La banda regresó a México, pero ya saben lo que dicen de las segundas partes.
Hace casi un año la agrupación de Portland vino a nuestro país junto a Soviet Soviet, uno de los conciertos más explosivos y espectaculares del 2018, al igual que de los favoritos para los fanáticos del post punk en México. Ahora, la banda regresó y lo hizo nuevamente en el Foro Indie Rocks!.
La última vez el Foro estaba a reventar y todos se mostraron incansables, al punto en que salimos entre un mar de sudor, con golpes y moretones por todos lados. Aunque en esta ocasión no estaba Soviet Soviet, podíamos decir que teníamos los ingredientes necesarios para repetir una gran noche. Sin embargo, no consideramos que los pequeños detalles son suficientes para cambiar la fórmula.
Abrieron puertas cerca de las 18:00 H. en punto, algo extraño para un concierto de esta naturaleza, pero ya era raro que fuera en domingo. A penas había obscurecido y el Foro Indie Rocks! se llenaba lentamente. No había una fila enorme como en la ocasión anterior, pero me sentía animado y listo para unirme de nuevo a la furia de los asistentes.
No hubo furia, de hecho todo fue letargo; la gente entró sin ganas de nada, incluso para beber. A pesar de todo me mantuve positivo y pensé que Ritual Howls iba a desaturdirlos. Me equivoqué de nuevo, pues aunque la agrupación lo dio todo y trató de darle a los asistentes una gran noche, no hubo más que un par de cabezas moviéndose y aplausos desganados al final de cada canción.
Pensé que la culpa de tanto desinterés se debía a la falta de público, –llegarán más para Soft Kill, eso debe ser– me repetí durante el descanso. A lo mejor tenía razón, pero los números no cambiaron, la gente que había al principio fue la misma hasta el final del show. Estábamos a media capacidad, dispersos y desanimados.
Soft Kill salió a las 21:30 H. y aún muchos estaban afuera, platicando, tomando cerveza y más que nada fumando. Lo primero que vi fue a Tobias Sinclair con una sudadera de Travis Scott, un detalle insignificante pero que llamó mucho mi atención. Los recibieron con aplausos, pero no pudieron disimular sus caras cuando vieron la poca gente que había.
La banda empezó con "Wanting War" y "Wake Up", pero los dos estábamos incómodos, no había chispa. A excepción del baterista Conrad Vollmer, ninguno de los integrantes se mostró con energía. Tobias se veía desconcertado y decaído, e incluso Owen Glendower, que conocemos por su personalidad lúgubre e imponente, lucía afectado por la situación.
En realidad no culpo a Soft Kill por su actitud de esa noche. La banda tuvo una pesada gira que inició el 7 de febrero en Tijuana, viajando sin descanso a Monterrey y Guadalajara. Además, si aquí en la Ciudad de México no hubo mucho público, no me quiero imaginar los demás shows.
El grupo tocó muchos de los temas de su nuevo disco, como "Bunny Room" y "Savior". A fin de cuentas venía a eso, a presentar su tercer álbum de estudio y creo que con eso cumplió.
Entre la gente que me rodeaba había un sujeto con estoperoles de 10 cm en su chaleco, un metalhead y tres punks. Sin duda ese habría sido mosh pit muy interesante y peligroso, pero no se dio la ocasión. Un desperdicio.
La banda salió del escenario y la gente pidió su regreso, más por costumbre que por el gusto de seguir en el recinto. Soft Kill salió una vez más pero dos canciones no podrían salvar la noche. Al final el único ganador fue la tienda de merch, que logró vender todas las playeras y discos del inventario.
Cuando uno va a un concierto uno nunca sabe lo que sucederá, pueden sorprenderte pero también decepcionarte. En esta ocasión salimos cabizbajos de esta capilla del post punk llamada Foro Indie Rocks!, pero si la banda vuelve no lo pensaría para comprar mi boleto, pues las condiciones siempre son diferentes. Lo único que me preocupa es que este fue mi primer concierto del año y lo que empieza mal suele terminar de igual manera.