La más catártica y enérgica despedida de Él Mató a un Policía Motorizado.
La gira de Él Mató a un Policía Motorizado en nuestro país ha terminado, después de visitar 12 distintos lugares y diferentes ciudades de la república –Texcoco, Puebla, el bar Cactux, el Foro Landó, Guadalajara, el Txalaparta Bar en Oaxaca y un tanto más– lugares donde el rock muchas veces puede ser un poco escaso. Todo este viaje empezó el 5 de Julio en Pachuca y termina un domingo por la tarde en el Foro Indie Rocks!.
La cita era a las 17:00 H pero las puertas se abrieron hasta las 17:45 Hy los vitrales del Foro comenzaron a vibrar a eso las 18:30 H, para los que ya estamos acostumbrados al ambiente eso nos mantenía despreocupados, pero para los papás buena onda con hijos rocanroleros agarrándose de sus brazos algo andaba mal, ya habían tardado en salir y empezaban a entrar un poco en pánico, lo bueno es que tuvieron paciencia y dejaron que sus hijos, que a su corta edad sufren ya las canciones de Él Mató, disfrutaran de lo que se habían perdido con un Circuito Indio solo para mayores de 18 años.
A diferencia del concierto del 6 de julio, esta vez empezaron con “El magnetismo” –justo como comienza La Dinastía Scorpio–, seguido de “Violencia” y “Dos galaxias”, canciones poderosas que de inmediato enloquecieron a sus visitantes. Otras grandes sorpresas que no aparecieron el concierto del 6 fueron “Vienen bajando”, “Terrorismo en la Copa del Mundo” y “La cara en el asfalto”.
Las canciones nuevas son buenas –son muy buenas–, la letra de “La noche eterna” es motivadora y deprimente al mismo tiempo, los efectos de guitarra que se usan en “El mundo extraño” son geniales y en vivo suenan igual o quizás más destructivos, “Las luces” y “El tesoro” son muy brillantes en directo, con las bocinas pegándote directamente en el rostro se disfrutan en diferentes niveles, pero es cierto que los fans están más conectados con los grandes clásicos, los potentes y distorsionados sonidos de sus primeros discos; al final el concierto estuvo más lleno de sonidos de sus inicios.
Había quienes bailaban contentos de escuchar los inclementes sonidos que se abalanzaban a nuestros oídos y había otros que se desgarraban hasta el alma con los alaridos de tristeza que Santiago Barrionuevo disparaba directamente a nuestros receptivos cuerpos, como sea es imposible que con Él Mató una persona permanezca completamente inmóvil. El set fue mucho más catártico en cuanto al sonido, con muchos momentos de vibraciones ensordecedoras, violencia distribuida en varios acordes y estruendos completamente intencionales en las percusiones.
Se nos acabaron los conciertos de Él Mató, pero quiero pensar que dieron los suficientes para que todos alcanzaran a darles aunque sea una escuchada, pero dudo mucho que sus fanáticos quedaran satisfechos, tienen tantas canciones –y aunque le dieran una repasada a su discografía– siempre hará falta esa única rola que puede hacer la diferencia para terminar satisfaciendo al verdadero fan.
Una cosa es cierta, escuchar a Él Mató es un vigorizante emocional y un potencializador espiritual que llena de energía para seguir viviendo.