Los hilos sonoros de Patrick Watson: luces, humo y perfección.
La noche cayó y con ella la cita que teníamos en el Lunario del Auditorio Nacional. Los encargados de iniciar el despegue fueron los ingleses de Thom Byles - Hanging Valleys , quienes lograron la completa aceptación del público. Mientras la gente se abarrotaba poco a poco detrás de la valla del acogedor recinto, un señor junto a su pequeña hija aplaudían y articulaban cada una de las canciones de la banda telonera. Minutos después el señor me confesó que era el padre de Thom. Fue entonces que el vocalista, quien además portaba una playera que decía “México”, dedicó a su hermana de 8 años el tema “Winter Cold”. Tras un par de canciones más concluyeron su performance y los aplausos de la gente deslavaron lentamente su salida.
De pronto, volteé y sin darme cuenta en qué momento ocurrió, el foro estaba repleto. Novios, amigos y extranjeros estaban atentos a cada movimiento de lo que ocurría mientras era el cambio de banda. Fue entonces que me di cuenta del peculiar acomodo de los instrumentos. La batería del lado izquierdo, un teclado al fondo y un piano más del lado derecho, cosa que se acentuó cuando el guitarrista tomó el spot principal, mientras que Patrick se apoderó del fino piano.
Entonces el show arrancó. De pronto, la magia de los músicos se vio sumergida en un juego de luces intermitentes que prendían y apagaban conforme los acordes de la música. Iniciaron tocando temas de su más reciente compilado Love Songs For Robots, entre ellos "In Circles", "Good Morning Mr. Wolf" y "Turn into the Noise".
El viaje evolutivo fue hilando canción tras canción, siempre manteniendo los ojos y oídos cautivos. Los cambios rojos de luces, el humo, la riqueza de sus instrumentos y utensilios experimentales crearon una perfecta producción.
A mitad del concierto, su versatilidad los fusionó en un mismo micrófono, en el que el guitarrista, Patrick y el baterista, haciendo usa de una especie de serrucho y sus baquetas, construyeron una delicada interpretación de “Words In The Fire”.
De pronto el momento cúspide llegó. Patrick, al igual que sus músicos, comenzaron a bajar del escenario. Ciertamente nadie sabía lo que pasaba y nuestros ojos seguían sus movimientos. La banda agarró algunas sillas y el mismo banquito del piano, corrieron y se colocaron en medio del público. La gente los rodeó y ellos comenzaron a tocar con su panderos, corno y un altavoz. El momento fue mágico y efusivo.
La banda regresó al escenario para deleitar los oídos con más canciones como “Lighthouse”, “Hearts” y “Places You Will Go”.
Se dice que cuando llega el clímax se siente, pero aquella noche el clímax se duplicó, dando lugar a una segunda sorpresa que elevó nuestro orgullo nacionalista, Patrick invitó al escenario a Pedro y a Juan, dos chicos mariachis que no pasaban de los 20. Al ritmo de los suaves pero efusivos acordes de Watson, los músicos mexicanos los acompañaron con sus trompetas.
Tras más juegos de luces verdes, blancas y rojas, fueron enamorando a cada uno de los asistente con sus emblemáticos temas, como el esperado "To Build A Home", un tema original de Cinematic Orchestra, pero que la banda lo ha adaptado muy a su estilo.
Suspiros, aplausos e inspiración, fueron los regalos que Patrick Watson nos dejaron.