Luces hechas de sonidos y amor que tocaban el corazón de todas las almas presentes.
A un año de su última presentación en el Foro Sol, acompañados de The Strokes y Mac DeMarco, The War On Drugs regresó a tierras mexicanas. En punto de las 21:00 H, comenzaba su primer concierto en solitario en el mero corazón de la Ciudad. Con una presentación de más de dos horas y un setlist con casi 20 canciones, la banda, entre gritos y chiflidos del público, que con buena vibra y una que otra cerveza, dio pie a uno de los mejores conciertos en los que va del año.
Fue a partir de las 19:00 H, que comenzaba a notarse que habría un concierto cerca, pues desde calles atrás, ya podías encontrarte con el clásico “¿tienes o te faltan?”. Con gente que venía a ver a la banda desde otros partes del país, y uno que otro chilango, el lugar comenzó a llenarse haciendo bastante complicado el paso, alrededor de las 20:00 H, y sumado a la maravillosa apertura de Belafonte Sensacional, la emoción ya comenzaba a sentirse.
Abriendo con su éxito “Nothing to Find”, y seguido de algunos otros como “Red Eyes” y “Under The Pressure”, la banda llegaba a la mitad del show con el tema “Living Proof”, con el que el recinto se llenó de luces blancas provenientes de los celulares de los espectadores, quienes darían a la banda, según su vocalista “lo mejor que han tenido”, algo que genuinamente creo no se reducía sólo a ese momento.
En sintonía de un juego de luces, que en mis palabras sólo se puede describir como majestuoso, la banda transformaba los particulares cambios de color en toda una experiencia que usaba a su favor, y con la que te llevaban a sentir con más intensidad la canción que sonaba en el momento. Patrones y proyecciones que se veían reflejados en el segundo piso del recinto, y que nos tenían a más de uno volteando a apreciarlo como se merecía, y que explotaban nuestros sentidos al máximo, con temas como "Old Skin", "Eyes To Wind" y a mi parecer, la obra maestra de la noche "Arms Like Boulders".
Llegaba "Thinking of a Place", y con ella el último cambio de guitarras de la noche (que dicho sea de paso fueron bastantes), y los ánimos eran cada vez más fuertes. Con solos de guitarra, bajo, saxo, teclado y en alguna que otra rola, de armónica, la voz del vocalista en conjunto con la prácticamente perfecta acústica del venue, lograban mezclarse en todos los oídos, dando una sensación de libertad y agradecimiento al artista por tan grandiosa experiencia.
Entre miles de agradecimientos de la banda y la presentación de cada uno de los integrantes que pintaban una sonrisa en su rostro, tomaba lugar el comienzo del fin. Algunos acordes comenzaban a percibirse, cuando de pronto, la frase “On a drive, I’m taking backroads” llenaba las bocinas del lugar. El anaranjado y un rojo casi imperceptible fueron los colores que acompañaron a “Burning”, canción con la que The War On Drugs daría fin a la noche.
Fueron dos horas y 15 minutos, en los que repletos de energía y alegría, la agrupación no paraba de agradecer la increíble noche, haciendo lugar para algunas bromas referentes a la piratería fuera, y algunos cumplidos a fans que la portaban. Definitivamente una muy grata experiencia.