Una sorpresiva explosión de vigor y felicidad gracias a Datarock.
A mi gusto, existen tres grandes clasificaciones de bandas o músicos. Aquellos que en vivo no le hacen justicia a su material de estudio. Los que en vivo reproducen fidedignamente el disco, esto, sin ser ni bueno ni malo. Y aquellos que sobre el escenario verdaderamente se convierten en una experiencia única, excediendo lo grabado. Datarock, agrupación oriunda de Noruega, entra perfectamente en la tercera categoría.
Desde hace más de una década, este singular cuarteto ha puesto a bailar a su modesto grupo de fans internacionales, con una mezcla de rock electrónico con una sutil pizca de dance punk. Han sido constantes, lo que los ha llevado a ya tener cuatros discos de larga duración en su trayectoria. Después de más de siete años de ausencia en el país y aún más en la capital, por fin tuvimos el gusto de disfrutar su energía una vez más.
Los reunidos en el siempre fresco y emocionante Foro Indie Rocks!, llegaron un poco antes del espectáculo para convivir y echar unos tragos, así como para escuchar unos buenos beats proporcionados por DJ Sorullo. Cerca de las 22 H., se apagaron las luces y empezó a sonar la movida pieza acústica “BMX”, del más reciente disco de la banda, Face the Brutality (2018), para hacer una genial antelación a los integrantes próximos a aparecer. Se agradece que en el venue, cada vez son más puntuales y mejor organizados.
Después de haber soltado bastante humo en el escenario, la agrupación se hizo ver con sus nuevos trajes de color negro (antes de color rojo) así como sus icónicas gafas, para arrancar con la suave “Feathers & Wax”. Al terminar, el frontman, Fredrik Saroea exaltó a todos soltando unas palabras y agradeciendo por haber venido, para continuar con “Everything” con su pegajoso sintetizador y coros.
Después de estas canciones del más reciente disco, la banda regresó al pasado con la acelerada “Give It Up”, para ahora sí, prender a los fans ya que hasta el momento habían estado tranquilos. Una y otra vez, Fredrik, invitó a todos a corear ‘ooooooh oooooh’, así como lo haría continuamente durante la noche, con varios de los melosos pasajes de muchas de sus canciones. La fiesta prosiguió con “Dance!”, con sus salvajes riffs, que nos hicieron apreciar que la banda, más allá de su alocada presentación y actitud, son unos virtuosos musicales.
La excelente velada siguió con la tranquila y dulce “Amarillion”, acompañada de “Princess”, en donde Fredrik puso a todos a bailar haciendo el ‘Running Man’. Esta canción también dio pie a regresar a piezas de su primer album: Datarock Datarock (2005), como la energética “Sex Me Up”, que recargó a todos de energía para volver a brincar como locos.
Después, llegó uno de los mejores momento de la noche, con el estreno de la excelente canción “The One”, del EP A Fool at Forty is a Fool Indeed (2019), con un mensaje cargado de buena vibra, así como con el turno de tocar posiblemente la canción más famosa de la banda: “Fa-Fa-Fa”. Todos explotaron al unísono, una y otra vez, gritando ‘Fa Fa Fa’ hasta que la garganta no pudiera más.
Al terminar la agrupación salió brevemente para regresar con un sorpresivo encore conformado por la también clásica y divertida “Computer Camp Love”, cuya letra se la sabían de memoria la mayoría de los presentes. Antes de concluir, Fredrik se quitó la playera e invitó a todos hacerlo por el calor que hacía, para arrancar con dos canciones que fueron un total remolino de regreso a los orígenes punk de la banda: “The New Song” y “Hair”, una de sus primeras piezas, que puso a más de uno en un frenesí.
Antes de despedirse, los integrantes de la banda pasaron con sus fans todavía un momento más, inolvidable y cómico, jugando sobre el escenario con la canción “[I've Had] The Time of My Life” de fondo, de la película Dirty Dancing. Incluso, el baterista Øyvind Solheim, se lanzó a hacer crowd surfing para regresar al escenario, y ahora sí, despedirse todos en conjunto.
Así fue como Datarock cautivó una vez más a sus fans, quienes esperaron por años pacientemente a que volvieran, reafirmando que algunas bandas sencillamente nacieron para ser disfrutadas en vivo.