La ironía del punk.
La ironía siempre ha sido parte del punk rock. “No hay futuro” gritaba Johnny Rotten en 1977 mientras aseguraba su propia historia. Ayer, Tungas presentó su reciente disco: No nacimos para triunfar, ante un Lunario prácticamente lleno. ¿Qué es esto sino una ironía más del punk? Pero ¡demonios! precisamente son esos finales felices los que hacen que el punk sea tan atractivo para muchos, uno siempre alienta al de abajo, al equipo de tercera, al que es como uno.
La noche era una doble celebración. Por un lado la banda presentó el disco antes mencionado pero por otro también festejó 13 años sobre un escenario, además de tratarse de su primer Lunario. Por este motivo, Tungas decidió invitar a un par de bandas amigas: Joliette y Camiches.
La primera tuvo la presentación que se esperaba: intensa, dura, poderosa. Es curioso que pasan los años y uno sigue sin poder creer que este cuarteto pueda hacer tanto ruido. El público por su parte los recibió bien, al fin y al cabo se trata de un grupo clásico de la escena hardcore nacional.
Por su parte, Camiches tuvo una noche perfecta. Su estilo, que se apega más al de los anfitriones de la noche, le llegó más al público que coreó su nombre desde el momento en el que sus integrantes subieron al escenario a hacer soundcheck. Por momentos parecía que se trataba de la banda principal debido al buen recibimiento que tuvo.
Una vez llegado el momento de Tungas, el público ya se encontraba en un punto cercano a la euforia gracias a los actos abridores, así que la banda solo tenía que ofrecer el show de su vida (nada más) y todo saldría perfecto y ¿qué creen? Eso fue precisamente lo que pasó. Desde el primer momento hasta el final la banda sonó perfectamente.
El setlist estuvo muy bien armado, pues a pesar de tratarse de una presentación de disco, las nuevas canciones fueron insertadas entre clásico y clásico de la banda. Lo cual provocó un equilibrio en el show pues no hubo momentos extensos en los que los asistentes no conocieran las rolas que estaban siendo interpretadas.
Esto se agradece pues canciones como “No hay futuro, no hay solución”, “El ferrocarril” o “Para Siempre”, sonaron espectaculares, pues el sonido fue casi perfecto, la ejecución igual pero sobre todo el público se entregó con todo a sus ídolos.
En cuanto a las nuevas canciones, debo decir que suenan mucho más maduras, con letras adultas que tratan de problemas de adultos lo cual tiene sentido, ya que los integrantes ya no tienen 18 años, ni tampoco su público, al menos no el original.