con el público, los DJs liberaban sonidos electro house, otros músicos tocaban la trompeta y percusiones, y Diaz agregaba baile y una voz alocada. Una gran interpretación multifacética en la que la emancipación, expresión y locura fueron las líneas que pintaron los rostros del público.
Por su parte, Goldlink prometió crear una fiesta y lo logró muy a su estilo mientras hacia bromas. Logró cautivar con sus habilidades como rapero y bailarín, pero sobre todo por agregar esos elementos de electrónica, house y R&B a su hip hop que también lo hacen muy bailable y disfrutable. A pesar de que comentó que no le gustaba hablar, señaló que la gente era lo más importante para él y que así sería desde el 2020. En “La Estación”, la rapera BbyMutha llegó con letras crudas y humor, como cuando twerkeaba o se pasaba un porro y tequila con la DJ que la acompañaba. Fue un ejemplo de cómo no es necesario tener un gran espectáculo para tomar el escenario, solo irradió con su personalidad.
Después de mucho tiempo de espera, la reina del neo soul—Erykah Badu—por fin vino a nuestro país. La presencia que proyecta es muy vigorosa, roba la atención de inmediato. Apareció en el escenario con un enorme sombrero y una capa de tiras de colores que brillaban al igual que su imponente mirada. Comenzó con “Hi”, que aprovechó para cambiar por un “Hola”. La manera en que dirige a sus músicos como si se tratara de una orquesta, junto con la forma en que juega con su cautivante voz y los momentos en que una serie de lásers en forma de pirámide caían sobre ella para realizar improvisaciones impresionaron a todos.
Los shows de Erykah son únicos, la espiritualidad y unión que existe entre ella y el público pocas veces se observa, es una artista que se entrega totalmente y crea un momento muy especial. Después de un largo intro realizó su típica presentación, “soy Erykah Badu, también conocida como 'Manuela María México'” comentó, para continuar con canciones como “On&On”, “Green Eyes”, “Appletree”, “Caint Use My Phone”, “Tyrone” y la sublime improvisación que nunca puede faltar en sus conciertos. Cuando llegó el momento de interpretar “Bag Lady”, la artista ondeó la bandera de México y bajó del escenario para cantar a sus fans. Después de este íntimo momento, regresó para finalizar con “My People”.
Pantha Du Prince se presentó con su show llamado Conference Of Trees, que busca representar la comunicación entre los árboles. Du Prince se encargó de crear texturas ambientales desde su computadora, mientras que otros músicos tocaban instrumentos como la batería, algo parecido a un xilófono, arpa y percusiones, emanando un sonido orgánico que se acompañó muy bien de los visuales y las suaves luces blancas y azules.
Cuando cae la noche en Bahidorá la música electrónica se apodera de Las Estacas y el Escenario Doritos se vuelve una fiesta que retumba hasta el amanecer. Palms Trax trajo el dance y house a la pista de baile, mientras que Josey Rebelle exploró una serie de géneros como el afro beat, techno y experimental, y un gran repertorio de sonidos de la escena electrónica independiente. Avalon Emerson es una de las DJs más dinámicas en la actualidad y para esta ocasión se acompañó de Jasss, para juntas crear un ambiente mágico donde no hubo un momento en que nuestros pies y brazos descansaran, incluso realizaron un remix de “Milkshake” de Kelis al final de su presentación. Por su parte Masters at Work cerró las actividades en el escenario principal con su auténtica forma de realizar remixes, que incluyeron “Con altura” de Rosalía y J Balvin, así como ritmos dance y disco. La música en Bahidorá no se detiene una vez que empieza, de esta forma el domingo el dancehall se apoderó de “La Estación” con la pionera Sister Nancy y Equiknoxx, estos segundos llegaron desde Jamaica para capturar nuestros corazones, la vocalista Shanique Marie enseñó al público una serie de pasos típicos de su país creando un entorno de armonía entre culturas. Sister Nancy por su parte llevó el reggae, mientras la artista interpretaba su música la gente entraba más en sintonía con ella, “Bam Bam” fue el punto en el que la felicidad se desbordó.
Bahidorá cumplió un año más con una gran curaduría de artistas y músicos, pero sobre todo en volver a crear un entorno de paz y alegría donde todos son bienvenidos y donde todas las voces caben, donde la música libera nuestros pensamientos y cuerpos, donde la naturaleza está en constante diálogo con los asistentes, y donde cientos de luces se reúnen para crear un fin de semana único y especial.