Afrobeat para que la noche nos dure una vida.
Caminas por la acera sintiendo la brisa fresca de la lluvia intermitente, la entrada de la joya de la Roma Norte se ilumina en multicolores frente a ti, tus pies responden de instinto, tu cuerpo cae gravitacionalmente rendido al sonido en el interior. Saxofón, trompetas, sensación de batucada, guitarras frenéticas, grito eufórico de fiesta; la noche es toda de Antibalas.
Champetos del Jújú detonaría la primera ráfaga de ritmos afrolatinos a base de instrumentación varia y uno de los frontman más energéticos de la sónica contemporánea, quien nos guiaría por la multitud de texturas entre baile y progresivo de la agrupación capitalina.
La estridencia lumínica del venue, la musculatura del showman y los tocados originarios en la cabeza de los músicos, terminarían por sumergirnos en esta realidad alternativa donde todo lo que existe es fiesta, carcajada y la calidez de los presentes, siendo deliciosamente rebanada por los pasajes de silencios agresivos entre los compases de cada composición.
El sexteto nos deleitaría durante poco más de media hora para dejar la piel de los asistentes a punto de hervor, preparándonos espiritualmente para la salvajada de sonidos que el ensamble de afrobeat estelar nos tenía preparados.
Tras el seteo de kits percutivos y microfonía monumental, el cambio en la densidad del aire hacía evidente la explosión de rítmica a flor de piel. Diez músicos distribuidos casi uniformemente en el templete exterior del Indie Rocks! coordinarían la fuerza de sus movimientos para arrancar contorsiones dancísticas de cada uno de los asistentes con "Dirt and Blood", dando casi ninguna tregua desde el inicio de su set hasta la última palmada del encore.
Antibalas haría pedazos el backline del lugar de la manera más nutrida posible, mezclando ritmos latinizados con la expresividad de lo africano, el non stop beat y guiños a sensaciones contemporáneas que de alguna manera parecían venir del pasado y futuro al mismo tiempo; lo históricamente correcto fundido al calor de la gozadera hipermusical en canciones como "Tattletale" o "Battle of the Species".
Pasada la mayor parte del set entre impulsos dance y juegos de luces imparables llegaríamos al punto más intenso de la presentación con ambas agrupaciones sobre el escenario, dando un total de catorce almas inundando nuestros cuerpos de sonidos megadiversos, cascadas de instrumentación y ubicando el disfrute de la noche como único y gran propósito.
El concierto cerraría entre el clamor del público por un poco más de Antibalas, cumpliendo nuestros deseos de encore, no sin antes presentar a cada uno de los integrantes, difuminando el afrobeat al ritmo de aplausos y metales exhaustos.