Un ritual llamado Lost Acapulco.
Una tímida lluvia preparaba el marco de una noche llena de emociones, sudor y alegría en el recinto ubicado en Zacatecas 39. Dentro de él; el vaivén de las cervezas, los saludos entre congéneres con abrazos vigorosos, y asomadas en el paisaje, esparcidas por la mano del azar, a manera de spoiler, máscaras de lucha libre.
Un cálido ambiente aguardó hasta las 21:00 H, cuando la gente acomodada en el patio del Foro Indie Rocks!, decidió abandonarlo y postrase frente al escenario, había llegado el momento de iniciar el ritual. Matorralman saltó al escenario y deleitó a propios y a extraños.
Con un show poderoso, un juego de visuales y como alguna vez fue catalogado, su nuevo sonido retro, la banda sonó muy bien y como consecuencia natural puso a mover el cuerpo a más de uno, con sintetizadores, bajo, guitarra, batería y trompeta, Matorralman cumplió con creces su papel abridor, media hora bastó para cautivar los oídos del respetable.
Con el foro ahora con más temperatura, la gente aguardaba el momento cumbre, y es que entre banda y banda siempre pasa lo mismo; los baños llenos, la fila de la cerveza crece, algunos asistentes aprovechan para hacer alguna llamada, lo que sea que el cuerpo necesite en el momento se lo damos, porque una vez retomado el ritual ahora nosotros le exigimos a él.
Y como no hay plazo que no se cumpla, en punto de las 10 de la noche las luces bajaron su intensidad y se escuchó la voz de la leyenda, el presentador de lucha libre Armando Gaytán, mejor conocido como el Mucha Crema, (quien hace algunos años lamentamos su pérdida pero que seguimos recordando con cariño) sonó en una grabación presentando a cada uno de los integrantes de Lost Acapulco; el Warpig, el Crunchy, el Sr Ramírez y el Reverendo, en ese orden subieron al escenario.
Irónicamente después de tanto alcohol el respetable estaba sediento, y la banda se dedicó a apagar su sed por un poco más de una hora. “Calaveras del Justicio” y “Por un tubo” le dieron la bienvenida a la audiencia que lo agradeció.
Sonaron “Escape de Santa Martha”, “El Rey del rock rock”, “Acapulco Golden” entre otras, y el foro se convertía por momentos en una arena de lucha libre, en segundos pasaba de enmascarados simulando llaves al slam.
Los elementos que formaban el ritual eran los indispensables, sudor, empujones, gritos, vasos con líquido volando, camisas hawaianas y mucho baile, nada nuevo pues, pero después de encerrarnos por el Covid, se sentía como descubrir la electricidad.
Llegó el “El Garage de Gina Monster”, también sonó “Surf Mongol”, “Frenesick” y “Ahuevo!” para bajarse del escenario y a los pocos minutos regresar.
El final estaba cerca y no había otra forma de cerrar frenético recital que con más fuego, “Hollywood baby”, “Rey de tablistas”, “Demolición”, y “Las brisas”, terminaron de volver loco a un recinto que ya había perdido la cordura canciones antes. El Warpig le puso el cerrojo al concierto “Esto es un poema de Pablo Neruda”, expresó, y la noche terminó cantando y bailando “Olvidemos el romance”.
El ritual había terminado y el paisaje ahora lo conformaban rostros cansados y satisfechos, conectamos por un momento, misión cumplida.