El verano en otoño.
Las estaciones cambian junto con los gustos y rosters de artistas, pero la identidad de la disquera Mexican Summer se ha mantenido inerte desde su fundación en 2009: un refugio tanto para las bandas como melómanos que buscan un momento permanente en el sol, pero con un dejo húmedo y tropical en la atmósfera, quizás un olor frutal y, sobre todo, mucho contacto con la tierra; tal cual, como un verano en México. Conceptos que pueden describir perfectamente al estilo de los artistas engalanando su festejo de quince primaveras, Fifteen Further, realizado a lo largo de cuatro sedes en el mundo, siendo la CDMX una de las elegidas.
El concepto de Fifteen Further fue presentar solistas o grupos selectos para cada locación, y para nuestro país el lineup consistió en una mezcla tan diversa en estilos como rica en raíces latinas: el tierno y a veces sombrío avant-folk instrumental de Hayden Pedigo; el psicodélico y seductor bossa nova y MPB de Sessa y el debut en la disquera de aquel chamán espacial y hippie glam favorito del público mexa, Devendra Banhart. Cada uno le otorgó un cachito más de verano al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris a la par que estamos recibiendo el otoño, y la velada fue, en resumen de una palabra, incandescente.
Alrededor de las 18:05 H., Hayden Pedigo tomaba el escenario para amenizar la llegada de los pocos que cumplieron con puntualidad. Ataviado con una cachucha roja y camisa clara, lejos del ensamble western que lo caracteriza, inició su recital lamentando su falta de español junto a dos actos que sí lo hablan. Sus rasgueos, acordes y mesurado virtuosismo nos transportaron directamente a los recovecos hermosos y fantasmales de Amarillo, Texas, su lugar de origen, gracias a entrañables temas como “Some Kind of Shepherd”, “Rained Like Hell”, “Nearer, Nearer” y “Elsewhere”.
Sí se lamentó un poco su breve setlist, la escasa concurrencia y una impertinencia por parte de un asistente que vociferó fuertemente su malestar ante los aplausos y alabanzas del respetable, pidiendo respeto al artista y que mejor gritaran y chiflaran en sus casas. Aunque nuestras acostumbradas porras sí desentonaban un poco con la intimidad de este recital, tal reacción incomodó incluso al mismo Pedigo que, no obstante, siguió con el show. Pero volveré a dirigirme a este aspecto después.
En punto de las 19:00 H. salió Sessa igualmente puntual, pero emoción de sobra para deleitarnos no con simples canciones, sino serenatas, cartas de amor y hasta conjuros. Apoyado por una banda eficaz en coros y percusiones, el oriundo de Sao Paulo brindó más romance y misticismo para llenar las paredes del Teatro con naranjas y morados, acompañado de canciones como “Gostar do Mundo”, “Canção da Cura”, “Sereia Sentimental”, “Que Lado Você Dorme?” y “Estrela Acesa”. Aún con arreglos minimalistas, sus composiciones brindaron júbilo al aforo que aumentaba cada vez más, incitando aclamo y muy buenos comentarios a su set.
Finalmente, ya cerca de las 20:05 H., el querido Devendra Banhart y su ensamble ocuparon sus lugares para llevarnos por un tour veloz, pero comprensivo por su discografía. Su seducción inició con canciones de su nuevo y enigmático disco, Flying Wig, que presenta un synth-pop etéreo y lejos del folk surreal y funk modesto de sus trabajos anteriores. Pero Banhart siempre ha sido un camaleón, tanto de idiomas como de estilos y estados de ánimo. Inició un poco discreto, con un outfit de traje oscuro y camisa polo a rayas carmesí, pero eventualmente conquistó y coqueteó con los asistentes con su mezcla de inglés y español, chistes con la banda y aprecio por sus compañeros de disquera que lo precedieron en esta noche.
Pese a algunas fallas iniciales del audio en donde los instrumentos parecían opacar los característicos susurros melódicos del venezolano-estadounidense, no fueron complicaciones suficientes - o las únicas durante su recital - para apagar la devoción de su público, que ocuparon el 85% del lugar. Canciones nuevas como “Twin” y “Sirens” convivieron junto a melodías ya icónicas entre sus acólitos como “Love Song”, “Mi Negrita”, “Baby”, “Für Hildegard von Bingen” y “Bad Girl.”
Fue durante el krautrock surreal de “Nun” cuando todo se fue a negros, dándole otra atmósfera más sombría, pero se trató de un problema técnico de iluminación. Aunque Banhart bromeó con la situación, no se resolvió de inmediato y continuaron. Entonces, todo el público sacó los celulares e iluminó el lugar con las lámparas de los celulares como una enorme bola disco para alumbrarlos, conmoviendo al músico enormemente. Retomando mi argumento de hace unos párrafos, si esto no es respeto y admiración al artista, no sé qué es.
Banhart resumió su pavoneo en el escenario con “Fancy Man”, “Fig in a Leather” y su ya emblemático cover en cumbia a “Try Again” de Aaliyah, combinado con “She Works Hard For the Money”. La velada parecía haber llegado a su fin, pero regresaron para un par de ofrendas románticas con “Quédate Luna” y la imprescindible “Carmensita”, cimentando su status como uno de los intérpretes más queridos en el país y cediendo nueva luz a actos emergentes. A pesar de sus bemoles técnicos y logísticos, fue una velada que dejó un gran sabor de boca entre los asistentes, dando ahora sí por concluido un verano satisfactorio y afirmando que, bajo el cobijo de Mexican Summer, siempre hay algo nuevo bajo el sol.