Rain or shine, una noche nublada con Sébastien Tellier
¿Qué podemos decir que es la buena vida? ¿Dinero? ¿Fama? ¿Poder ir a muchos conciertos? La respuesta es subjetiva. Pero en lo personal, la buena vida suena como un concierto de Sébastien Tellier a la luz de la luna.
Con motivo de su 13 aniversario, Warp llevó a cabo un concierto compuesto por cuatro actos. Donde se presentaron Ana Rizo, Fer Casillas y el dúo alternativo, Love La Femme. Además, claro, de la presentación estelar del músico ymultiinstrumentista, Sébastien Tellier.
“Rain or shine” —es decir, con lluvia o buen tiempo, el evento se lleva a cabo—. Esa fue la leyenda que leí antes de dirigirme al evento. Cargué solo con una cazadora esperando a que no se convirtiera en pouring —lluvia torrencial en inglés— or shine. Y me encaminé hacia el Teatro Ángela Peralta, un foro al aire libre. Al llegar, las gotas no cesaban. Comencé a escuchar murmullos de la poca gente que esperaba en las afueras del recinto. Algunos decían que quizás cancelarían el evento, y yo solo podía recordar: “rain or shine”.
Según el programa, a las 17:30 H, Ana Rizo subiría al escenario para abrir el evento. Pero no fue así. Éramos aproximadamente 30 personas para las 18:00 H, y la lluvia seguía. A los pocos minutos, la cantautora proveniente de Michoacán entró al escenario. Y con solo su guitarra, comenzó a interpretar “118”. La sutileza de la melodía se presentó como la mancuerna indicada para el clima que poco a poco comenzaba a mejorar. “Curiosidad”, “Welcome To My House” y un sencillo inédito, fueron los temas que se encargaron de cerrar su presentación y darle pie al segundo acto.
La, ahora, brizna permitió que más asistentes llegarán al foro. Entusiasmados, le dimos la bienvenida a Fer Casillas. Quien, desde los primeros segundo, llamó la atención del público con su melodiosa voz. Recorrimos algunos sencillos de Imágenes de Olga (2019) —su más reciente material discográfico—. Para terminar con un “Bajo el sol”. Sencillo de su primer EP, Strangers.
A una hora de la presentación estelar, la lluvia cesó por completo. Poco a poco la vista dejó de ser obstruida por coloridos paraguas. Y así llegó el turno de escuchar a Love La Femme. El primero en salir fue Pablo Valero, seguido de Marión Sosa. Con una guitarra y el retumbo de un tambor, el dúo mexicano comenzó su set. “Lipstick Letter” fue el primer tema. Para cuando tocaron “Entre tu piel”, noté que mi pie comenzaba a moverse. La mojada comenzó a valer la pena. Pero al darme cuenta que era de las pocas personas que lo estaba disfrutando, mi ánimo decayó. Quizás fue el público o el momento, o pudo haber sido una mala interpretación. Sin embargo, era notorio que la mayoría no estaba ahí por los tres primeros actos.
El dúo terminó su presentación. Y para este momento, el Teatro Ángela Peralta —que está próximo a cumplir 80 años— tenía más vida. Un hombre salió y la mayoría del público de pie, comenzó a tomar asiento. Sin embargo, no era el cue para el acto estelar. Sino el anuncio de que, nuevamente, Ana Rizo subiría al escenario para tocar su set.
¿Qué habrán pensado las 30 personas que estuvimos desde el inicio? La duda comenzó a invadirme hasta que vi levantarse a una familia que había llegado conmigo. Y ahí encontré la respuesta.
Ya eran las 21:00 H. El foro se divisaba completo. No llovía, y el aire corría. La noche cayó pero la esperanza en mí no. En unos minutos, Sébastien Tellier subiría al escenario y cada gota valdría la pena. Estaba segura que esa familia se arrepentiría por no haberse quedado.
Había velas al ras del escenario, las luces se apagaron y una luz enfocó al músico francés. Él bajó las escaleras y se paró sobre el proscenio para darnos la bienvenida. Segundos después, se sentó frente a su piano y comenzó a hacer lo suyo. Pasamos por clásicos como “Roche", “L'amour et la violence”, “Look” y claro, “La ritournelle”. ¿Era esto la buena vida?
Entre las canciones, Tellier pausaba y aprovechaba para interactuar con el público. Nos contó que de pequeño cometió el mayor error de su vida: escoger estudiar alemán en lugar de español. Reímos con él. Y así la plática se llevó las quejas. Por segundos, la iluminación del foro, la oscuridad de la velada y el sonido del piano se hacían uno. Todos los elementos nos envolvían en un ambiente ajeno al caos citadino que esa noche se llevaba a cabo a nuestro alrededor.
De pronto, entre sus intervenciones, el músico comentó que a partir de ese momento, comenzaría a improvisar. Volvimos a reír con él. Pidió sugerencias al público y subió a una joven al escenario; su nombre era Mariana. Sébastien le pidió que mencionara a un cantante icónico de México. Quizás para hacer un cover de él. Escuché el nombre de Juan Gabriel, inclusive el artista lo repitió. Pero no pasó a más. Entre el ruido del público, despidió a Mariana y siguió con el show.
Iban a dar las 22:00 H, y el músico nos advirtió que el fin estaba cerca. Estábamos seguros que no. Tras finalizar el tema, Tellier se despidió. Todos nos quedamos en nuestros asientos, gritando al unísono. “Otra, otra”. Pero no regresó. Era el final. Quedé confundida por unos segundos, no entendí en qué momento todo llegó a su fin.
¿Escuchar a Sébastien Tellier a la luz de la luna era la buena vida? En esta ocasión no estuvo ni cerca. Los momentos fueron efímeros, tanto así que pasaban casi sin darse cuenta. El final tan abrupto me hizo poner en perspectiva el evento. Miré hacia arriba y no vi estrellas o siquiera la luna. Era una noche nublada. Analógicamente, me encontraba en un evento nublado por los cambios meteorológico y problemas técnicos. Nubes que no dejaron disfrutar a las grandes estrellas que se presentaron. Pero ese era el riesgo, un evento rain or shine.